jueves, 5 de mayo de 2011
JULIUS CUMPLE 40 AÑOS (Escribe Mirko Lauer, para el Diario LA REPÚBLICA)
http://www.larepublica.pe/05-05-2011/un-mundo-para-julius-cumple-40
Cuarenta años después, Un mundo para Julius sigue siendo un tomo de lectura muy fresca, aunque le sigan sobrando páginas. La estupenda novela lanzó una carrera de éxitos personales, pero luego Alfredo Bryce Echenique nunca escribió nada mejor. En verdad no necesitó hacerlo: el emblemático mundo del primer personaje en cierto modo aparece en todas sus novelas.
La obra creó la ilusión de que revelaba interioridades de la oligarquía peruana, con el niño rico Julius como un tour conductor perspicaz y amable. De paso reintrodujo y legitimó en la narrativa el humor, perdido desde el primer tercio del siglo XX. Sobre el abismo social, Julius precede al hilarante Pantaleón de Mario Vargas Llosa (1973).
Aparte de ganar lectores en todo el mundo, en 40 años la novela ha inspirado a un par de generaciones de jóvenes escritores decididos a explotar, y de paso destripar, el opulento mundo de sus padres. La intimidad de los poderosos irónicamente expuesta ante la mirada de los lectores, en lo que apareció como un ejercicio progresista.
Julius y el lenguaje bromista se han multiplicado. La novela La sociedad de los limeños muertos, de Manuel Delgado, o los cuentos de Peces de colores, de Ismael Barrios, ambos del año pasado, son buenos ejemplos recientes de la corriente. Algunas novelas de Jaime Bayly son la versión carnívora de estos ejercicios de literal parricidio literario.
¿Todavía se puede conocer la vida diaria de la oligarquía a través de Un mundo para Julius? La versión de Bryce, a tres años del golpe de Juan Velasco Alvarado, quizás ya estaba algo fechada. Algunos de los nombres y los usos todavía están allí, pero la precisión sociológica, si algo vale, ya no parece estar toda allí.
Pero la novela de Bryce también puede ser vista como parte de la larga tradición de visiones narrativas sobre la infancia. Aquí los buenos nombres abundan, desde el niño Ernesto de José María Arguedas hasta el joven Claudio de Edgardo Rivera Martínez, pasando por la Ximena de Laura Riesco. Todas a su manera agudas celebraciones de la ternura.
Julio Ortega ve en Un mundo para Julius una novela de la educación sentimental. Pero la sensación es que fue recibida en 1971 más bien como un texto de revelación social, y en esa medida una forma amable, de salón, digamos, del pulseo entre las clases. La verdad es que siempre mereció una lectura más profunda que eso.
En lo social, el mundo de Julius es un ciclo cerrado. Se sostiene en la imaginación quizás porque aún no han aparecido las novelas del dinero emergente. Pero en lo literario la novela merece ser leída y releída por su núcleo de precisión frente a los sentimientos. Junto con los cuentos de Luis Loayza, la mejor lección proustiana de nuestras letras.
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