Ha fallecido Sidney Lumet.
Cineasta formado en la televisión de los años 50 y requerido director de actores, será recordado como un artesano eficiente, como un narrador y seleccionador de historias y enfoques provocadores, básicamente, sobre la supervivencia en la ciudad de Nueva York. Su Nueva York, que desde temprano alojó su espíritu independiente.
Cineasta formado en la televisión de los años 50 y requerido director de actores, será recordado como un artesano eficiente, como un narrador y seleccionador de historias y enfoques provocadores, básicamente, sobre la supervivencia en la ciudad de Nueva York. Su Nueva York, que desde temprano alojó su espíritu independiente.
Lumet se mantuvo renuente a filmar en Hollywood a lo largo de sesenta años; rodeándose de estupendos profesionales del guión, la fotografía, la edición, la música y la actuación -new yorkers como él- con los que consolidó un mini sistema de producción.
En su filmografía hay de todo: notable, bueno y malo.
Pero vaya si esa filmografía es representativa de su tiempo e influyente en el devenir histórico del cine norteamericano.
Recordamos los textos de Federico de Cárdenas ponderando El largo viaje del día hacia la noche (1962) basada en la pieza de Eugene O´Neil y La gaviota (1968) a partir la obra de Chéjov.
En lo personal, nos parecen notables El príncipe de la ciudad (1981), Límite de seguridad (1964), Doce hombres en pugna (1957), Será justicia (1982), la primera parte de Tarde de Perros (1975), La colina de la deshonra (1965), Un lugar en ninguna parte (1989), La ofensa (1972), La noche cae sobre Manhattan (1997), Preguntas y respuestas (1991), El prestamista (1964) y por cierto su último opus, la amarguísima Antes que el diablo sepa que estás muerto (2007) estrenada en el Perú como Relaciones Peligrosas.
Con Lumet se va una parte importante de la historia del cine de los Estados Unidos.
Un grande ha dejado de existir.
Oscar Contreras Morales.-
Sus películas, de factura clásica, eran muchas veces oscuras y siempre mostraban los recovecos menos amables de Estados Unidos. Nacido en Filadelfia, aunque pasó la mayor parte de su vida en Nueva York, una ciudad profundamente ligada a su cine, Lumet es autor de cerca de 40 películas (y de más de 70 títulos si se incluyen también sus trabajos para televisión). Recibió un Oscar honorífico por el conjunto de su obra en 2005: hicieron falta cincuenta años de cine para que Hollywood reconociese el trabajo de un director que había rodado muchas escenas que formaban parte de la memoria colectiva. Pero nunca se mudó a California, ni fue complaciente con la industria ni quiso adaptar su discurso a las modas. Como buen artesano, hizo mucho cine alimenticio pero siempre con un sello personal.
Su carrera, en una industria que acorrala demasiadas veces a los veteranos, fue extraordinariamente larga: dirigió sus primeros capítulos para series a principios de los años cincuenta, realizó su primer filme en 1957 -Doce hombres en pugna, su segundo fue Todos los hombres del rey, una versión para televisión de la implacable novela ganadora del Pulitzer de Robert Penn Warren- y el último en 2007, Antes que el diablo sepa que estás muerto.
Lumet siempre concibió el cine como una forma de análisis del mundo en el que vivía y, desde sus primeros títulos, lanzó una mirada nada complaciente hacia el mundo contemporáneo. Con los años no se fue dulcificando, más bien todo lo contrario, porque pocas películas tan desangeladas y certeras ha ofrecido el cine contemporáneo como Antes que el diablo sepa que estás muerto. Su título más conocido es Doce hombres en pugna (1957), una versión de la obra de Reginald Rose con la que se estrenó en la gran pantalla, en la que despedaza el sistema judicial estadounidense. Este filme, convertido en un clásico, refleja perfectamente su estilo: blanco y negro sin concesiones, una historia llena de suspense que esconde mucha crítica social y, a la vez, un canto a la solidaridad y el compromiso, encarnado en la figura de Henry Fonda, que decide no dejarse arrastrar por la rutina sino tratar de que se haga justicia.
En la última entrevista que concedió a este diario, escrita por Barbara Celis, Lumet explicaba que no tenía móvil ni ordenador. "La gente se pasa 10 horas frente al ordenador y lo triste es que piensa que está comunicándose", dijo entonces. "Escribo a mano. Y no quiero que me impongan el estar siempre disponible. Si me buscan pueden llamarme por teléfono y dejar un mensaje en el contestador. Y en cuanto a Internet, creo que me queda poco tiempo de vida y prefiero invertirlo en aprender más sobre las personas que sobre las cosas". En aquella entrevista, que se desarrolló en su barrio, en el Upper West Side de Manhattan, relataba también su forma de enfrentarse a las películas: "Hay muy buenas historias que contar relacionadas con el lado oscuro del ser humano. Y si creas razones que justifiquen las decisiones de los personajes, te sale una buena película".
Retratos de la corrupción
Y en esa búsqueda constante del lado oscuro, Lumet no dejó títere con cabeza. Network: poder que mata (1976), con Robert Duval, Faye Dunaway y William Holden, es todavía uno de los retratos más devastadores que se han hecho del mundo de la televisión y se rodó mucho antes de que la telerealidad asaltase las pantallas. Tarde de perros (1975), con un Al Pacino para algunos sobreactuado, describe a través de la historia de un perdedor que asalta un banco para que su pareja pueda hacerse una operación de cambio de sexo en una sociedad rota en medio de una enorme crisis económica (la del petróleo de los años setenta). De nuevo, un tema totalmente contemporáneo.
Sérpico (1973), con Al Pacino otra vez, y La noche cae sobre Manhattan (1996), con Andy García, Ian Holm, James Gandolfini -sí, Toni Soprano antes de entrar en la familia de Nueva Jersey en una de sus mejores interpretaciones para el cine- y Lena Olin- son dos títulos imprescindibles sobre la corrupción, sobre las grietas en el sistema, en las que personajes idealistas tratan de sobrevivir sin manchas en un mundo que no tiene piedad.
Incluso las películas alimenticias que dominaron sus últimos años (Negocios de familia, Una extraña entre nosotros, El abogado del diablo, A la mañana siguiente, hasta el remake de Gloria) tienen ritmo y suspense, una factura más que correcta y, sobre todo, siempre dejan escapar ese sentido social, ese compromiso del creador con la sociedad en la que vive, que dominó todo su cine. En su obituario, The New York Times recuerda una frase de Lumet en este sentido: "Aunque el objetivo de todas las películas es entrener, el tipo de cine en el que creo va más allá. Obliga al espectador a enfrentarse a su propia conciencia, a estimular su inteligencia". Sería justo añadir que su cine también obliga a los espectadores a enfrentarse a la conciencia de toda la sociedad en la que viven.
Gran parte de sus filmes más importantes están ambientados en Nueva York, una ciudad con la que mantuvo siempre una relación profunda. "He vivido en Nueva York toda mi vida y es como una segunda piel para mí. Es una ciudad extraordinariamente poderosa, además. Las ciudades atraviesan períodos muy marcados en su existencia y, ciertamente, desde 1950 Nueva York está pasando por un gran momento artístico", señaló en otra entrevista con este diario, realizada en los años noventa.
Resulta difícil elegir un sólo título de Lumet (más allá de Doce hombres en pugna), pero quizás El prestamista (1964) sea su filme más completo y devastador. El filme relata la historia del dueño de una tienda de empeños, interpretado por Rod Steiger, en el barrio neoyorquino de Harlem. Es un superviviente del Holocausto, un hombre que ha perdido la confianza en los seres humanos, que se enfrenta a profundas contradicciones que le provoca su oficio. Es una película sobre la justicia y la injusticia, sobre la soledad, sobre la solidaridad y el egoísmo. Es, al final, un filme sobre los abismos de la humanidad. Como todo el cine de Lumet.
Otro grande que se fue..ví poco de su filmografía, pero cuando ví 12 hombres en pugna me atrapó por lo que pudo hacer por más de 1 hora con 12 personas debatiendo sobre la culpabilidad o inocencia de un enjuiciado.
ResponderEliminarAntes que el diablo se entere que estás muerto excelente también..muestra lo que pocos hacen, filicidio se llama? quedé helada en la butaca...
Y queda una extraordinaria filmografía la cual estoy montando en cinematecaweb.blogspot
ResponderEliminarSaludos cinefilos