PRESENTACIÓN
El tratamiento dispensado al problema de las drogas ilícitas ha estado inscrito en la ejecución de medidas y la aprobación de instrumentos de carácter eminentemente penales, enfoques que no contemplan el real significado de la demanda en la existencia de este problema, ni como las particularidades socioeconómicas de los países donde se concentra la producción -y su inserción en el concierto internacional- son altamente tributarias del fenómeno de la oferta. El presente escenario, altamente favorable para el crimen transnacional, es el que deberá ser trascendido mediante fórmulas que alejen la amenaza del narcotráfico y otros delitos conexos, alternativas que deberían de surgir de nuestra región, alejando así las amenazas del delito trasnacional.
A través del presente ensayo se busca reflexionar acerca de las particularidades del problema de las drogas en el Perú y como éste se ha venido asentándose en zonas de nuestro territorio inaptas para actividades agrícolas y pecuarias, además de frágiles en términos medioambientales. Estos aspectos deberían ser sopesados para la generación de alternativas válidas para la superación del problema de las drogas ilícitas. Algunas reflexiones acerca del tema de la hoja de coca y su pretendida “vindicación” alegando razones ancestrales, también son efectuadas en este artículo.
HECHOS CENTRALES DEL FENÓMENO EN LA REGIÓN
I) Aspectos Económicos
a) vastos actores económicos no pudieron ser incorporados al proceso productivo, o lo han venido siendo en términos de subordinación frente a inversiones más grandes propiciadas
por el gran capital.
b) A su vez desequilibrios en la balanza de pagos obligaron a aceptar la moneda obtenida del ilícito negocio.
c) La falta de rentabilidad de ciertos bienes agrícolas -en el caso concreto de los productores primarios-, o su lejanía de los mercados, es paliada con la demanda de hoja de coca por parte de un gran mercado ávido de cocaína, controlado por la criminalidad transnacional.
II) Aspectos Políticos y Sociales
a) La falta de incorporación de ciudadanos a los procesos políticos y sociales es reflejo de la ausencia de Estado en la zona, expresada en la carencia de los servicios que le son inherentes (seguridad, salud, educación). Esto propicia el surgimiento de fuerzas paralelas a las del Estado y el Derecho, asociados a la criminalidad transnacional.
III) Caracterización del Problema
a) El fenómeno de las drogas ilícitas descansa sobre las variables “cultivo” (asociada en la región al cultivo de coca), “tráfico ilícito” (la fabricación y comercialización ilegal de drogas) y el “uso indebido” (el empleo de drogas, eventual o habitualmente). De esos tres componentes, las políticas estatales, reflejando la arquitectura internacional de instrumentos sobre la materia vigente, sólo privilegian acciones y gastos en los dos primeros, imprimiendo al manejo de la cuestión un enfoque casi eminentemente “coactivo-represivo”.
b) El especialista peruano Víctor Prado Saldarriaga (1) señala que:
“El denominado ‘problema de la droga’ es uno de los conflictos sociales más complejos y poco solubles, que la realidad vigente impone a los órganos políticos y a la comunidad ciudadana de nuestro tiempo”.
c) La reflexión de Prado Saldarriaga es válida, en la medida que el empleo de sustancias sicoactivas ha sido una constante en la historia de la humanidad. Actualmente la civilización moderna tolera el empleo de ciertas sustancias que, incorporadas al acervo cultural contemporáneo -principalmente por influencia de las sociedades occidentales-, contrasta con otras sustancias de propiedades sicoactivas de orígenes “no occidentales”, las mismas que son estigmatizadas en cuanto a su producción y uso, dispensándose a su obtención y comercialización un tratamiento de “delito” por convenciones internacionales.
d) Por ejemplo, distintos investigadores han señalado que, dadas las propiedades adictivas de la nicotina (sustancia, de comprobado carácter nocivo, que es uno de los componentes del cigarrillo y que explica, tanto la adicción de los usuarios a este producto, como los efectos colaterales de su consumo- el cáncer y enfermedades coronarias, por ejemplo-), la industria y el consumo de tabaco debería merecer un tratamiento igualmente represivo como el que se dispensa a los productores y consumidores de la marihuana o la cocaína. Sin embargo, las bebidas alcohólicas, las energizantes y el tabaco, son bienes objeto de un comercio no solamente socialmente aceptado en la sociedad contemporánea, sino legalmente permitido.
e) Es por eso que resulta válida la reflexión de Prado Saldarriaga, que asigna al problema de las drogas contemporáneo un componente “político” central. El problema -y las soluciones diseñadas- existen, debido a la valoración “política” otorgada al fenómeno. Como veremos a lo largo de este trabajo, dicha “valoración” conoce de influencias mucho más “ideológicas” que reales, tal es, no sustentadas en evidencias científicas y en el planteamiento de soluciones alcanzables, posibles, al problema en cuestión.
f) Siempre citando al experto Prado Saldarriaga, el problema de las drogas descansa:
“…sobre tres ejes, o si se prefiere, variables o indicadores ordinarios. Estos han sido: a) la existencia de sustancias con efectos adictivos (las drogas); b) Un proceso humano de reproducción y comercialización de las citadas sustancias (el tráfico ilícito de drogas); c) Una demanda y consumo de drogas, desviada de los controles y tolerancia social (el uso indebido y la drogadicción). Ahora bien, en la dinámica de desarrollo del fenómeno, los elementos b) y c) han asumido funciones procedimentales (tráfico ilícito) y de retroalimentación (drogadicción). Y ambos han asegurado, con su interdependencia, la supervivencia del conflicto social de la droga.” (2)
g) Merece señalarse, en este caso, que la caracterización ensayada por el autor citado acerca de los componentes del problema, se refiere principalmente al fenómeno de las drogas de carácter ilícito. Y es que, el tratamiento internacional dispensado por las naciones al problema de las drogas, no contempla a las sustancias de origen occidental de naturaleza legal. Esta situación, creemos, forma parte de las antes anotadas “consideraciones políticas” del fenómeno, que distorsionan tanto la identificación del problema, como la búsqueda de soluciones auténticas a la cuestión.
h) No es posible abordar eficientemente esta materia si es que no se considera, en primer lugar, al tema del uso indebido (el consumo), como otro componte central del fenómeno. Las naciones del mundo, preocupadas por la vida e integridad de la persona humana, deciden prevenir el uso indebido de las drogas, así como tratar debidamente a quienes sufren los efectos nocivos de su empleo (la adicción y daños sustantivos a la salud por la ingesta o consumo de éstas).
i) El uso indebido puede estar motivado por factores de naturaleza estrictamente individual, como por influencia de la sociedad donde se desenvuelve el usuario. Lo que si resultará claro es que el segundo y tercer componente del problema: la producción y el tráfico ilícito, constituyen una respuesta a una demanda preexistente. El tratamiento que las naciones han dispensado a estas dos conductas, se inscribe dentro de los denominados ilícitos penales, siendo punibles estos comportamientos, y sus autores, perseguidos por las autoridades competentes.
j) Lamentablemente existe un tratamiento principalmente orientado a perseguir y castigar a los productores y traficantes de drogas (como si de ellos dependiera la existencia de la demanda), quedando reducido a niveles menores la prevención del empleo de estas sustancias, o el tratamiento y rehabilitación de quienes dependen de ellas.
k) Finalmente, no puede dejar de mencionarse el tema de la producción, una de cuyas fases (la obtención de la materia prima para el procesamiento de las sustancias sicoactivas) está directamente asociada a la región en la que se encuentra inscrito nuestro país (uno de los principales productores de hoja de coca, planta de la que se obtiene la cocaína). Las convenciones internacionales para el tratamiento del problema inscriben el cultivo de la hoja de coca como un eslabón más de una cadena delictiva, sin considerar, debidamente, las condiciones económicas y políticas que influyen en la producción de plantas de las que se obtienen drogas con fines ilícitos.
l) El investigador español Antonio García Pablos (3) respecto a las distorsiones de naturaleza política que rodean al problema de las drogas (y al diseño de un conjunto de medidas adecuadas para el abordaje de esa cuestión) señala:
“A pesar de la abundante literatura al respecto, sobre la incidencia real de la droga en la sociedad (…), sabemos probablemente menos de lo que creemos, y, desde luego, mucho menos de los que debiéramos saber, para poner en marcha una política (…) global, coordinada y efectiva, a la altura de los tiempos” .
ANÁLISIS DEL FENÓMENO EN LA REGIÓN
I) Cultivo.- Los sesgos urbanos de las políticas estatales, en detrimento del campo, y las campañas en aras de la expansión de la frontera agrícola (sin mercados para la producción obtenida, o sin considerar el sensible tema de la estabilidad ambiental), pauperizaron el agro en ciertos espacios andino-amazónicos y empujaron a los campesinos a zonas no aptas en la mayoría de los casos para las labores campesinas de agricultura intensiva. Así, sin alternativas legales, con precios deprimidos, sin posibilidades naturales (por las condiciones de la región), el campesino asentado ahí, se vio “arrojado” a la “alternativa” del cultivo de la hoja de coca.
II) Ausencia de Estado.- Debe de tomarse en cuenta la debilidad de los aparatos estatales para la provisión de servicios que les son esenciales (seguridad, educación, salud, transportes y comunicaciones, presencia efectiva de sus representantes). Esa ausencia se ve incrementada en aquellas zonas donde se cultiva hoja de coca, facilitando el surgimiento de un “negocio” con rentabilidad, que amenaza aún más a nuestros Estados e instituciones.
III) Insuficiencia de las políticas diseñadas y en ejecución.- Los países desarrollados lideran una corriente mundial -sustentada en instrumentos internacionales vinculantes y no vinculantes- orientada a otorgar al problema de las drogas ilícitas de soluciones mayoritariamente desde el lado de la oferta (erradicación de cultivos, y la represión de la producción, del tráfico ilícito y de los delitos conexos), trasladando la mayor carga del problema al lado de las naciones productoras de drogas propiamente. Esta percepción," del lado de la oferta", no advierte que el problema de la droga se origina principalmente en el consumo, y que es también allí donde deben de desarrollarse vigorosas acciones mundiales para dar repuesta a esta situación. La persistencia de acciones dentro del enfoque “de la oferta” (muchas veces insuficientes, por ejemplo, al no encarar eficazmente el tema del desvío de sustancias precursoras o el lavado de activos) han contribuido a potenciar los escenarios de violencia en nuestras sociedades, que amenazan a las naciones democráticas. Lamentablemente existe, internacionalmente, un tratamiento principalmente orientado a perseguir y castigar a los productores y traficantes de drogas (como si de ellos dependiera la existencia de la demanda), quedando reducido a niveles menores la prevención del empleo de estas sustancias, o el tratamiento y rehabilitación de quienes dependen de ellas. Una alternativa a ese enfoque podría surgir de nuestra región.
IV) Persistencia de enfoque que potencia la amenaza.- La persistencia de los enfoques bajo análisis, al no abordar las cuestiones centrales, favorecen el escenario favorable para que las modalidades delictivas transnacionales (entre el ellas el narcotráfico) sigan teniendo rentabilidad, condiciones económicas, sociales y políticas favorables, y para que amenacen nuestra estabilidad, orden y nuestras perspectivas de desarrollo.
SOBRE LA HOJA DE COCA: DEL USO RITUAL EN EL INCANATO A SU TRANSFORMACIÓN EN MERCANCÍA
I) De un uso ritual a un elemento de explotación El cultivo, en grandes extensiones, de la hoja de coca (4), en tres países de la subregión andina, ha sido atribuido, en parte, al carácter sagrado, ritual, terapéutico y nutricional del señalado recurso, que sería absorbido por las colectividades nacionales de esos países mediante un consumo “ancestral” sustentado en las señaladas características. Merece, sin embargo, en aras de una real caracterización del rol de la hoja de coca en los espacios de la subregión andina, hasta la actualidad, señalarse que:
“en el siglo XVI, durante la conquista, los españoles transformaron el uso ritual de la hoja de coca dentro de la cultura andina. A pesar de la presión de los misioneros cristianos que asociaban las hojas de coca con el diablo y que, en 1551, el Concilio Eclesiástico de Lima prohibió su uso; en 1567, por orden de Felipe II, la hoja de coca se convirtió en el principal recurso económico de España para consolidar y ampliar su dominación. Por razones eminentemente económicas, se autorizó en esa época el uso y difusión de la hoja de coca, llegando a convertirse en la segunda fuente de ingresos de la Corona” (5).
Fue así como, después de introducirle un valor comercial de cambio; asociaron su producción a la explotación de la fuerza de trabajo en las minas, como una estrategia de control social para la acumulación de capital de la época (6). El investigador Fernando Rospigliosi (7) añade otras interesantes reflexiones acerca del real significado de la coca en el Perú, uno de los países de la subregión articulados al circuito internacional de las drogas ilícitas:
i) “Un argumento simbólico, profusamente utilizado, es que la coca ‘es la hoja sagrada de los incas’, parte insustituible de nuestra identidad cultural y nacional (…) Nadie entiende porqué han sacralizado la hoja de coca, y no la papa o el maíz, productos fundamentales y muy apreciados en la época prehispánica.”
ii) “La explosión del cultivo y cachado de coca tuvo lugar durante la colonia, en el siglo XVI, cuando se multiplicó, según algunos cronistas, por cuarenta o cincuenta, en relación a lo que se producía en el Incanato (8). Esto es fácilmente explicable por la sobreexplotación a que fueron sometidos los pueblos originarios durante la Colonia; está demostrado que los españoles usaron la coca como un producto para –presuntamente- lograr un mayor esfuerzo a un más bajo costo. Y por el hecho de que, a partir de lo anterior, la producción de coca se transformó en una actividad muy lucrativa para los encomenderos (…) En suma, si bien es cierto que la coca tiene un uso que se remonta a miles de años y fue un producto apreciado tanto en la época pre-inca cuanto en la incaica, es más que discutible considerarla como un símbolo de identidad nacional.
iii) “La alternativa es industrializar la coca’. Esa es una de las sandeces más colosales que se dicen respecto a la hoja de coca (…) La razón es simple. La coca tiene dos usos principales: la producción de cocaína y el chacchado (9) . Fuera de eso el consumo es mínimo (…) Las galletas y otros productos similares (hechos a base de hoja de coca) (…) tienen un (…) problema (…) porque, (…), nadie toma en serio el otro mito, el de las propiedades alimenticias de la hoja de coca (que) no posee propiedades alimenticias (10).
iv) Muchos mitos y argumentos falaces respecto de la hoja de coca se utilizan en el debate en el último tiempo, con la finalidad de justificar y favorecer la producción ilegal de esta hoja, cuya inmensa mayoría tiene como destino el narcotráfico. Algunos de los que sustentan estos argumentos lo hacen de buena fe, creyendo favorecer a los campesinos productores, o por razones ideológicas. Sin embargo el asunto es claro: 90% de la hoja de coca (en el Perú) va a las pozas de maceración y sólo el 10% al consumo tradicional y a otros usos legales. El incremento del cultivo de coca significa más adicción, mayor nivel de corrupción, y más recursos para financiar el terrorismo. Esa es una realidad incontrovertible.”
Entonces, el original carácter de la hoja para la civilización nativa, es distorsionado por Occidente (desaparece el rol fundamental que en la vida religiosa, social y económica del Incario tuvo la hoja). Así, se inició el proceso de valorización de la coca como bien susceptible de ser comercializado (entre los colonos), y su llegada a Europa, profundizó su conocimiento científico y amplió el espectro de los usos de la referida planta (11). Hasta llegar al empleo distorsionado de dicha planta como materia prima para la producción de un poderoso estupefaciente. En otras palabras, el valor de uso de la hoja de coca – en la sociedad incaica - es distorsionado y dicha planta es transformada en una mercancía – bien apreciable por su valor de cambio- que contribuye no sólo a acentuar el proceso de superexplotación de la sociedad incaica sometida, sino también a generar una renta concreta en favor de la Metrópoli.
LA CUESTIÓN DEL MEDIO AMBIENTE
I) La selva, a partir de los años 60, se alza como un escape para los sectores campesinos que pugnan por hallar un espacio donde sobrevivir. Esta región fue comprendida en los proyectos de "desarrollo" concebidos por organismos multilaterales, empresas privadas (nacionales y extranjeras), y los gobiernos centrales. Se buscó en la región, o la incorporación de una rica veta abastecedora de ciertos insumos primarios -para la industria o para el mero consumo, interno o foráneo-, o la ampliación de las economías nacionales y sus mercados en el nuevo rol que estas debían cumplir en el concierto económico mundial, o como válvula de escape a las presiones económicas y sociales que se experimentaban en la costa y la sierra, o como medida del gobierno central para ampliar la frontera agrícola.
II) Lo cierto fue que, los problemas mayores del país, que motivaron estas migraciones a la selva -el inicuo régimen de propiedad de la tierra, la ausencia o escasa remuneración de vastos sectores subalternos (los campesinos), por consiguiente su no incorporación a un mercado aún no maduro, la existencia de estructuras oligopólicas y el asomo de los grandes conglomerados económicos, la ausencia de verdaderas estrategias de desarrollo, el sesgo urbano en desmedro de lo rural en el diseño y ejecución de las políticas macro, etc.-, no fueron solucionados.
III) Además, con la consabida excusa de la ampliación de la frontera agrícola, se lanzó a la colonización a un vasto sector campesino, sin reparar que la zona a colonizar (la ceja de selva y la selva alta) es ecológicamente la más frágil de las de la selva (altamente erosionable), el desarrollo agropecuario, por las particulares condiciones de la ceja de selva, no es factible, y que fácilmente, vía un adecuado uso de las tierras ya usadas en la sierra y en la costa, podía aumentarse significativamente la producción, "sin expandir la frontera agrícola" (léase, depredar la selva vía desordenadas colonizaciones).
IV) Era previsible que, ante estas condiciones, la situación de la costa y de la sierra, se reprodujera en la selva. Así, las migraciones -las "conducidas" y las espontáneas- se hallaron huérfanas de servicios sociales, de infraestructura y de mercados. El poder económico, asentado mayoritariamente en las ciudades, continuó influyendo en la formulación de las políticas, no sólo atentando contra las remuneraciones al trabajo ahí invertido (precios bajos), sino procurándose las mejores oportunidades en cuanto a la conducción de ciertos predios. Las tierras de más baja ley, mayoritariamente no aptas para el agro, fueron usadas con este fin, porque para muchos no había otra alternativa. Los pocos conductores de predios apropiados para usos agrícolas, por falta de previsión y planificación de parte de los delineadores de políticas (no servicios sociales, no infraestructura, no mercado), vieron perecer en sus depósitos su producción, o tuvieron que rematarla a precio vil (muchas veces sin retribución efectivizada). La pobreza se manifestó ahí también porque no podía ser de otra manera.
V) Empero, cualesquiera que hayan sido las razones para la migración, amén de lo errado de la conducción de las políticas económicas y agrarias, a pesar que el poder económico (en su lógica de expansión y explotación) ha acaparado algunos de los mejores recursos de la zona (tierras, mano de obra explotada), lo cierto es que, la zona misma de Selva Alta impone restricciones al desarrollo alternativo, la naturaleza de sus suelos y tierras (considerando la proporción de habitantes ahí establecida) no ofrece el espacio suficiente para todos ni perspectivas de desarrollo agrario. En términos económicos, dada la proporción de habitantes ahí asentados, cualquier sustituto o propuesta alternativa a la hoja de coca encontrará el obstáculo de la propia naturaleza.
VI) El conservacionista Marc Dourojeanni señala lo siguiente:
"El primer y más obvio impacto del cultivo de la coca, en las proporciones en que se da, es la deforestación de varios centenares de miles de hectáreas, en gran parte sobre tierras sin aptitud agrícola. La deforestación alcanza (1) Las tierras actualmente cultivadas con coca (… );(2)las tierras que los propios cultivadores de coca utilizan para su sustento y que siembran con yuca, plátano, maíz y otros; (3) las tierras que abandonan por agotamiento de la fertilidad; (4)las tierras que deforestan los campesinos que se alejan de las zonas dominadas por narcotraficantes y terroristas asociados; (5) las tierras que deforestan los cultivadores de coca que son esparcidos por las actividades de represión policial y; (6) la deforestación causada por la construcción de pistas de aterrizaje, de las que se han denunciado más de un centenar simultáneamente y de laboratorios y campamentos. ... se puede deducir sin arriesgar mucho que en toda la Amazonía peruana, la deforestación ligada directa o indirectamente al cultivo de coca tiene un total acumulado de unas 700,000 ha a partir de la expansión cocalera de comienzos de los 70 " (12) .
VII) En la cita, los subrayados e inscripciones en negrita son nuestros. Es que queremos destacar las ideas deforestación y sin aptitud agrícola, que caracterizan a los cultivos de hoja de coca de la región. Nos permitimos ahora, seguir citando al experto estudiado:
“El carácter altamente erosivo de la coca es debido: (1) a las zonas ecológicas donde se le planta y (2) a algunas características de su cultivo, por lo menos en la forma en que este suele ser realizado ahora (...). Estas zonas de vida corresponden a lo que se conoce como Selva Alta y Ceja de Selva (bosque húmedo subtropical y bosque muy húmedo subtropical, N.del A.), la altitud óptima ... se situaría entre los 1000 y 1,200 m.s.n.m., donde el tenor de la cocaína sería más alto (...). En estas regiones predominan terrenos accidentados, con pendientes fuertes (...). Ecológicamente, la coca se sitúa pues en algunas de las zonas de vida más frágiles del país, varias de las cuales son las menos aptas para uso agrícola que existen, por su carácter altamente erosionable . (13)"
VIII) Otros autores destacan el carácter de los suelos que son empleados para el cultivo de la Erytroxylon coca, que no permiten su utilización para propósitos agrícolas. Hugo Cabieses, investigador del Instituto de Apoyo Agrario, es de la misma opinión:
"Pero ¿Cuántos de estos sembríos se encuentran ubicados en zonas donde no se puede producir otro producto que no sea coca? ... a grosso modo diría que no menos del 60% al 70% de estas 300,000 has. están ubicadas en zonas donde no se puede producir otra cosa que no sea la hoja de coca, desde un punto de vista agrícola (14)".
IX) Deforestación y no aptas para su uso agrícola, son los sellos distintivos -en relación a los suelos- de las plantaciones de hoja de coca ligadas a la economía del narcotráfico, asentadas en la selva alta y ceja de selva.¿Por qué son elegidos estos territorios por un vasto sector de los ahí asentados, para las labores de cultivo de hoja de coca?
X) La naturaleza de los cultivos, que tienen como impronta la ilegalidad, ha llevado a que estos se establezcan en zonas de difícil acceso, para evitar su erradicación. Sin embargo, lo cierto es que, en la selva alta, la colonización ha sido por etapas, por épocas, y sobre tierras apreciables por su fertilidad, acceso a los caminos carreteros, y en general a las infraestructuras básicas y servicios sociales. Dado los flujos migratorios recibidos por la región (hablamos en general de la selva alta), la tendencia ha sido a la apropiación de las mejores tierras ("tierras con valor"). Pero como este tipo de "tierras con valor", no son abundantes (recuérdese las características de los suelos de la selva en general), es que un grupo de "desheredados" debe de asentarse en zonas no apreciables en términos de potencialidades agrícolas (laderas, suelos con pendiente, zonas propiamente boscosas), ni próximas a los servicios infraestructurales y sociales, desconectadas de los caminos y de los mercados.
XI) Ahí, por la escasa necesidad de capitales y de ayudas tecnológicas, por las condiciones de altura que favorecen el grado de concentración del alcaloide en la hoja, por su lejanía de los aparatos de poder que reprimen lo ilícito, por lo barato de la mano de obra, es que florece el cultivo ligado a la economía de la cocaína.
XII) Es cierto, como veremos más adelante, que las zonas próximas a las laderas donde principalmente se cultiva hoja de coca, hablamos de los ricos y agrícolamente potenciales valles del Huallaga Central y del Alto Huallaga, pueden ofrecer, previa labor de autentico desarrollo alternativo, posibilidades de una salida económica distinta para la región. Sin embargo, nosotros diríamos que sobre la zona, en caso de verificarse el éxito de una primera etapa de sustitución de cultivos, los campesinos asentados en las zonas cocaleras no aptas para la agricultura, tendrían que buscar zonas apropiadas para el cultivo legal ("tierras con valor"), ejerciendo presión de esta manera sobre los espacios ya colonizados, y agrietando las posibilidades del desarrollo alternativo:
"Si el esquema de sustitución tuviera éxito, los nuevos agricultores legales empezarán a ejercer presión sobre las actuales áreas de tierras con valor, es decir, aquellas que cuentan con infraestructuras y servicios. Esto, por lo demás, en un contexto en el que se permitirá la adjudicación de fundos de gran tamaño dentro del esquema de zonas empresariales y el espíritu del D.S.011. Ahora bien: Ibán de Rementería ha calculado que para compensar el ingreso que la producción de coca proporciona actualmente, se requiere actualmente establecer al menos 106,500 hectáreas en el Huallaga dedicadas al cultivo del café, cacao, palma, y otros productos agrícolas. Esta área viene a cuadruplicar la actual superficie cultivada con productos legales (y a duplicar el área que se estima, ésta dedicada a la coca). El efecto previsible a corto y mediano plazo sería la profundización del fenómeno del minifundio, que esta zona ya experimenta en cierto grado, pues para que el esquema tenga éxito los agricultores deberán contar no sólo con tierras "disponibles" y eventualmente tituladas, sino con tierras con valor donde su producción pueda ingresar al mercado en términos relativamente ventajosos." (15).
XIII) La Selva Alta, por sus particulares condiciones es poderosamente tributaria del fenómeno de la coca en el marco del tráfico ilícito de drogas, y ofrece obstáculos poderosos para su erradicación.
XIV) El cultivo de hoja de coca se realiza mayoritariamente en zonas de la Selva Alta, las cuales son susceptibles a erosión dada su posición inclinada. Como apunta el experto Dourojeanni, este cultivo, con los de rocoto y maíz en surcos a plena pendiente, son los más erosivos. Los cocaleros en sus esfuerzos por obtener suelos de mayor fertilidad natural, talan inmensas áreas de bosque, acelerando así el proceso de desertificación de la selva. Según Dourojeanni, varios millones de hectáreas de bosque de la selva alta, en especial de gran pendiente, han sido devastados por los agricultores migratorios. La erosión hídrica insidiosa y violenta (huaycos y aluviones), tiene consecuencias sobre vidas y bienes, así como es responsable de la sedimentación de los ríos. Las inundaciones de la selva baja, por la pérdida de la capacidad retentiva de las cuencas y por los sedimentos arrastrados, es otra de las consecuencias. Los compuestos que son empleados en el procesamiento de la hoja de coca, afectan los recursos hidrobiológicos de los ríos, y al hombre mismo. Para citar sólo un ejemplo, la acción del ácido sulfúrico, tiene efectos corrosivos, tóxicos e irritantes, para todos los tejidos de los seres vivientes. "Además, por su alta miscibilidad con el agua no hay forma como evitar su envenenamiento crónico" (16). El uso indiscriminado, para aumentar la cosecha, de sustancias como el Paraquat, Malathión y Tamarón, genera desequilibrios ecológicos, problemas de salud y pérdidas económicas.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
1. Casi la totalidad de los instrumentos, estrategias, y programas antidrogas vigentes no ataca frontalmente las causas del problema, sino tan sólo los efectos o las manifestaciones más sensibles del tema, especialmente frente a la opinión pública: por ejemplo es el caso de las economías rurales subordinadas a los circuitos ilegales, como la de nuestros países.
2. Como respuesta regional frente a las amenazas de este fenómeno a su estabilidad democrática, debería propiciarse un enfoque más pragmático y menos ideológico, un enfoque basado en las pruebas y guiado por el principio clave de la reducción del daño (énfasis en Salud, Desarrollo Rural, Seguridad Ciudadana) a los efectos de restablecer el equilibrio y se transforme en un marco más amplio que deje espacio a la diversidad en la elaboración de políticas nacionales y regionales.
3. Las medidas a ser aplicadas en el ámbito interno deben reflejar las reflexiones efectuadas acerca de la necesidad de impulsar un tratamiento internacional diferente al problema de las drogas ilícitas (proporcional, transparente, creíble y verificable). Internamente, las políticas no deberían incidir solamente en aspectos de mera represión al delito, sino también de prevención del uso indebido, de rehabilitación de los consumidores habituales, así como en alternativas viables que rompan la inserción de sectores de la economía y la sociedad peruanas a la cadena internacional de las drogas ilícitas.
4. Asimismo, la represión al delito, internacional e internamente, debería incidir más en la persecución y castigo al lavado de activos y al desvío de sustancias químicas empleadas en la fabricación de drogas, modalidades delictivas centrales en la sostenibilidad del delito de tráfico ilícito de drogas.
5. Es importante considerar las dimensiones medioambientales en el problema de las drogas ilícitas y las graves consecuencias que los primeros eslabones de la cadena delictiva (traducidos en el cultivo y producción de drogas) vienen generando al ecosistema y a espacios altamente frágiles.
6. La hoja de coca he venido siendo objeto de campañas favorables a su “vindicación”. Estimamos que ella ya se efectuó a través de la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas de 1988 (al garantizar la preservación de los usos tradicionales), pero que no anula el hecho que hay una enorme producción destinada a la obtención de pasta básica y clorhidrato de cocaína, y que la misma no puede estar inscrita en los así llamados “usos tradicionales”.
7. Debe señalarse, finalmente, que las consecuencias del narcotráfico, de no ensayarse medidas como las sugeridas, degenerará en mayores escenarios de violencia, inseguridad, corrupción, distorsiones en la vigencia de la ley y en los modelos de crecimiento y desarrollo que dan sustento a nuestra democracia.
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[1] PRADO SALDARRIAGA, Víctor; “El Tráfico de Drogas en el Perú. Enfoque Político Social”, Lima, Cuzco Editores, 1989.
[2] PRADO SALDARRIAGA, Víctor, Op Cit.
[3] GARCIA PABLOS, Antonio; “Bases para una política criminal de la droga”, Madrid, 1986.
[4] La planta de hoja de coca (Erythroxylom coca, de la familia de las Erithroxiláceas), es originaria de los andes orientales del Perú y Bolivia. En el mundo prehispánico, la mencionada hoja tuvo un uso "médico-mágico y de adivinación..., y era uno de los productos importantes para establecer los vínculos de reciprocidad", como anota
[5] ROJAS RODRIGUEZ, Cristina, “Aspectos Históricos y Económicos sobre el Tráfico de Drogas frente a las relaciones de cooperación internacional que rigen la materia”; en: Revista de la Asociación de Ciencias Penales de Costa Rica, N° 7, San José, julio 1993.
[6] DEL OLMO, Rosa, “El Nuevo orden económico de la droga y su impacto en América Latina”, en: Revista del Colegio de Abogados Penalistas del Valle, N° 20, vol. XII, Cali, 1989.
[7] ROSPIGLIOSI, Fernando, “Coca Legal e Ilegal en el Perú”, en: Debate Agrario Nº39, Centro Peruano de Estudios Sociales CEPES, Lima, 2005.
[8] En la época incaica “(…) mascar coca era privilegio de la nobleza (…) Durante el Gobierno de los Incas la coca había sido un privilegio de la familia real y los sacerdotes, pero después de la caída del imperio las hojas quedaron al alcance de quien pudiera pagarlas y muy pronto toda la población indígena había contraído el hábito.” Cita de Rospigliosi a HEMMING, John, “La Conquista de los Incas”. México, Fondo de Cultura Económica, 2004.
[9] “El principal consumidor de hoja de coca industrial es la Coca Cola que utiliza unas ciento treinta toneladas al año (0,1 % del total de la producción anual peruana para 2004)”, Rospigliosi, op. cit.
[10] “Sus defensores (de la hoja de coca) dicen que tiene un alto contenido en proteínas. Eso es falso en dos sentidos: i) La hoja de coca tiene aproximadamente 13 % de proteínas (otros dicen que hasta un 18%). Sin embargo, otras plantas, como la alfalfa, tienen 50% de proteínas. Desde este punto de vista, los cocaleros deberían transformarse en alfareros, ii) Las proteínas de la hoja de coca (y de la alfalfa, y de otros vegetales) no pueden ser absorbidas por el organismo humano” (Rospigliosi, op.cit, que sustenta sus argumentaciones en un reciente estudio científico de la Dra. Teófila Cordero Vilca “Evaluación Nutricional de la Proteína de la Hoja de Coca” publicado el año 2002 por la “Universidad Nacional Mayor de San Marcos”).
[11] “La coca fue conocida en Europa desde el año 1504, a través de los artículos de Américo Vespucio, calificándola como una hierba estimulante. El Padre Valverde-integrante de la misión conquistadora de Francisco Pizarro-, y el historiador Pedro Cieza de León, así como los cronistas Garcilaso, Acosta, Valera, y Cobo, describieron a sus lectores detalles sobre la hoja descubierta en el Nuevo Mundo. Nicolás de Monardes, en 1580, en Sevilla, hizo la primera descripción botánica que se conoce de la planta. En 1860, Albert Niemann, al sus investigaciones sobre la Erythroxylon coca, reveló que había logrado aislar catorce alcaloides, entre ellos, al más importante: uno al que llamó cocaína. En 1876, Robert Christison, de Edimburgo, calificó a la hoja sudamericana, como el más poderoso antifatigante de la naturaleza. Sin embargo, la ciencia centraría sus esfuerzos en la investigación del alcaloide cocaína. Sigmund Freud, en 1862, advertiría en el curso de sus investigaciones, los atributos anestésicos estimulantes y antidepresivos del alcaloide. Esos efectos antifatigantes llevarían a Mariani y a Penberton, en Italia y Norteámerica, a producir bebidas basadas en la hoja de coca. La casa E.R. Squibb, vía el uso de sodio, kerosene y ácido muriático, ideó una manera más sencilla de extraer el alcaloide cocaína contenido en la hoja.
Investigaciones hechas por científicos creyeron encontrar influencia de la coca en los procesos de aclimatación a la altura, al frío; propiedades en contra del aumento de la viscosidad de la sangre por la altura, propiedades nutricionales, etc. Sin embargo, no existe unanimidad en la ciencia al respecto.
A diferencia del "chaccheo", en donde los efectos estimulantes y antifatigantes son percibidos por el usuario con mayor lentitud (absorción lenta y una eliminación veloz, no permite niveles altos en la sangre", no ocurre lo mismo con la administración vía inyectables o por inhalación, en donde la absorción es más rápida, alcanzando altas concentraciones sanguíneas (ideal para los que usan el alcaloide con fines hedonísticos); en grandes dosis produce alteraciones en el corazón (en el ritmo y en la frecuencia de los latidos), y en la tensión arterial (hipertensión); así mismo, aumenta la circulación cerebral, estimula el sistema nervioso central (excitación, inquietud, locuacidad, sensación de bienestar y euforia), aunque en grandes dosis, todo ello cede paso a la depresión y a deficiencias en la actividad motora. Su uso continuo produce enflaquecimiento, alteraciones en el metabolismo, alucinaciones, delirio con confusiones o sistematizado, adicción y psicosis. En casos graves, hay alteraciones mentales, ideas delirantes y alucinaciones. En dosis pequeñas o moderadas, sin importar la vía de ingreso, produce dependencia patológica; en dosis grandes, puede causar la muerte”. CONTRERAS
[12] DOUROJEANNI, Marc; Impactos Ambientales de
[13] DOUROJEANNI, op. cit., p.284
[14] CABIESES, Hugo; Entrevista con Entorno Económico, Facultad de Economía, Universidad de Lima, 24, Mayo 1991.
*Hugo E. Contreras Morales es Abogado, Licenciado en Relaciones Internacionales y Diplomático de carrera. Es Master en Relaciones Internacionales y Diplomacia con Mención en Derecho de los Tratados en la Academia Diplomática del Perú y candidato al Master en Relaciones Internacionales e Integración en la Universidad Mayor de San Andrés (Bolivia). Ostenta también el Diplomado en Seguridad y Defensa Nacional por el Ministerio de Defensa y el Diplomado en Promoción Comercial y Económica en la Academia Diplomática del Perú. Fue co-autor del Plan Nación Antidrogas 1994-2000. Actualmente es Jefe de la Oficina de Prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores.
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