martes, 10 de septiembre de 2013

CIUDAD DE SOMBRAS de Allen Hughes (Escribe Raúl Lizarzaburu)


 
Primer largo en solitario del moreno Allen Hughes, que junto a su hermano Albert desarrolló una irregular filmografía: ambos dirigieron, al alimón, el horror gótico de Desde el infierno y el futurista El diario de Eli, vistos en nuestra cartelera, y otros como Dead Presidents y Menace II Society, programados en cable. En 2009 Allen había participado como uno de los varios realizadores del filme colectivo New York, I love you (algo así como la respuesta americana a Paris, je t’aime), y su aventura solista con Ciudad de sombras (Broken City, 2013) como que no ha sido muy afortunada.
Y es una lástima, porque tenía elementos para un resultado, por lo menos, un poco más interesante: un reparto llamativo, un guión (del debutante Brian Tucker) que se mueve entre el cine negro tradicional y el thriller político, un impecable empaque técnico.  Se inicia con un hecho que es más o menos común en Estados Unidos en los últimos años, en este caso Nueva York: la muerte de un joven afroamericano, en oscuras circunstancias, a manos de un policía blanco (Billy Taggart, interpretado por Mark Wahlberg), que es llevado a juicio en medio de las protestas de la víctima y de otros ciudadanos negros. Este sale bien librado ante la justicia, pero el nada santo alcalde de la ciudad, Nicholas Hostetler (Russell Crowe), y el jefe de policía Fairbanks (Jeffrey Wright) lo tienen poco menos que agarrado del pescuezo. Siete años después, el burgomaestre intenta su reelección, y poco antes de la votación, en una disputada campaña con el candidato opositor, el concejal Jack Valliant (Barry Pepper), recurre a Taggart, convertido en detective privado, para una ingrata aunque bien remunerada tarea: seguir a su guapa esposa Cathleen (Catherine Zeta-Jones) ante las evidencias de que tendría un amante. Pero a medida que investiga, toma fotos y hace averiguaciones, comienza a descubrir cochinadas que van más allá de un simple adulterio. 
Pero pese a los giros que va tomando, la trama no puede evitar caer en lugares comunes y un ritmo más bien anodino, hasta que la acción y la violencia más o menos entran a tallar en la media hora final. Una secuencia lamentable es la del berrinchito de Taggart con su novia actriz (Natalie Martinez) después de verla en una ardiente escena sexual en su debut fílmico (en el que se pone un curioso énfasis en lo indie, que van a Sundance y cosas así). Y otra imposible de tragar es la del héroe encontrando información valiosa, que puede echarse abajo la carrera de un político, en un tacho de basura. De los protagonistas, a Catherine se le ve con más aplomo, mientras Crowe y Wahlberg (además uno de los varios productores; otro es el veterano Arnon Milchan) no lucen muy cómodos.  Griffin Dunne aparece unos minutos en la última parte con un personaje que resulta clave en la historia. La fotografía de Ben Seresin es uno de los puntos más altos: aparte de las imágenes de Nueva York (sobre todo las nocturnas), una de las mejores secuencias es la del diálogo entre Hostetler y Taggart en el salón acompañados por una toma envolvente.
Pero no es suficiente. Ciudad de sombras queda como un thriller más. Y si Allen Hughes quiso jugar a que nada es lo que parece, simplemente no le ligó.
 

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