sábado, 4 de febrero de 2012

200 AÑOS DE DICKENS (Varios)

Dickens: la pasión de narrar

Arnold Hauser lo definió como "uno de los escritores de mayor éxito de todos los tiempos y quizá el gran escritor más popular de la Edad Moderna". A 200 años del nacimiento de Charles Dickens, más allá de un juicio tan contundente, tenemos ante nosotros una vida y una obra que expresan en forma privilegiada las mutaciones sociales producidas por la revolución industrial y, al mismo tiempo, los cambios decisivos en la producción editorial, los hábitos de lectura y el desarrollo de la narrativa.
Mi propia experiencia de consumidor de historias y personajes me interpela acerca de la singularidad dickensiana. Sus héroes, como David Copperfield y Oliver Twist, autobiográficos o no, marcaron con un fuerte sello algunas de mis primeras lecturas, en versiones reducidas para chicos. Después, en la adolescencia, lo busqué y leí en ediciones integrales, por lo general en traducciones no muy competentes; a pesar de abusos descriptivos, oleadas de sentimentalismo y explícita intención moralista, puedo decir que no me aburrí. Y aunque hace años que lo releo sólo ocasionalmente, debo confesar que sus historias me han quedado fijadas y que esos mismos personajes que frecuenté en el pasado me siguen atrayendo sin remedio. Ahora -suele ocurrir- con su adaptación correspondiente, aunque sin perder su humanidad a veces caricaturesca, desde las pantallas del cine o la televisión.
Charles Dickens nació en Landport (Portsmouth), al sudoeste de Londres, el 7 de febrero de 1812. Se crió en un hogar de modestos recursos: su padre era un empleado de poca jerarquía en el departamento de contabilidad de la Marina. Por fuerza y voluntad propia fue autodidacto; no recibió educación formal hasta los 9 años.
Uno de los episodios más tristes de su infancia fue el encarcelamiento del padre, enjuiciado por fraude y deudas; aunque el período de prisión no fue largo y la familia pudo convivir en la cárcel con el detenido (tal como se autorizaba en aquella época), los hechos dejaron profunda huella en el futuro escritor, que los utilizaría, en forma lateral o directa, en varias de sus novelas (por ejemplo, en La pequeña Dorrit ). También resultó una dolorosa experiencia, cuando tenía 12 años, su trabajo poco menos que esclavo en una fábrica de betún para zapatos; le serviría de punta de lanza para sus denuncias posteriores contra el trabajo infantil, permitido a comienzos de la era victoriana.
La familia se mudó varias veces, hasta recalar, finalmente, en Londres. La gran ciudad sería el escenario de su aprendizaje y de su escritura. Talentoso y precoz, trabajó a los 15 años en un bufete de abogados; en seguida, se destacó como taquígrafo judicial y cronista parlamentario. Leyó a sus contemporáneos y a los novelistas ingleses del pasado, como Daniel Defoe, Tobias Smollett,Jane Austen y su favorito Henry Fielding,el autor de Tom Jones .
A partir de 1833 empezó a publicar, en distintas revistas, bocetos y cuadros de costumbres londinenses, que reuniría en su primer libro, Bocetos de Boz (1835). Su situación económica mejoró rápidamente. En 1836 se casó conCatherine Thompson Hogarth, que en 14 años le daría 10 hijos. A algunos de éstos les puso nombres de escritores compatriotas, como Walter Landor, AlfredTennyson, su amado Henry Fielding y Edward Bulwer Lytton.
Como novelista -sería en adelante su oficio central y la causa de su fulminante popularidad-, Dickens debió someterse al mandato editorial de la época: a partir de 1820, la publicación de los libros por entregas, en revistas habitualmente mensuales, con la consiguiente repercusión en la técnica narrativa, y sus demandas de suspenso, demoras y aceleraciones de la trama, y sorpresas argumentales. Manejó todos estos procedimientos con maestría y les agregó una capacidad de invención y descripción de personajes de inconfundible valor. El público lector se ensanchó: la mensualización equivalía al pago en cuotas actual, accesible a más bolsillos.
Su primera novela, Los papeles dePickwick (1836-37), reveló su don cómico, que en adelante usaría sólo parcialmente. La que siguió, Oliver Twist (1837-38), es uno de sus logros mayores, una poderosa narración social, escrita rudamente y en una cuerda melodramática, pero que convence por su denuncia de la miseria, el significado perverso del dinero, y la explotación de los niños en la Londres de la época.
Con sólo 26 años, ya era uno de los escritores ingleses más prestigiosos. Lo confirmó con novelas como NicholasNickleby (1839-40) y Almacén de antigüedades (1840-41), y con el Cuento de Navidad (1843), donde asistimos a la humanización de Scrooge, un empresario avaro y egoísta. David Copperfield (1849-50), otra de sus grandes obras, es una típica novela de iniciación, que traza el itinerario vital de un joven -en más de un sentido, él mismo- que encontrará la felicidad y la paz sólo después de duras pruebas. El personaje del campechano Micawber, en el que hay ecos del padre del escritor, acentúa el carácter autobiográfico de la novela. Casa desolada (1852-1853), para algunos críticos, como G. K. Chesterton, la mejor novela del autor, descansa sobre todo en el complejo (y moderno) carácter de su protagonista, Esther Summerson.
Pertenecen al último período de CharlesDickens La pequeña Dorrit (1857-1858), Historia de dos ciudades (1859) y, muy especialmente, Grandes esperanzas (1860), con personajes memorables como el protagonista, Pip, otra vez un joven de origen pobre, y la aristocrática y enclaustrada Mrs. Havisham.
En 1858 el escritor abandonó a su mujer para acercarse a su nuevo amor, la actriz Ellen Ternan. El escándalo, en la melindrosa sociedad victoriana, no podía menos que estallar; Dickens quiso justificarse alegando insania de su esposa.
Él mismo había querido ser actor de joven, pero esa vocación se frustró. Lo compensó con las giras de lectura de sus últimos años, que tuvieron gran éxito y le reportaron mucho dinero, sobre todo en los Estados Unidos. Se presentaba, en esas giras, ante grandes auditorios que pagaban su entrada, y leía fragmentos de sus obras, impostando la voz para interpretar a los diversos personajes.
Charles Dickens murió el 9 de junio de 1870, en Gad's Hill Place, de un derrame cerebral. Dejó sin terminar su última novela, El misterio de Edwin Drood . Fue enterrado en la Abadía de Westminster, a pesar de haber pedido, como última voluntad, un sepelio más modesto. La más completa de sus biografías, en la que se marcan con claridad la doble vida, los silencios y las evidencias de un victoriano, es la de PeterAckroyd (1990), con más de mil páginas de investigación exhaustiva.
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La consideración de la obra de Dickensha sufrido pronunciados altibajos a lo largo del tiempo. A su glorificación en vida sucedieron juicios más moderados en las postrimerías del siglo XIX, hasta llegar a la reacción antivictoriana posterior, que lo condenó por "demagógico y vulgar", descuidado en el estilo y la composición de sus narraciones, y creador de caricaturas más que de personajes coherentes. Por tales motivos, se lo quitó (momentáneamente) del panteón de los grandes narradores de su siglo, como Dostoievski, Tolstói, Balzac y Flaubert. Sin embargo, más cerca de nuestra época, se han recuperado sus méritos y, sobre todo, se le ha brindado una mejor comprensión.
Dickens es, para empezar, el gran cronista de las transformaciones sociales producidas por la revolución industrial, con su secuela de nuevos marcos familiares, modos inéditos de ganarse la vida, y cambios forzados de residencia. Compárense, sólo como ejercicio intelectual, las novelas dickensianas con las obras del mismo género de la hoy repopularizada (por las series televisivas) Jane Austen (1775-1817). Se verá cómo unas pocas décadas de diferencia pueden modificar, no sólo el diseño genético de dos escritores, sino también el gusto y la cantidad de sus lectores.
Mientras que la autora de Orgullo y prejuicio se asienta en el mundo de la mediana burguesía agraria, claramente preindustrial a pesar de la inminente llegada de los nuevos telares y enseres mecánicos, Dickens lo hace en la sociedad urbana que se industrializa, con sus correlatos humanos de administradores, prestamistas y niños esclavos. Austen,cronista de estilo cuidado, describe la todavía armoniosa campiña inglesa; Dickens, con escritura torrencial, se convierte en fotógrafo crítico de la nueva Londres, fascinante e injusta. Ambos son, como escritores, conservadores y progresistas a la vez: aunque los protagonistas de sus novelas -casi siempre femeninos en Austen, casi siempre (aunque no siempre) masculinos enDickens- suelen terminar casándose felizmente, queda en esos textos un residuo de rebeldía: el de una sutil defensa del destino de la mujer, en Austen; el de una invicta indignación ante la injusticia, en Dickens. En su momento Virginia Woolf reivindicó a Austen, a costa de Dickens: atribuyó a aquella un sentido de la forma que este último no tendría. Se trata de una discutible suposición.
No puedo sostenerla después de haber revisitado las novelas de Dickens que preferí y que sobreviven en mi recuerdo: David Copperfield , Casa desolada , La pequeña Dorrit y Grandes esperanzas . Dos hombres y dos mujeres. David y Pip. Esther y Dorrit. Quizá no sean un prodigio de forma, pero en su forma hay una respiración humana que de todos modos la habilita. Los cuadros de vida, el horror y la comicidad que describe Dickens pueden convivir con la inteligencia y la moderación de Austen.
En un comentario escrito en 1912, Bernard Shaw afirmó que "la indignación que Dickens promovió se ha difundido y profundizado hasta tornarse un convencido rechazo de toda la estructura industrial del mundo moderno". Lo cierto es que fue fiel a las ideas que había abrazado en su juventud, entre ellas la denuncia de la ya citada explotación fabril y callejera de menores de edad, el señalamiento de la corrupción judicial, y el cerrado repudio de los ajusticiamientos públicos, abolición que pudo ver cumplida en 1868. Como escritor fue un narrador apasionado, un inagotable creador de personajes perdurables, muchos de los cuales son innegablemente grotescos. Pero, según diceHarold Bloom: "habría que mirar a nuestro alrededor".

Dickens en el cine

Quizá Dickens sea, junto con Shakespeare, el escritor más adaptado por el cine y la televisión, principalmente en estudios británicos y en Hollywood. Para limitarnos al cine, hay que empezar mencionando dos magníficas películas inglesas, con perfecto clima dickensiano, dirigidas por David Lean:
Grandes esperanzas
(1946), con John Mills, Valerie Hobson y Jean Simmons; y
Oliver Twist
(1948), con John H. Davies, Alec Guinness y Robert Newton. De esta última hay una estimable versión muda, de Frank Lloyd (1922), protagonizada por Jackie Coogan y con Lon Chaney como el bandido Fagin; una musical,
Oliver!
(1965), dirigida por Carol Reed, y la de Roman Polanski, de 2005. De
Grandes esperanzas
existe una versión fallida, de 1998, dirigida por Alfonso Cuarón, con Ethan Hawke y Gwyneth Paltrow. Merecen ser nombradas las hollywoodenses
David Copperfield
(1935), de George Cukor, con Freddie Bartholomew y W. C. Fields, e
Historia de dos ciudades
(1935), de Jack Conway, con Ronald Colman y Edna May Oliver. Del
Cuento de Navidad
, además de la reciente adaptación de Robert Zemeckis (2009), en 3D y con técnicas del cine de animación, debe mencionarse la clásica versión de Brian Desmond-Hurst (1951), con Alastair Sim como Scrooge. Pueden citarse, todavía,
Los papeles de Pickwick
(1952), de Noel Langley;
La pequeña Dorrit
(1988), de Christine Edzard, con Sarah Pickering, Derek Jacobi y Alec Guinness, y
Nicholas Nickleby
(2002), de Douglas McGrath, con Charlie Hunnam y Christopher Plummer. No resistimos a la tentación de añadir, por lo menos, una miniserie para TV, la excelente
Casa desolada
(2005), dirigida para la BBC por Justin Chadwick y Susanna White.

Por Luis Gregorich
Fuente: La Nación
Más información: www.lanacion.com.ar

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A dos siglos de su nacimiento, desmitifican al genio de Dickens

Hace 200 años, con los acreedores golpeando la puerta de su modesta residencia en Portsmouth, el empleado de la Royal Navy John Dickens esperaba resignado la llegada de su segundo hijo, Charles. La nueva boca que alimentar llegó el 7 de febrero de 1812 y dejó este mundo 58 años más tarde, convertido en una de las más grandes figuras de la literatura mundial.
Periodista, crítico social y, ante todo, autor de obras clásicas como David Copperfield , Oliver Twist y Canción de Navidad , Charles Dickens llegó a lo más alto del podio de la cultura anglosajona. "Shakespeare y Dickens son las figuras más prominentes de la literatura de habla inglesa", afirma Peter Ackroyd, uno de sus muchos biógrafos.
El bicentenario de su nacimiento ha renovado el entusiasmo de los británicos por su genio y figura. Pero no es la apología sino la desmitificación el tono que predomina en la avalancha de recordatorios.
De los libros sobre su vida que se disputan actualmente el espacio en los escaparates de las librerías, por ejemplo, la imagen que surge es la de un Dickens sumamente complejo, traumatizado por la falta de dinero y capaz de una enorme crueldad.
"Descifrar su carácter es como tratar de poner el dedo sobre un globito de mercurio", advierte Robert Douglas-Fairhurst, autor de Becoming Dickens: the invention of a novelist (Convirtiéndose en Dickens: la invención de un novelista).
Según este académico, la vida del escritor quedó marcada por los sueños de grandeza de un padre que terminó en la cárcel por no pagar sus deudas, empujando a su hijo de 11 años a ganarse el sustento pegando etiquetas en botellas de betún en una fábrica infestada de ratas y ubicada a la vera del todavía no canalizado río Támesis. Fue ese descenso a la pobreza lo que le dio el conocimiento de las condiciones deplorables en que vivía gran parte de la población y el impulso, tanto para denunciarlas con su talentosa pluma, como para evitar a toda costa quedar otra vez bajo su merced.
Dickens fue uno de los primeros escritores en sacar provecho de una faceta positiva de la era victoriana: el acelerado incremento en los niveles de alfabetización asociado con un proceso de industrialización que abarató los costos de impresión. Cuando él nació, apenas el 50 por ciento de los británicos sabía leer y escribir, y sólo una minoría podía comprarse tan siquiera un periódico. Medio siglo más tarde, el 85 por ciento de la población tenía tanto la capacidad intelectual como el poder adquisitivo para comprar, por unos pocos peniques, los fascículos semanales de sus novelas.
Para satisfacer a ese enorme mercado, el autor de Historia de dos ciudades -uno de los primeros best-sellers con más de 200 millones de ejemplares vendidos en el mundo- produjo decenas de artículos, cuentos cortos, novelas y hasta se subió a las tablas para dar recitales de lectura considerados precursores de los actuales conciertos de rock.
"El frenesí que su presencia generaba era increíble. La gente hacía colas interminables en frente de los teatros y eran capaces de agarrarse a golpes por obtener un ticket", destaca el prestigioso actor Simon Callow, protagonista de un espectáculo que revela a un Dickens showman y astuto empresario teatral. Esta faceta poco conocida de su vida también anima una muestra en el Museo de Londres (hasta el 10 de junio), donde se exhiben libros repletos de frases subrayadas por el autor para indicar aquellas con mayor valor histriónico.

Amor y escándalo

La celebridad vino acompañada por la quiebra de su matrimonio y el abandono de su esposa, Catherine, por una joven actriz. En su biografía, Charles Dickens: una vida , Claire Tomalin cuenta cómo el escritor manejó hábilmente la prensa para ocultar la escandalosa relación, pintando a su mujer como a una ama de casa incompetente y dominadora. Tan efectiva fue su campaña de calumnias que de sus diez hijos, sólo el mayor, Charley, no terminó dándole a ella la espalda.
Fue a él a quien Catherine le pidió en su lecho de muerte que donara toda su correspondencia a la British Library para que el mundo supiera que "Dickens una vez me amó". Algunos de esos manuscritos forman forma parte de una exhibición dedicada allí a explorar la relación del novelista con los fantasmas, tanto fruto de su conciencia como de su incomparable imaginación ("Dickens y lo supernatural", hasta el 4 de marzo).
De sus novelas se han hecho cientos de adaptaciones cinematográficas. Grandes esperanzas llegará este año de la mano de Mike Newell (director de Cuatro bodas y un funeral ) con las actuaciones de Ralph Fiennes y Helena Bonham Carter. El Instituto de Cine Británico está ofreciendo una extensa retrospectiva.
La BBC, además de emitir documentales y programas especiales, ha generado polémica al agregarle un final a la adaptación de El misterio de Edwin Drood , la historia de crimen y corrupción que quedó trunca por la súbita muerte de Dickens. Un acto de "necrofilia literaria que altera por completo el legado de un artista", según la opinión del crítico Mark Lawson.

OBRAS CÉLEBRES

  • Canción de Navidad Un clásico que muestra cómo una persona avara puede cambiar gracias a la Navidad
  • David Copperfield Es tal vez el libro más autobiográfico de Dickens, que lo definió como su obra favorita
  • Historia de dos ciudades Una novela histórica que describe la vida en los tiempos de la Revolución francesa
HOMENAJES EN BUENOS AIRES

También en Buenos Aires se rendirá homenaje a Dickens. Organizado por el British Council y el gobierno porteño, se realizará el 7 de febrero, a las 19, en el convento de San Francisco (Alsina y Defensa), en el barrio de Monserrat, un encuentro cultural en el que se leerán fragmentos y se harán interpretaciones y narraciones inspiradas en sus obras más importantes. Oliver Twist, David Copperfield, Grandes esperanzas, Historia de dos ciudades, entre otras, serán retratadas por artistas como Ana Padovani, Malena Solda, Martín Kohan, Fernando Noy, María Rosa Lojo, Marikena Monti, Ana María Shua, Ingrid Pelicori, Horacio Peña, Rodolfo Rabanal y Daniel Amiano. La dirección artística está a cargo de Mónica Maffía. Informes en el teléfono
4114-8600     

Por Graciela Iglesias 
Fuente: ADN
Más información: www.lanacion.com.ar

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Publican las cartas de Charles Dickens a su enamorada

A pocos días de cumplirse 200 años del nacimiento del escritor inglés Charles Dickens, en España se lanza Dickens enamorado (Fórcola), un ensayo biográfico de Amelia Pérez de Villar -hasta ahora inédito- que incluye la correspondencia privada y amorosa entre el escritor y Maria Beadnell, su primer y oculto amor.
La relación con Beadnell, hija de un banquero, estuvo apenas reseñada en sus biografías oficiales. Fue un amor en las penumbras que nació en su primera juventud pero sufrió la censura familiar al enviar a la joven a estudiar a París. Sin embargo, el lazo no se rompió fácilmente. "Lady Olliffe me preguntó en París el otro día (nos tenemos cierta confianza, debe usted saberlo) si era cierto que yo había amado a María Beadnell tanto, tanto, tantísimo. Le respondí que no había mujer en el mundo, y había muy pocos hombres, que pudieran imaginarse cuánto", le escribió Dickens.

"Vivió hasta el final inmerso en una vorágine de trabajo, relaciones sociales y desplazamientos. Entró en la vida adulta rechazado por un amor imposible; la abandonó ocultándose de otro pero, en los dos casos, persiguiendo: siempre persiguió algo", cuenta la autora sobre el novelista.

El libro nació del epistolario rescatado del olvido y la censura familiar, publicado originalmente en 1908 en una edición limitada para los miembros de la Sociedad Bibliófila de Boston. Su páginas dan un esclarecedor y documentado retrato de Dickens, y arrojan una nueva luz no sólo sobre la obra del novelista victoriano más universal, sino también sobre los aspectos menos conocidos de su vida y su carácter.

Fuente: Ñ
Más información: http://www.revistaenie.clarin.com

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