Cuatro o cinco años. Ese es el tiempo que deberá pasar antes de que el país domine la tecnología que permite fabricar baterías de litio. Esa es la conclusión a la que arribaron científicos nacionales que se reunieron hace dos días en Jujuy para debatir sobre el tema. El dato no es menor: las salinas de la Puna concentran una riqueza incalculable de ese mineral, que se perfila como sucesor no contaminante del petróleo en el rubro automotriz.
La Argentina tiene la tercera reserva mundial de litio, detrás de Bolivia y Chile, y al menos doce empresas transnacionales ya realizan tareas de exploración. Manejar la tecnología para fabricar baterías es clave para que el recurso no quede en manos extranjeras.
“Es evidente, después de escuchar la exposición de los diversos grupos, que necesitamos trabajar en conjunto para avanzar más rápido. Por eso el Ministro se comprometió a financiar esos esfuerzos”, señaló Rodolfo Tecchi, miembro de la Agencia Nacional de Promoción Científica. Los grupos a que hace referencia pertenecen a la Comisión Nacional de Energía Atómica (Conea), al Invap, a la UBA, al Conicet y a la Comisión Nacional del Actividades Espaciales (Conae) que necesita baterías para los satélites. Y a partir de ahora, a través de un acta acuerdo que firmaron los ministros de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, y de Industria, Débora Giorgi, conformarán un Grupo de Trabajo que recomendará políticas y acciones que aceleren el proceso.
Los científicos también analizaron la fragilidad de los ecosistemas donde está el litio: salares donde la vida se impone a condiciones extremas, desde vicuñas hasta bacterias muy similares a las que habitaron el planeta hace millones de años (estromatolitos), sobreviven a la altura, los rayos UV y a la escasez de agua.
Los salares pueden tener un espesor de hasta varios metros y, en general, se encuentran en zonas de alta evaporación y escasas lluvias. El agua se acumula bajo la superficie en las denominadas salmueras, que se someten a evaporación para precipitar las sales. El litio queda en solución dentro de la salmuera concentrada y se lo obtiene en la planta química. El resto del material se devuelve a la salina. La obtención del litio metálico, en cambio, requiere de tecnologías más avanzadas.
María Eugenia Farías, investigadora del Conicet, lidera el equipo de Proimi (Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos) que estudia los ecosistemas en lagunas hipersalinas ubicadas sobre los 4.000 metros sobre el nivel del mar. Un verdadero patrimonio ambiental y genético que podría generar patentes de aplicaciones biotecnológicas, cuya preservación preocupa a este grupo de científicos. “Logramos que la Unesco declare Patrimonio de la Humanidad a Laguna Diamante y que el gobierno de Salta designe como área protegida a la Laguna Socompa y a Ojos de mar, de Tolar Grande”, explica Farías. Esas lagunas y los estromatolitos se localizan en la eco región Puna-Altos Andes –la reserva mineral más importante del país–, que desde hace tiempo sufre el impacto ambiental de las actividades humanas, como introducción de ovejas, y construcción de caminos y gasoductos hacia Chile. Ahora se suma la explotación minera.
Farías admite que la extracción de litio “es una de las menos contaminantes y sería una buena noticia para el medio ambiente ya que reemplazará al petróleo. El tema es que las reservas de litio están en un ambiente muy frágil, que tiene la clave no sólo de grandes enigmas científicos, sino también la respuesta a grandes desafíos biotecnológicos. Estamos ante una gran oportunidad de transformar una actividad productiva en una sustentable que preserve el medio ambiente. Depende de la responsabilidad con que, como sociedad, encaremos este proyecto”. Y como científica que es, dice que “tratar de evitar la explotación es querer parar un huracán con un dedo. Por otro lado, sería tonto quedar al margen del desarrollo económico que traerá. Pero es imprescindible una política de estado en medio ambiente; los estudios de impacto deben ser evaluados por comisiones de expertos independientes de las mineras y ahí los investigadores del Conicet pueden aportar. Este encuentro es un buen comienzo”.
Y muy oportuno por cierto. En marzo de este año el gobernador jujeño, Walter Barrionuevo, decretó que el litio es “recurso estratégico” de la provincia, donde la mayoría de las empresas mineras tienen sólo permiso de exploración –aunque la canadiense Lithium Americas comenzó a construir una planta piloto de carbonato de litio en la localidad de Cauchari-Olaroz que, se estima, entrará en operaciones a fin de año–. El documento establece que los proyectos de explotación serán sometidos al estudio de un comité coordinado por el Ministerio de la Producción e integrado por expertos del Conicet, de la Universidad Nacional de Jujuy, de la Secretaría de Gestión Ambiental y de la Dirección Provincial de Minería. El comité hará recomendaciones y la palabra final será del Ministerio de la Producción y la Secretaría General de la Gobernación. Y hace apenas unos días, la provincia dio un paso más en el tema: creó la sociedad Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado (Jemsa), con el objetivo de “apuntalar la industrialización de las riquezas naturales provinciales”.
“Las empresas van a tener que redoblar los esfuerzos en inversión y tecnologías para obtener la recomendación”, señaló Tecchi, para quien no es descabellado pensar que la Argentina, Bolivia y Chile podrían trabajar juntos tanto en la extracción como en la fabricación de baterías de litio. Los tres países conforman un triángulo que la revista Forbes denominó “la Arabia del litio” –suman el 85 por ciento de las reservas mundiales, estimadas en diez millones de toneladas métricas– y que tienen posibilidades de agregar valor al mineral para participar activamente en un gran negocio. El precio del litio se triplicó en la última década hasta alcanzar los 5.500 dólares por tonelada, mientras que el costo de producción se calcula entre 2.000 y 3.000, es decir, tiene una alta rentabilidad potencial. Además, el consumo creció a un ritmo de cinco por ciento anual en los últimos diez años y todo permite suponer que se acelerará en la medida que las automotrices impongan sus autos a batería o mixtos.
En la actualidad, los salares que están en producción en la Argentina son el de Hombre Muerto (Catamarca), en manos de FMC Lithium a través de la subsidiaria local Minera del Altiplano, y el del Rincón (Salta), de ADY Resources, que entró en operaciones en marzo pasado con una fábrica de tres mil metros cuadrados, ubicada a 3.900 msnm. El material que se extrae de estas salinas se exporta a Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, China, Rusia, Japón y Holanda.
Pero para que la actividad represente una mejora concreta para las localidades involucradas, y para que las zonas donde se desarrolla no sean un páramo cuando el litio se agote, es necesario que los gobiernos asuman como políticas de estado el dictado de estrategias que lleven a agregar valor al mineral, de modo tal que Argentina no quede encasillado como proveedor de materia prima.Por Raquel Roberti
Fuente: Miradas al Sur
Más información: http://sur.elargentino.com/
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LA FIEBRE DEL LITIO BOLIVIANO
http://www.elpais.com/articulo/economia/fiebre/litio/boliviano/elpepueco/20090207elpepueco_2/Tes
El salar de Uyuni, una planicie blanca de más de 10.000 kilómetros cuadrados en el suroeste de Boliva, se ha convertido en el centro de atracción ya no sólo para turistas o astrónomos, sino para empresarios interesados en la explotación del litio como fuente de energía alternativa, principalmente para la industria automovilística.
El Gobierno boliviano analizó con empresarios japoneses, en reuniones celebradas en La Paz esta semana, la posibilidad de explotar el litio del salar de Uyuni, cuyas reservas se calculan en unos 100 millones de toneladas, de acuerdo con datos gubernamentales. Los diplomáticos japoneses, que acompañaron a los industriales de las firmas Sumitomo y Mitsubishi, señalaron que, aunque no existen proyectos específicos, el interés se centra en la posibilidad de explotar el litio del salar, en declaraciones recogidas por la prensa local.
"La crisis económica está mostrando lo obsoleta que ha quedado la industria automotriz y refleja el apremio que tiene en cambiar el motor de explosión que usa carburantes ahora de alto costo por otro motor de energía limpia y es aquí donde el litio juega un papel estelar y decisivo", explicó el economista minero Rolando Jordán.
"El litio es el mejor conservador de energía y, aunque se necesita aún bastante desarrollo tecnológico, puede lograrse en un futuro un vehículo con baterías de litio", agregó al justificar el marcado interés en lograr acuerdos con el Gobierno boliviano.
Consciente del valor
Bolivia está convencida del valor que tiene este recurso natural, que se encuentra no solamente en el salar de Uyuni, en el departamento de Potosí, sino en otros más pequeños situados en el departamento de Oruro, y no desea enajenarlos sin obtener importantes beneficios.
Esa ha sido una de las razones por las que decidió suspender las largas negociaciones que, en los años noventa, se entablaron con la Lithium Corporation, que buscaba controlar la mayor fuente mundial de litio.
La Lithium y la Food Corporation son las dos empresas que tienen hegemonía en el país andino tanto en la explotación y producción como en la tecnología para obtener litio metálico, "elemento clave en el proceso de fusión nuclear, que controla y evita la radioactividad", según Jordán.
Tras el retiro de la Lithium, que decidió invertir en el salar Hombre Muerto de Argentina para producir litio metálico, los bolivianos comenzaron a explotar ulexita, bórax y otros minerales no metálicos en el Salar de Uyuni.
El Gobierno del presidente Evo Morales decidió impulsar el pasado año la producción de carbonato de litio con una pequeña planta piloto instalada en las salmueras de Río Grande, con una inversión de seis millones de dólares y un ingreso estimado en 300.000 dólares anuales, una pequeña fortuna para los pobladores que viven alrededor del Salar de Uyuni, en su mayoría agricultores dedicados a la producción de quinua, cría de camélidos y a la venta de sal doméstica.
Para respaldar el proyecto del litio, el presidente Morales colocó el pasado año la primera piedra para la construcción de un aeropuerto en Uyuni, unos 220 kilómetros al oeste de Potosí, obra que no ha registrado grandes avances y se calcula que puede tardar aún un año más en recibir turistas.
Las autoridades bolivianas confirmaron el interés, no solamente de los japoneses, sino de franceses y chinos en la explotación del litio. Sin embargo, cualquier acuerdo está no solamente en manos del Gobierno, pues, de acuerdo con la nueva Constitución Política del Estado ?que se promulgará hoy en La Paz?, serán los pueblos indígenas de la región los que decidan si aceptan o no esta explotación y las condiciones económicas que más les beneficien.
El periodista Emilio Martínez, autor de Ciudadano X, la historia secreta del evismo, señala en una columna en Internet que una de las empresas japonesas interesadas en el litio boliviano, la Sumitomo Corporation, está relacionada con el inversionista George Soros, que "recientemente anunció una inversión multimillonaria para el desarrollo de autos basados en ion litio en la fábrica china Chery".
Según el escritor, radicado en Santa Cruz, Soros tiene participación accionarial en la empresa minera San Cristóbal, que opera en Potosí.
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EL LITIO ¿ESTRATÉGICO Y NO CONCESIBLE?
http://www.gob.cl/blog/2010/08/05/el-litio-estrategico-y-no-concesible.htm
El debate sobre el litio muestra el altísimo interés que genera este mineral, abundante en el mundo, y del cual Chile también tiene reservas, por su condición de mineral no concesible, lo que en la práctica no permite que pueda ser explorado y explotado como el resto de los minerales.
El litio es un elemento químico no metálico, que aunque menos conocido que el cobre, el oro y la plata, tiene múltiples usos en grasas lubricantes, vidrios y cerámicas y especialmente en baterías recargables, que a diario utilizamos en teléfonos celulares y computadores. Entre sus atribuciones, destaca que la minería del litio en Chile, donde se extrae de salmueras, es limpia y segura, con escaso impacto en el medio ambiente.
Nuestro país, generoso en minerales, tiene una de las mayores reservas del mundo y es el mayor productor mundial, con más de 40% del mercado, lo que presupone el potencial desarrollo de un gran mercado y riquezas futuras para Chile. No obstante, usando la demanda proyectada para 2020, bastaría sólo con las reservas del Salar de Atacama para abastecer al mundo entero por los próximos… ¡1.500 años!
Y si bien la demanda ha ido aumentando a lo largo de los años gracias a las baterías recargables, la capacidad de producción sigue estando muy por encima de la demanda. Este es un mercado pequeño, inferior a US$ 500 millones anuales. Como referencia, las exportaciones de cobre de nuestro país, el año 2009, fueron sobre US$ 26.271 millones.
En este escenario, creemos que es por el lado de la demanda donde enfrentamos una oportunidad. Iniciativas como los autos eléctricos, con baterías que utilizan litio, y nuevos usos en acumulación de energía, pueden hacer que el consumo aumente de manera exponencial. Chile sería el principal beneficiado frente a un mercado en expansión al tener reservas y los menores costos de producción.
¿Cómo incentivar estos nuevos usos que hoy se exploran y provocar una mayor demanda? Aunque no tenemos ventajas en investigación y desarrollo en estos temas, sí tenemos la opción de asociarnos con quienes estén a la vanguardia, y tener un marco legal que permita proyectar una producción futura creciente, clave para quienes desarrollan estos nuevos usos.
No obstante, la realidad es que hoy no se puede producir libremente el mineral, dada su condición de no concesible. Si alguien tiene una pertenencia minera puede explotar todos los minerales que encuentre, salvo el litio. Esto es un enorme desincentivo para la exploración. La minería del litio se desarrolla actualmente a través de pertenencias mineras de la Corfo, que tiene contratos de explotación con privados. Pero éstos son periódicos, y establecen límites al mineral que se puede extraer. Este esquema provee un menor resguardo jurídico al inversionista, y genera una serie de problemas de otra índole, como, por ejemplo: ¿en base a qué se asignan los contratos? o ¿cuánto se les autoriza a extraer?
Además de estas dificultades, cabe preguntarse en términos más conceptuales si se justifica que el litio tenga un régimen jurídico distinto y único respecto de los demás minerales. ¿Existe algún argumento sólido para esto? Un ejemplo es Estados Unidos, que suele mantener reservas de materiales considerados estratégicos, y que liquidó su stock de litio hace años en el mercado. Hasta donde sabemos, el litio no tiene ningún tratamiento especial en ninguna parte del mundo, y parece razonable que Chile siga los
mismos pasos.
Sentarse sobre un mineral a esperar no tiene ningún valor. Necesitamos que se desarrollen tecnologías, dar valor agregado al producto, y fomentar la exploración y explotación del litio. El rol estatal es de enorme importancia como regulador, fiscalizador, y facilitador de instancias que generen investigación y desarrollo.
Tomando las medidas correctas podemos soñar con que el litio algún día tenga la importancia que hoy tiene el cobre para nuestro país. La decisión es nuestra, y necesitamos partir por la voluntad de revisar las reglas que enmarcan a la industria, que hoy no responden ni a la realidad del país ni a la del resto del mundo. Nuestro desafío está en iniciar el debate, conocer sus potenciales usos y mercados, así como sus posibles beneficios para Chile, y, a partir de ahí, generar decisiones informadas y proponer lineamientos en base a consensos amplios.
Columna publicada en El Mercurio
GRACIAS
ResponderEliminarmuy bueno besis
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