PRODUCCIÓN
Desde aquellos años de la gira ZooTV (1992) y de la inédita puesta en escena del Pop Mart Tour de 1998, hasta el Vértigo Tour que los trajo por última vez a la Argentina, el objetivo de U2 siempre fue el mismo: autosuperarse.
Los irlandeses se ganaron su merecida reputación de “banda de estadios” llevando a la realidad sus ideas, que dos décadas atrás hubieran sonado a ciencia ficción, pero que hoy son posibles gracias a la tecnología y, claro, millones de dólares. Las pantallas gigantes de alta definición, los escenarios móviles y colosales y una artillería de hits y buenas canciones se amalgaman en un solo y único suceso, que obligó al público a replantearse la elección de si es mejor ver un concierto de cerca o de lejos.
Con semejantes antecedentes, y ante una nueva visita que promete ser más espectacular que cualquier otra que la Argentina haya tenido, surge la pregunta obligada, ¿y después qué?
El U2360º Tour fue planeado con tres años de anticipación, en los cuales los productores e ingenieros tuvieron que imaginar cómo llevar a la realidad los requerimientos de la banda. Como su jefe de producción, el inglés Jake Berry es el responsable de hacer que toda la maquinaria de U2 funcione a la perfección. Y aunque tener que movilizar toneladas de acero, equipamientos e instrumentales suene complicado, Berry hace que todo parezca simple.
En la charla que mantuvo con Página/12 desde Santiago, Chile, en la primera parada del tramo sudamericano de la gira, no dudó en afirmar: “Tengo un trabajo duro, pero grandioso”.
–El concepto por detrás de semejante escenario es que U2 esté conectado con su público, aunque lograr conexión en un gran estadio suene un poco contradictorio. ¿Cómo logran ese efecto?
–Sí, es un concepto extraño, realmente, pero funciona. La estructura (“la garra”, la nave espacial) es tan grande, que hace que todos los estadios parezcan chicos. Por eso es que mientras que los estadios lucen pequeños, todo el set se torna más íntimo. Y aunque parezca mentira, funciona a la perfección. La idea de U2 de tocar en 360º viene desde hace muchos años y creímos que debíamos hacerla realidad ahora, cuando tuvimos la idea final de cómo llevarlo a cabo. Cuando la banda planteó esa necesidad de estar conectada con su audiencia, Mark Fisher y Willie Williams empezaron a pensar el diseño para darle a la banda esa sensación, que es exactamente lo que sucede.
–The Edge afirma en el DVD: “No podés repetirte, no podés caer en cosas que ya se hayan hecho antes, por nadie”. ¿Hasta dónde piensan llegar? Si siguen superándose una y otra vez, ¿cómo hacen para plantear lo siguiente?
–Llegaremos tan lejos como podamos. Creo que cada vez que uno piensa en superarse, la tecnología te da otra sorpresa y uno se da cuenta de que puede hacer otro escenario, y así. Es un gran compromiso de la banda llevar el mismo show a cada ciudad. El tour fue diseñado en base a lo que la banda pidió, deseó e insistió para que se haga. No hay “segundos shows”, y con eso me refiero a que podemos llevar el mismo concierto a Nueva York, a Londres, a Sydney o a Buenos Aires.
–Ya que habla tanto de la banda, ¿qué tan involucrados están en el proceso creativo? ¿Cómo funciona desde un principio?
–Están ciento por ciento involucrados. No son sólo músicos y se toman la producción muy en serio. Al final del tour anterior, la banda dijo “esto es genial, pero queremos tocar en 360º”. Se juntaron todas esas ideas individuales en un papel, y tanto Fisher como Williams se pusieron a trabajar con ellos. Una vez que estuvo todo definido, me llamaron para que yo piense cómo llevar eso alrededor del mundo. Tengo un trabajo duro, pero grandioso. Para este tour formamos un gran equipo de trabajo y aunque los días de lluvia uno desearía estar en casa, uno tiene la posibilidad de conocer grandes ciudades como Santiago o Buenos Aires, y eso hace que todo se equilibre.
–Cuando está todo en la etapa de los planes, y sabiendo que tienen que hacer algo que esté a la altura de U2, ¿importa más el dinero, que todo salga bien sin reparar en gastos, o hay un punto intermedio entre ambos?
–Hablando de ese punto medio, creo que desde un principio empezamos pensando en un poco más que ese punto. No es el dinero lo que hace que algo sea más grande. Por ejemplo, cuando se estaba diseñando la parte más alta del escenario, tuvimos que pasar de una construcción fija o permanente a una temporaria, porque se había vuelto totalmente inviable hacerla como la habíamos planeado. Modificamos algunas cosas, no por cuestiones de dinero, y con eso estuvo bien.
–Usted trabajó con muchas bandas, desde AC/DC hasta los Rolling Stones, Shakira y Metallica. ¿Hay diferencias para usted en el trabajo con uno o con otro?
–Básicamente, es siempre lo mismo. Al final del día uno trabaja con gente a la que tiene que producirle el show para que ellos le hagan sentir al público que su dinero vale y que pagaron algo digno de ver. Algunas veces hay que hacer las cosas de distintas maneras, pero al final el camino es el mismo.
–¿Tuvo que tomar alguna medida especial cuando supo que el estadio de River no está más disponible para recitales?
–La verdad que no, porque el show está diseñado para cualquier estadio de fútbol. River Plate es un gran estadio que genera una gran atmósfera, pero algunas veces está bueno encontrar otros lugares. No sé las razones por las que el show se mudó a La Plata, pero estuve ahí hace unos días y tienen un estadio hermoso. Sí sé que muchos se quejaron por la distancia, pero creo que con la autopista no va a haber problemas. Los que viven lejos de River podrían quejarse de lo mismo... Nosotros estamos expectantes de este cambio: tuvimos la misma casa durante 15 años y ahora nos mudamos a una nueva y eso nos gusta.
Por Leonardo Ferri
Fuente: diario "Página/12"
Más información: www.pagina12.com.ar
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ALMUERZO
Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen ríen a carcajadas. Paul McGuinness, el mánager histórico de U2, el quinto miembro del grupo y, por cierto, a los 60 años, el más serio de esta pandilla de rockeros irlandeses, también. Hace una hora que la banda está almorzando con un reducido grupo de periodistas argentinos a manera de encuentro oficial e informal con la prensa local en su tercera visita al país y las anécdotas van del amor incondicional por la leyenda del fútbol George Best a las frases más sensacionalistas de Pelé, de la clase de Frank Sinatra al poder sin igual de los comediantes en el siglo XXI; de la necesidad de armar un espectáculo tan grande como el 360 Tour en estos tiempos y de las responsabilidades que tiene una estrella de rock para con su público. La postal es inusual. Luego, sí, se pondrán un poco más solemnes y tratarán de explicar qué hacen aún girando alrededor del mundo tras 35 años ininterrumpidos, intentarán convencer a sus interlocutores de su real compromiso con la libertad del ser humano aquí, allá y en todas partes y adelantarán que las Madres de Plaza de Mayo subirán nuevamente a escena con ellos en la serie de tres conciertos en el Estadio Unico de La Plata.
"Queremos que vean que son seres humanos", había bromeado unas horas antes Frances, la publicista neozelandeza de U2, para explicar el formato del encuentro, el primero que se realiza en América latina y la tercera experiencia de este tipo a nivel mundial. "Esto no es una conferencia de prensa, la idea es que puedan charlar de lo que quieran con ellos, con los cuatro juntos -algo que no sucede a menudo, por cierto- y puedan comprender un poco mejor la química que tienen entre ellos cuando no es necesario hablar de un disco o un show en especial".Allí están entonces, los cuatro miembros de U2, sentados a la mesa, dispuestos a almorzar con nosotros.
-¿Por qué decidieron hacer un espectáculo tan megalómano en este momento?
Bono: -Bueno, fue hace tiempo, estábamos comiendo como hoy, charlando de cualquier cosa y tomamos unos tenedores y comenzamos a armar una estructura...(el cantante forma una garra en escala tenedor) Es muy peligroso ser una estrella de rock porque si le pides a alguien que haga algo por ti, por más imposible que pueda parecer, lo hace...
Edge: -Creo que la respuesta a tu pregunta es que lo estuvimos planeando desde hace mucho tiempo. Cuando se trata de un show así, no se piensa un día y a los seis meses estás de gira. Cuando empezamos a planearlo era un mundo diferente. Nos suelen preguntar por el aspecto ecológico de montar tamaño escenario y nosotros lo tenemos en cuenta. Aunque la gente jamás se hace la misma pregunta en otro tipo de eventos, como los Juegos Olímpicos o la Copa del Mundo. Allí nunca se considera tener una pisada de carbono neutral. Nosotros sentimos que el rock and roll es muy responsable en ese sentido.
-¿Y cómo se siente tocar dentro de esa terrible estructura?
Edge: -Fue un desafío al principio, pero poco a poco nos dimos cuenta de que tiene otra dinámica y para tocar es muy cómoda. Para nosotros es un gran momento.
Bono: -Cada show de estadio que he visto en mi vida tiene la misma estructura (ahora el cantante intenta armar un escenario convencional con trozos de pan de salvado). Y es realmente una pena. Y está bueno volar por los aires esa estructura y empezar denuevo. De hecho, si ves los primeros shows de los Beatles, o mismo el del Shea Stadium, ellos no tienen nada alrededor y crea cierta sensación psicológica cuando ves a los cuatro sobre el escenario. En esta gira, después de un tiempo que empezó el show, la escala desaparece y lo único que ves es un pequeño escenario en el medio de un estadio como los shows originales de rock and roll de los Beatles o los Stones.
McGuinness: - La única diferencia es que nadie de los que está aquí vio a los Beatles, ja, ja.
-¿Usted vio a los Beatles?
-Sí, en el sur de Inglaterra, en Portsmouth, en 1964. No escuché nada, solo gritos. La verdad es que no reconocí ningún tema debido a los gritos.
De los Beatles a La Plata, apenas un bocado de brochette y la incredulidad de los cuatro músicos por las colas de fans que desde ayer se instalaron en los alrededores del Estadio Unico para ver su concierto. "Tendríamos que mandarles pizza", sugiere Bono y Edge asegura que "todas esas cosas hacen que subir al escenario cada noche sea una gran responsabilidad para nosotros".
-¿A ustedes les gusta que la gente hable de lo increíble e imponente que es el show y la puesta incluso a veces más que de la música?
Bono: -No sé cómo va a sonar esto pero la gente habla sobre el valor del dinero y el arte al mismo tiempo como una contradicción y no lo es. La gente paga sus entradas, que son caras, luego de trabajar mucho, de estudiar y allí hay una responsabilidad que nosotros tomamos. Cuando nos metimos en el punk rock, en los años 70, fuimos a ver a The Clash y todo cambió. Por entonces ese movimiento que comenzaba era en contra del rock progresivo, donde los músicos se ubicaban por arriba de todo y el público les importaba una mierda. Las estrellas de rock no debían ser gente común y su humor era más importante. Si estaban de buen humor era un gran show, si estaban en un mal día, no importaba. No había una conexión real. Para nosotros nunca fue así.
-¿Cómo se sienten en cuanto a la energía mental y corporal después de todos estos años en la ruta?
Edge: -Seguro que es diferente, pero tratamos de utilizarlo en nuestro favor. Cuando uno se sumerge en todo esto, amo el lugar donde estoy, pero es cierto que hay algo de la energía del rock and roll que te exprime.
Bono: -Recientemente vi a The Who y fue muy interesante, porque pude ver el hecho físico que produce Pete Townshend al tocar la guitarra, que por supuesto es muy violento, es como si hiciera sonidos de una naturaleza muy violenta y al mismo tiempo como si tuviera en sus manos un arma extraordinariamente poderosa. Pero estaba tan cerca que pude ver cómo se movía de la manera más fluida. Algo que jamás hubiera pensado. Era danza. Y fue increíble darme cuenta de que el nivel de energía no viene del cuerpo, sino de la música y del tipo de música que haces y de cómo suenas. Al abandonar el escenario uno no puede pensar en otra cosa, como cuando tenía 20 años, pero no hay nada igual. Vas a casa o al hotel y allí está. Nosotros lo llamamos el fantasma de la gente, que tras el show te deja vacío, pero a la otra noche vuelves a estar lleno de energía. Es asombroso.
Bono cierra su concepto, bebe otro trago de cerveza y por primera vez se saca sus lentes y deja ver sus ojos azules. Dice que este concierto es más hermoso si lo ves de más lejos, "es realmente un viaje psicodélico, creo que la gente debería tomar hongos extraños antes de ir al show". El tipo es un comediante 24 horas al día y todos disfrutan de su show, también aquí, en este almuerzo descontracturado en un restaurante de Palermo. Es más, Bono se sincera y admite que envidia a los comediantes profesionales. "Son muy movilizadores para mí porque el humor puede ser tan serio y tan gracioso al mismo tiempo. A veces veo a ciertos comediantes que me dan celos, porque nosotros nos sentimos comediantes que tomaron la ruta del rock and roll. De hecho, el rol del rock and roll, en el pasado, era decir las cosas que nadie decía. Ahora, los comediantes son los que hacen eso. El poder, en cualquier habitación, lo tiene el tipo que dice lo que nadie puede decir, sea en tu casa o con tus amigos. Y los comediantes disfrutan ese poder. Envidio su libertad.
CUANDO EL ROCK TRATA DE NO SER EL CENTRO DEL MUNDO
"Como cantante, la idea es tratar de no estar tan centrado en uno mismo o al menos intentarlo. Es horrible esa imagen de la estrella de rock encerrado en su cuarto, juzgando a todo el mundo según la calidad del servicio a la habitación que reciba. "¿Qué te pareció Rusia?" Bueno, no sé los huevos estaban un poco fríos. La gente no sale de sus cuartos. Y para nosotros es muy divertido estar en la calle, en las galerías de arte", sostiene Bono para explicar un poco más por qué prefieren este tipo de encuentro. Les gusta salir, escuchar y, por supuesto, hablar de su fe.
"Lo que es revolucionario y de avanzada ahora no es lo mismo que cuando nosotros empezamos -dice el cantante-. Creo que nuestra banda llegó con un primer álbum que era una oda a la inocencia. En ese momento el rock and roll era sobre destruir esa inocencia. Y nosotros escribimos un disco diferente para la época. Y el segundo disco era sobre la experiencia religiosa y parecía que estábamos cometiendo un crimen. Podías escribir un disco sobre cómo le pegabas a tu mamá pero era algo prohibido e ilegal escribir sobre tu fe. Bob Dylan fue una excepción en esto. Patti Smith también, pero mayormente, en nuestro mundo, escribir un disco como el nuestro era algo ilegal.
La compañía discográfica que teníamos en ese momento cuando llegamos con nuestro segundo álbum nos apoyó mucho, creía que los artistas teníamos el derecho de hacernos esas preguntas en relación a la fe. Para el rock and roll hecho por músicos blancos hay una reglas no escritas muy estrictas que tenés que volar por el aire. Y creo que ahí es dónde se vuelve interesante. Arcade Fire, por ejemplo, me hace sentir cosas que sentí también en nuestra banda. No hay nada en común entre los dos grupos pero hay un interés por la exploración, por el espíritu humano, un intento de entender de qué se trata estar despierto, vivo, el miedo a la muerte, el sentido de comunidad. Cuando los escucho me doy cuenta de que todos esas ideas siguen vivas.
The Edge: -Ojalá esas ideas tuvieran un sentido más político tanto en los Estados Unidos como en Europa. Porque para mí ésa es la parte del rock que tiene fuerza. Y si mirás lo que está pasando en Egipto, en el mundo árabe, con Internet y los teléfonos celulares, la música acompaña y ayuda a estos cambios. Para mí es ahí donde vive el rock. En esa idea de que el cambio puede suceder. En EE.UU. el rock and roll empezó como entretenimiento, pero como está pasando en Africa, el cambio es instigado por gente joven, que empieza a creer que su situación puede ser mejor.
Para nosotros, en Irlanda a fines de los años 70 el equivalente de lo que sucede ahora era pensar que la violencia no era la manera legítima de cambiar las cosas. The Clash fue una inspiración para nosotros porque ellos tenían interés innato por la política.
Por Sebastián Ramos
Fuente: diario "La Nación"
Más información: www.lanacion.com.ar
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EL PRIMER SHOW
La caravana mágica que partió en procesión esta vez a la catedral gótica que montaron los U2 en La Plata poblaba por kilómetros la autopista que unía Buenos Aires con la ciudad de las diagonales haciendo que el viaje esta vez requiriera unas dos horas. Los feligreses asistieron de a miles a la misa rockera y tecnológica, desde bien temprano. Además, claro, de los fans acérrimos que habían acampado en las inmediaciones del estadio desde varios días antes.
Hacía cinco años que la banda irlandesa no venía a la Argentina, y la expectativa de su nuevo tour de 360 grados era tan grande como la superestructura que trajeron al Estadio Unico, una mole con algo de sofisticada catedral donde Bono oficiaría de predicador y evangelizador de su religión pop.
Los alrededores del estadio también estaban conmocionados por la presencia de los irlandeses. Una enorme seguidilla de vendedores ambulantes abrieron sus comederos ocasionales con parrillas y tablones en la vereda para recibir a los visitantes.
Cuando faltaba todavía una hora para el inicio del show ya estaba cubierto un 70 por ciento del estadio. Casi invariablemente los que iban llegando se quedaban varios minutos balconeando y sacándose fotos con la increíble estructura con forma de araña de fondo. Un recuerdo que la mayoría se dedica a subir online con la instantaneidad que permiten las redes tecnológicas. A pesar del tamaño de semejante mole, el centro del escenario es orgánico y de alguna extraña manera, y por su ubicación en el campo mismo, da la sensación de cercanía, más allá de la ubicación de cada uno.
Pasados unos minutos de las 19, comenzó su show Muse, la banda telonera, con "Uprising", a la que siguieron "Supermasive Blackhole", "Stockolm Syndrome", "United States of Eurasia", "Hysteria", "Starlight", "Plug in Baby" y "Knights of Cydonia". La banda inglesa liderada por Matt Bellamy mostró, en este recorrido por su exitoso disco Black Holes and Revelations y el más reciente The Resistance , su rock progresivo, por momentos casi espacial, y fueron muy bien recibidos por la gente. Pero, aunque aplaudidos y respetados, la expectativa estaba puesta en el show de la banda irlandesa. Tanto es así que, en el "entreacto", cuando algunos últimos ajustes de sonido requerían que sonaran algunas de las melodías de U2, la fiebre se despertaba al unísono en las 58.000 personas que, según cifras oficiales de los organizadores, colmaban el lugar.
Con la ansiedad en aumento, se vio comenzar a desintegrarse el reloj que en la gran pantalla venía marcando el tiempo que, desmaterializado, pasó a convertirse en un ojo blindado, mientras sonaban las melodías espaciales de Bowie hecho Ziggy Stardust. Entonces, el ojo se abrió y en su centro pudo verse cómo Bono, The Edge con su guitarra colgada, Adam Clayton y Larry Mullen caminaban hacia el escenario y subieron a él para ubicarse donde todos los esperaban y comenzar a comandar este particular viaje.
Pasados unos minutos de las 21.30 comenzó sí el show con "Even Better Than The Real Thing", de Achtung Baby . A esto siguió un tramo bien rockero con "I Will Follow", "Magnificent", "Mysterious Ways", "Elevation", "Until the End of the World" y "I Still Haven't Found What I'm Looking For".
Pero no es sólo la música lo que aquí conmueve, porque pasan más cosas, muchas más cosas. Hay que estar para creer lo que significa ver esa gran araña, esa garra poderosa, esa maquinaria increíble cuando comienza a moverse, como si cobrara vida y se desplazan las rampas que unen el centro del escenario con un pasillo circular que lo rodea como un anillo. Por momentos, quedan sólo en el centro del escenario Bono y Mullen, mientras The Edge va por el puente hacia la platea que está a espaldas del grupo y Clayton circula por el anillo. Todo esto hace que la sensación de cercanía con el público aumente. Además, sobre ellos una gran pantalla circular reproduce y agiganta lo que sucede. El cantante sabe cómo usarla: se acerca a la cámara para que su rostro se vea allí arriba en dimensiones sobrehumanas, o se las ingenia para que sea el público el que se vea reflejado allí.
"Este lugar tan lejano parece muy cerca de Dublin", dijo Bono, y luego, para refrendar su amor, a la hora de presentar a la banda agregó apodos a cada uno; el suyo fue Carlitos Apache Bono (una referencia, claro, a Carlos Tevez).
Todos cantaron temas bien conocidos como "I Still Haven't Found...", "Beautiful Day", "Sunday Bloody Sunday" o "Where The Streets Have No Name". La estructura aún tendría más mutaciones, como cuando bajó hecha gran pantalla en "City of Blinding Lights", antes de un final a lo U2 con "With or Without You" y "Moment of Surrender".
Por Gabriel Plaza
Fuente: diario "La Nación"
Más información: www.lanacion.com.ar
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