Hija del reconocido director Luis Puenzo, la escritora y
cineasta Lucía Puenzo (n. Buenos Aires, 1976) ve sorpresivamente la luz en
nuestra cartelera, en algunas salas de Cineplanet, con Wakolda (íd., 2013) luego de presentarla en la sección Una Cierta
Mirada en Cannes y el reciente Festival ElCine, al que años atrás había venido
con otros trabajos de interés como XXY
o El niño pez.
El guión, basado en una novela de la propia Puenzo —y que ella misma adapta,
desde luego—, se
ubica en el Bariloche de principios de los sesenta, y se inspira a grandes
rasgos en un episodio real. Narra la historia de un matrimonio, Enzo y Eva
(Diego Peretti-Natalia Oreiro), ella embarazada de gemelos, y su relación con
un doctor alemán que llega al lugar y se aloja en el hotel que la pareja está
por inaugurar. Lo que los hospitalarios anfitriones no saben es que su invitado
no es otro que el siniestro médico nazi Josef Mengele (interpretado por el
español Alex Brendemühl) prófugo en Sudamérica y oculto bajo la falsa identidad
de Helmut Gregor. El acercamiento entre ellos se da a raíz de que la hija de
ambos, Lilith (Florencia Bado, de sorprendente debut), que parece mucho menor
de lo que es debido a que nació prematuramente, se convierte en su paciente y
en conejillo de Indias al recibir dosis de una hormona de crecimiento con el
consentimiento de su madre.
De este modo no solo comienza el vínculo, sino también la
obsesión de Mengele con la niña, favorecida por su labor profesional, y su
expectativa con los bebés que espera Eva. Mientras tanto vamos conociendo sus
actividades: sus experimentos genéticos, su búsqueda de la raza perfecta
(Wakolda es el nombre de una muñeca prototipo que el alemán le propone fabricar
en serie a Enzo), sus reuniones secretas con remanentes nazis, la colaboración
de algunos alumnos —reminiscencias
de los camisas negras— de un
colegio alemán de la localidad. Entonces entra en acción la escéptica fotógrafa
Nora Eldoc (Elena Rogers), que comienza a sospechar del forastero, y de
participación clave en la trama.
Tenemos así un filme con una primera mitad dramática para
ir tomando un giro hacia el suspenso que es más marcado en su última parte,
aunque sin llegar al ejercicio de género. Eso puede ser, según como se vea, una
virtud (un clima de tensión in crescendo) o un problema (alguna falta de
definición), pero la directora Puenzo maneja la situación decorosamente pese a
su final abrupto. Los actores están bien, desde unos Peretti y Oreiro en un
registro distinto al habitual —ella habla alemán muy bien aquí— hasta un Brendemühl cuyo personaje, en
su perfil, está en las antípodas del Mengele/Gregory Peck de Los niños del Brasil. Punto aparte para
la jovencísima Bado, con perspectivas para el futuro. Otro acierto está en la
fotografía de Nicolás Puenzo (hermano de Lucía) que, a despecho de la temática
del filme, saca partido a los alrededores del lago Nahuel Huapi y su
espléndido paisaje.
Sin
ser lograda, Wakolda se puede ver. Y
saludamos la presencia de una producción argentina de cierto nivel en una
cartelera paupérrima y copada por el mainstream hollywoodense.
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