domingo, 27 de marzo de 2011

¿VOTE POR PPK Y ENCENDERÁ LA PRADERA? (Un artículo de César Hildebrandt)


Contrariamente al pensamiento progresista (que alimenta el movimiento solidario, justicialista y popular en esta parte del mundo) creemos que generar riqueza antecede al existir. Lo opuesto constituye superchería pura. Metafísica. Quiromancia.
La gobernabilidad se consigue restituyendo derechos y libertades; generando competitividad y estabilidad jurídica; pero, sustantivamente, generando riqueza y redistribuyéndola con la mayor eficiencia, para satisfacer el mayor número de necesidades.
A estas alturas, resulta absurdo -y hasta autodestructivo- pensar lo contrario: no existe país desarrollado en el mundo que no cuente con un Estado sólido, eficiente, ubicuo, planificador; no existe país desarrollado que no apueste por el mercado, por la regulación (financiera, monetaria, de bienes y servicios públicos, ambiental) por el bienestar social y por el derecho al desarrollo. O sea, administrar la pobreza no va más.
El justicialismo reivindicador no rinde.
El discurso popular puede tener eufonía, es decir, puede resultar agradable al oído con un conjunto de proclamas en favor de los pobres del mundo y con una batería de maldiciones y diatribas en contra de, por ejemplo, la plusvalía, el capitalismo, la explotación y la infelicidad. Impactando de paso manifestaciones y constructos legítimos como la capitalización, la productividad, la competitividad y el desarrollo sostenible.
Como no se puede vivir todo el tiempo fumando el opio de las ideologías anacrónicas (con sus lemas y euforias revolucionarias); creemos, también, después de leer el artículo de César Hilderandt, que existe en el Perú un grandísimo espíritu reaccionario en la izquierda. .
Y que, sea cual sea el resultado del proceso electoral peruano, el próximo Presidente está en la obligación nacional de apuntalar un Estado Regulador, un Estado Planificador; con servicio civil de burócratas de a verdad; que incremente las posibilidades de hacer negocios, de ahorrar, de invertir, de consumir; y sobre todo que propicie un escenario social que favorezca el desarrollo humano, creando más y mejores oportunidades educativas, culturales, de ocio; mejores servicios de salud, recreación, transporte, vivienda y saneamiento.  
La política que nos ha tocado vivir en el país -para bien o para mal- es emocional, aproximativa, mediática, folklórica. Y como no se sustenta en ideologías, ni en militancias, ni en organizaciones partidarias y ni en espacios públicos de debate (no hablo de chiqueros en donde la gente se insulte a rabiar) corresponde practicar desde los medios, desde la Academia, desde el Estado y la profesiones liberales la docencia política.
Debemos considerar que ni Alejandro Toledo, ni Keiko Fujimori, ni Ollanta Humala, ni Luis Castañeda ni Pedro Pablo Kuzscinski son Víctor Raúl Haya de la Torre o Fernando Belaúnde Terry o Luis Bedoya Reyes o Valentín Paniagua Corazao.
Entonces, como diría Rousseau, "la peor manera de quitarle el temor a los niños es infundiéndoles más temor". Y creemos que César Hildebrandt lo está haciendo.
Nos debe quedar claro también que PPK es un lobbysta entre todas las profesiones, ocupaciones y calidades demostradas y reconocidas. Y, de llegar a la Presidencia de la República, tendrá que postergar o retardar sus vínculos o intereses empresariales en favor de los intereses nacionales. De lo contrario, los mecanismos de defensa de la Constitucionalidad, el juicio al mandatario, la vacancia presidencial, el control interno y el accountability se activarían. Y esto debiera ocurrir implacablemente.
¿El voto por PPK favorecería el aggiornamiento de Sendero Luminoso? Cómo saberlo. En todo caso, nada puede demostrar lo contrario; ni tampoco que con los candidatos restantes ocurra lo mismo.
O ¿Acaso Hildebrandt sugiere que un posible gobierno de Humala se encontraría inmune al senderismo?
 Oscar Contreras Morales.-

Por César Hildebrandt.

Si usted quiere, como querían los marxistas, agudizar las contradicciones del Perú y tensar sus conflictos hasta las cercanías del drama, sea coherente: vote por el estadounidense PPK.
Con ello garantizará que el Convenio 169 de la OIT sea burlado, que el gas de Camisea no se le venda a los peruanos sino a los mexicanos y chilenos (porque eso le conviene a los empleadores de PPK), que lo que queda del Perú sea rematado (incluyendo el agua potable y el Muelle Norte) y que, por último, nos convirtamos, frente a Washington, en una versión todavía más agachada que la del rampante Álvaro Uribe.
PPK no es peruano. Eso está muy bien. Henry Ford tampoco lo era. Ni Teddy Roosevelt. Pero ni Ford ni Roosevelt postularon a la presidencia del Perú.
PPK es un lobista sin escrúpulos, un rudo hombre de negocios que juega a ganador y ya ha obtenido bastante mezclando promiscuamente, desde sus posiciones de ministro y asesor de varios regímenes y de muchas empresas extranjeras, lo público y lo privado.
Es más: yo no sé si PPK es un estadounidense de veras. Lo que sí sé es que es un cosmopolita del billete. Si mañana hubiese guerra entre Estados Unidos y China, PPK se refugiaría en la sede del Banco Mundial. O en algún guarique centroamericano del FMI o en el consulado polaco de Nueva York. Porque PPK no es el tío Sam. ¡Es papá Johns!
Y no necesito decir cuánto demoraría en asilarse en la embajada de los Estados Unidos en Lima si el Perú entrase en conflicto con algún país vecino.
No está prohibido ser una omnívora piraña internacional. Lo que sí es muy mal gusto es que alguien que no cree sino en el dinero nos venga a hablar de políticas de Estado y de justicia social.
Los chicos de las clases A/B no es que se la hayan creído. Es que son tan anarquistas, tan nihilistas, tan computacionales y tan metaleros que no les importa que un extranjero voraz disfrazado de flautista los gobierne. Total, si muchos de sus padres se arrodillaron ante un ciudadano japonés, ¿por qué no PPK? Total, si el Perú sigue siendo una mina, una encomienda, un burdelito, un denuncio, un bosque por talar y montañas de oro que entregarle a los de afuera, ¿no es coherente votar por un exitosísimo expatriado con más de un pasaporte? ¿No es acaso PPK el hombre sin atributos morales que el cine ha hecho héroe y la tele paradigma? ¿No es bacán ser un Michael Douglas en Wall Street?
El problema es que una hipotética elección de PPK nos volverá a ese derechismo pradista que incubó el violentismo de los 60, el golpe izquierdista de los 70, la locura senderista de los 80.
No es la primera vez que el mundo conoce un periodo de bonanza. Entre 1950 y 1975 hubo, en líneas generales una altísima tasa de crecimiento. Y el Perú no fue ajeno a este ciclo. El asunto es que ese cuarto de siglo no fue aprovechado para construir las bases de un Estado moderno y de una sociedad menos equilibrada.
Hoy nos pasa lo mismo.
La prosperidad ha pasado como un bólido delante de las narices de millones de peruanos.
Durante este corrupto segundo gobierno de García, por ejemplo, ha ocurrido lo siguiente:
1. 1. La participación de la remuneraciones del Producto Bruto Interno bajó de 23.1% en el 2006 a 20.9% en el 2010.
2. 2. El ingreso per cápita –ese pendejismo- aumentó en 24.4%, pero los salarios reales bajaron 6%.
Félix Jiménez nos ha recordado que el 77% de la Población Económicamente Activa está en servicios y comercio con sueldos promediales de 650 soles y muy escasa productividad. Y nos ha subrayado que entre el 2006 y el 2010, mientras los García y los Cornejo se llenaban los bolsillos por segunda vez, salieron del país, como utilidades de las inversiones extranjeras 37,000 (trentisiete mil) millones de dólares. ¿Y cuánto entró de recursos externos en ese mismo periodo? Pues diez mil millones de dólares menos de lo que se fue.
Para terminar de persuadirnos, Jiménez se vale de esta pedagógica comparación: en el 2010 se expatriaron, como utilidades de capital foráneo, 8,900 (ocho mil novecientos) millones de dólares es decir 25 mil millones de soles, monto superior a los ingresos anuales de todos los pobres del Perú, los mismos que llegan a los 21 mil millones de soles.
García dice que crecemos. El problema es cómo. Durante el régimen que terminará este julio las exportaciones reales han aumentado 3.8% al año. Las importaciones, en cambio, han crecido a un ritmo anual de 16.6% ¿No era que somos una virtual potencia agroexportadora? No. No es así.
Hace un tiempo, invitado por la universidad católica, vino el economista estadounidense Dani Rodrick, profesor asociado de Harvard a través de la escuela John Kennedy. Rodrick se encargó de recordarnos que no hay crecimiento veraz y sostenido – es decir, desarrollo- sino hay un proceso sin pausa de incremento de la productividad, crecimiento de la demanda interna e industrialización.
Eso supone aquello que aterroriza a los Neanderthal del liberalismo que han monopolizado la agenda política peruana: concertación entre el Estado y los privados y, en algunos casos, sí, no se horroricen: planificación. Como en Corea del Sur o Singapur.
Pero no es posible concertar si el capital nacional es cada día menos significativo. En 1950 el capital extranjero en el Perú representaba, como porcentaje en la generación del PBI, el 10 por ciento. En 1968, cuando los militares nasceríais irrumpieron en la escena, ya era el 22%. Después de Fujimori, en el 2000, esa cifra llegó a 29%. Y en el 2007, con García en la plenitud de su política, alcanzamos el 34.5% de capital extranjero respecto al PBI.
Por eso – y por muchas otras cosas– es que en todas las encuestas realizadas sobre el tema de la situación económica, más del 70 por ciento de los consultados (73.9% en la más reciente) solicita que el modelo cambie. Eso es lo que calla la prensa conservadora y su falange de voces adjuntas.
Hay un malestar extendido en el Perú. Que la prensa lo silencie no significa que no exista. Ese desasosiego tiene que ver con las desigualdades, con la ceguera de la clase política, con las exclusiones, con la corrupción impune. Hay un gran banquete, pero hay millones que lo miran, con rabia, detrás de una alambrada.
Si usted no quiere uno sino varios baguas, una pradera de hierba seca y una chispa en el Vrae, un descontento que radicalice las protestas y haga ingobernable el país, no lo dude: vote por PPK. Si usted quiere otro 5 de abril, vote por quien hará imposible vivir en democracia. Y si usted es de quienes están pensando que necesita un PPK que incendie la pradera para justificar una nueva dictadura, pues lo felicito: va en el camino correcto.
Y si yo fuera Abimael Guzmán me estaría frotando las manos.

1 comentario:

  1. Gracias PPK, por restarle votos a Toledo, Humala será presidente ¡¡

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