MICHAEL FASSBENDER EL MEJOR ACTOR DEL MUNDO
Parece estar literalmente en todas partes. En el correr del 2011, Michael Fassbender ha sido Rochester en una nueva versión de "Jane Eyre", Magneto en el rejuvenecimiento de los "X-Men" y Carl G. Jung bajo las órdenes de Cronenberg.
El actor irlando/alemán estuvo también el año pasado, junto a Ewan McGregor, en el "thriller" Haywire de Steven Soderbergh, y pronto se lo verá en Prometheus, la precuela de Alien dirigida por Ridley Scott. Y el próximo viernes se estrena en Montevideo Shame, un drama dirigido por el británico Steve McQueen (ningún paren- tesco con el fallecido actor del mismo nombre) en el que interpreta a un adicto al sexo, en un trabajo que ha recibido elogios.
El protagonista de Shame es elegante, atractivo, tiene un buen trabajo y vive en un impecable departamento neoyorquino cuya fría impersonalidad puede ser una prolongación de la propia incapacidad de su dueño para establecer vínculos perdurables con otra gente. Porque el hombre es un mujeriego que adora el sexo pero esquiva el compromiso emocional. La visita de una hermana (la espléndida Carey Mulligan, de Enseñanza de vida) provocará algunos cambios importantes en la experiencia diaria del personaje.
El film de McQueen ha sido descrito como "una exploración inteligente de la anatomía y su diálogo con el espacio", con elogios adicionales para sumanera cinematográfica, hecha de largos planos secuencia que persiguen el silencioso tránsito de su protagonista y la ambigüedad de su interacción con otros personajes. Lo que ese individuo vive es, se ha dicho también, "un simulacro de vida", una mera agitación exterior que disimula mal el fracaso existencial y el vacío. El personaje ha sido comparado con el Patrick Bateman de Psicópata americano de Brett Easton Ellis (interpretado en cine por Christian Bale) aunque, eso sí, sin las pulsiones homicidas.
Shame es el segundo largo dirigido por Steve McQueen, y el segundo en el que trabaja con Fassbender. El anterior fue, en 2008, Hunger, un film donde el actor alemán encarnaba a un militante del IRA, detenido en una prisión británica, que utilizaba la huelga de hambre como arma política.
Quienes han seguido la asombrosa carrera de Fassbender no pueden evitar el uso de una palabra obvia para describirla: versatilidad. Pudo aparecer reducido a piel y huesos (bajó veinte quilos, de ochenta a sesenta) en Hunger, para convertirse luego en el enigmático y romántico Rochester (un personaje con el que tuvo que competir con el recuerdo de versiones anteriores a cargo de Orson Welles y George C. Scott) de la nueva Jane Eyre, adquirir los poderes superhumanos de Erik/Magneto en X-Men: primera generación, o asumir la máscara de Carl Gustav Jung enfrentado a su maestro Sigmund Freud (Viggo Mortensen) en la inminente Un método peligroso de David Cronenberg. Antes había estado también en Bastardos sin gloria de Tarantino.
Pese a la frecuencia y el carácter explícito de sus escenas de sexo, Shame ha podido ser descrita como "un retrtato profundamente antierótico de Manhattan". Lo que el personaje de Fassbender persigue a lo largo de la mayor parte del film es sexo anónimo, en los tiempos que le deja libre el traba- jo en su igualmente anónima empresa. Busca prostitutas, tiene relaciones fugaces con mujeres que se cruzan en su camino, consume pornografía en Internet. En el fondo es una máscara sin sustancia.
La convicción con que Michael Fassbender transmite esa máscara ha sido elogiada por la crítica y le valió un premio en Venecia. El director McQueen se ha asombrado, en cambio, que el Oscar lo haya omitido (ni siquiera una nominación) cuando tuvo espacio para el George Clooney de Los descendientes y el Brad Pitt de El jue- go de la fortuna. Cree encontrar la explicación en el puritanismo norteamericano. El sexo en la pantalla pone nerviosos a los académicos de Hollywood, considera.
En Inglaterra es empero peor, afirma el director. "Nadie quería hacer una película sobre la adicción sexual", explica. La decisión de cruzar el Atlántico y rodar su film en Nueva York fue más práctica que estética, dice también.
De hecho, Fassbender y el cineasta entrevistaron a adictos en recuperación en Londres, pero encontraron muy poca respuesta. Todos temían, al parecer, proporcionar una "mala imagen de Inglaterra". Los neoyorquinos, afirman ambos, resultaron más abiertos y cooperativos a la horade contar sus malas experiencias.
McQueen, quien escribió el libreto junto a Abi Morgan (quien también trabajó en La dama de hierro) admite además que sus dos películas con Fassbender comparten cierta obsesión formal por el cuerpo humano. "Usamos nuestro cuerpo. Todos lo usamos, porque nuestro cuerpo define claramente quiénes somos en realidad. La gente habla, habla y habla, la mayoría del tiempo para soltar tonterías que nadie escucha, ni siquiera nuestros colegas. Hablar es algo que se hace para llenar espacios, para matar el aburrimiento. Shame, por ejemplo, no trata de llenar nada, y sí, hay una relación entre ella y Hunger: si Brandon (el personaje de Michael Fassbender en Shame) vive atrapado en su propio cuerpo, Bobby Sands (el de Hunger) consigue construir su propio espacio en prisión gracias a su cuerpo, al hecho de utilizarlo como arma con algo tan sencillo como dejar de comer".
McQueen no oculta su admiración por su intérprete fetiche. "Michael va más allá de la ilustración", sostiene. "Se las arregla para estar muy cerca del público. A veces un actor se convierte en espejo y reflejo del público, permitiéndole identificarse, simpatizar y relacionarse con él. No hay muchos actores así hoy en día. Todo lo que quieren es convertirse en estrellas de cine y olvidarse del arte, pero Michael es un verdadero artista de la actuación".
Curiosamente, ese artista es mucho más parco con respecto a su trabajo. "No me gusta hablar mucho acerca de mi proceso de creación de un personaje", decía Fassbender al New York Times. "No creo ser particularmente interesante, y no quiero que la gente lo sepa. A veces me siento como si fuera un idiota hablando de mí mismo".
McQueen confirma esa característica parquedad del actor: "Michael es alguien muy directo, simplemente me pregunta y yo le contesto, pero no hablamos demasiado. Si hablas demasiado acabas por no hacer nada, así que nosotros hacemos en lugar de hablar de ello".
Es probable, además, que Fassbender esté harto de responder ciertas preguntas, por ejemplo cuando le inquieren por sus escenas de desnudo en Shame explica que las consideró "importantes". El personaje debía estar desnudo en todos los sentidos del término. De otra manera, afirma, la película no hubiera funcionado.
Como a muchos, a Fassbender le causa cierta gracia el "doble estándar" con que los públicos (y en particular los cineastas, mayormente hombres) contemplan la desnudez masculina y femenina en la pantalla. En particular le llama la atención la reacción ante la desnudez frontal y total. "Las mujeres pueden desfilar desnudas alrededor de uno todo el tiempo, pero los tipos tiene convenientemente los pantalones puestos", comenta. "Me acuerdo de mi madre quejándose de que eran siempre las mujeres las que se sacaban la ropa". Burlonamente agrega: "Esto es para ti, mamá".
A diferencia de otros actores que creen que la cultura está en el teatro, Fassbender ama realmente el cine. "En las escuelas de actuación aprecian sobre todo el teatro, creen que es la forma pura de arte. Yo adoro las películas". Tal vez por eso dejó la escuela y hace mucho cine.
Desde Alemania a Irlanda, y una trayectoria entre el teatro y el cine
Aunque nacido en Alemania y poseedor de un fluido manejo del alemán, Michael Fassbender es irlandés de cultura y londinense de adopción. Nació en Heidelberg, Alemania, el 2 de abril de 1977, hijo de un alemán y una irlandesa, y creció en Killaney, en el condado de Kerry, en el sudoeste de Irlanda, a donde su familia se trasladó para operar un restaurante.
Estudió en la prestigiosa Central School of Speech and Drama, y comenzó su carrera como actor en televisión con la premiada miniserie sobre la Segunda Guerra Mundial Band of Brothers. Saltó al cine con un papel secundario en el film épico 300 (2006) de Zack Snyder, y luego hizo Angel (2007) para el francés Francois Ozon.
Steve McQueen le ofreció su primer protagónico en Hunger (2008), y en 2009 actuó en el drama británico con triángulo amoroso Fish Tank (2009), junto a Katie Jarvis y Kierston Wareing. Los trabajos para cine se han multiplicado en los últimos años.
En teatro dirigió y protagonizó una adaptación escénica de Perros de la calle de Quentin Tarantino (1995), e interpretó a Fedotik en una versión de Las tres hermanas de Chèjov (1999). En 2006 interpretó a Michael Collins en Allegiance de Mary Kenny, que se presentó en el festival de Edimburgo. Actualmente vive en Londres, donde creó la empresa de producción Peanuts Productions.
Próximos trabajos
El equipo formado por Steve McQueen (director) y Michael Fassbender (actor) reaparecerán el año próximo en un tercer film, Twelve Years a Slave, sobre un neoyorquino que a mediados del siglo XIX es secuestrado y vendido como esclavo en el Profundo Sur. También actuarán Brad Pitt y Chiwetel Eljofor.
Entre tanto, es inminente el estreno de Prometheus, la superproducción de ciencia ficción de Ridley Scott. Y dentro de un año Fassbender volverá a actuar a las órdenes del director de Alien en The Counselor, historia de un abogado que se ve involucrado en el tráfico de drogas. Corren rumores de que lo acompañarían Brad Pitt, Angelina Jolie y Javier Bardem.
Por Guillermo Zapiola
Fuente: El País (Uruguay)
Más información: www.elpais.com.uy
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CRÍTICA: Último tango en Nueva York
Corporalidad, deseo, carnalidad. Sin explicaciones psicológicas, sin historia justificatoria, sin más razón que el apremio, la necesidad imperiosa de sexo puro. Sexo entendido también como consumo: encuentros circunstanciales con mujeres y hombres, prostitutas a cambio de dinero, películas, revistas, sexo en Internet, periódicas visitas al baño de hombres de la oficina para la masturbación cotidiana de la tarde.
El director Steve McQueen indaga en las posibilidades y necesidades del cuerpo, del sexo como placer y también como compulsión. Michael Fassbender -quien en la previa Hunger, otra obsesión filmada por McQueen, había llevado al extremo la autoflagelación hasta la muerte- aquí es Brandon, el solitario, el potente y a la vez el desesperadamente necesitado.
El cuerpo vuelve a ocupar el foco de atención, el espacio donde se vive y desarrolla visceralmente el drama de los personajes. Los sentimientos quedan afuera: Brandon parece empezar a sentir algo sólo cuando su hermana Sissy canta una versión personalísima, casi genial, de New York, New York. Ella es quien parece hacerlo revivir, su llegada constituye una sacudida, ella podría ser una puerta de salida de esa desesperada dependencia. O por lo menos, le permite enfrentarla.
Carey Mulligan y Fassbender: dos exquisitos actores en un drama cuyos orígenes están intuidos, nunca explicitados. Lo explícito es la carnalidad de ambos, la angustia, la desesperanza. La única explicación: “No somos malos. Venimos de un lugar malo.”
Y Nueva York como el escenario donde el sexo tiene lugar: sus bares, callejones, hoteles, oficinas, están magníficamente filmados, con sus colores fríos característicos en el cine. Pero podría ocurrir en cualquier otro lugar. Sin embargo, ese es el lugar elegido por este equipo de extranjeros, tal vez por su glamorosa fachada, o por su oculta vulnerabilidad.
McQueen realiza un inteligente uso de los largos planos secuencia cruzados con tomas cortas y ágiles, dotando al film de un ritmo peculiar, intenso y expresivo. Las escenas aparentemente independientes de la vida sexual de Brandon hablan de su dificultad para tener un vínculo profundo. Son elocuentes el levante que logra casi sin proponérselo, por oposición a la frustrada relación con su compañera de trabajo.
Shame constituía un desafío, por lo crudo del tema, por el rigor de su tratamiento. Tanto sexo, y con él, tanta angustia, tanta miserabilidad. No toda la crítica ha aceptado el planteo de McQueen, y se objeta que el film es moralista. No coincido. En todo caso, el título engaña. ¿Por qué Vergüenza? Lo que vive Brandon produce sobre todo tristeza, impotencia. Él no está avergonzado, sino desesperado por su dependencia. Si el tema podría inspirar resistencias, el tratamiento las vence, por su respeto, por su comprensión.
Por Josefina Sartora
Fuente: Otros Cines
Más información: www.otroscines.com
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Cinemark censura el filme
La cadena internacional de salas cinematográficas Cinemark decidió no proyectar en ninguna de sus salas alrededor del mundo la película Shame, Sin Reservas, que se estrena este jueves en Buenos Aires, debido a las escenas de contenido erótico que se muestran.
Según informaron fuentes de la distribuidora del filme, "en Argentina Cinemark no proyectará la cinta del director británico Steve McQueen que estrena en nuestro país este jueves".
La película, que está calificada como sólo apta para mayores de 18 años, narra la historia de Brandon, un neoyorquino con dificultades para la intimidad con las mujeres, pero que al mismo tiempo es adicto al sexo y tiene relaciones compulsivamente.
Fuente: La Voz del Interior
Más información: http://vos.lavoz.com.ar
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