sábado, 6 de marzo de 2010
CAETANO VELOSO, PARA TODO EL MUNDO
O BAHIANO MAIS ADMIRADO DO MUNDO
Por Carlos Polimeni
Fuente: Miradas al Sur
Más información: www.miradasalsur.com
El destino de Caetano Veloso cambió para siempre un sábado por la mañana de fines de los años 50, cuando ingresó a un negocio del centro de la capital del estado de Bahía, Salvador, para preguntar por las novedades discográficas de la semana. Era un procedimiento habitual, por entonces, pasar por una disquería para pedirle al vendedor, si se era cliente, que pusiera en un equipo los temas nuevos. Caetano escuchó aquel sábado por primera vez la versión de Chega de saudade que lanzaría al estrellato a Joao Gilberto, y sintió en el cuerpo un hilo de electricidad. Al principio no pudo saber bien si le gustaba o no aquello que Joao así con la guitarra mientras la voz jugueteaba con el tema compuesto allá lejos, en Río de Janeiro, por Vinicius de Moraes-Tom Jobin, y necesitó de dos o tres pasadas para empezar a comprender lo que estaba ocurriéndole por dentro.
El mulato se fue entonces a la casa de su amigo negro, Gilberto Gil, que tenía una vocación musical más asentada por entonces. Intentó contarle lo que sentía. Gil, futuro ministro de Cultura del gobierno de Lula, lo atajó: el también había escuchado aquella semana de 1958 el disco en 45 rpm. Y también estaba como loco. Caetano decidió por entonces que sus días como estudiante universitario de Artes ya no tenía sentido. Cuando poco después regresó en ómnibus a su pueblo, Santo Amaro de Puri-ficacáo, una pequeña ciudad del interior profundo de Bahía, supo que tenía algo importante que hablar con su familia. Por suerte la música era algo natural para el mundo de Caetano Vianna Temes Veloso, que tenía siete hermanos, dos de ellos adoptivos, y un entorno en que la música era central. De hecho, a la capital del estado se había trasladado para sus estudios universitarios junto a una de sus hermanas, que sería luego otra estrella de la canción brasileña, María Bethania.
Alguna vez Caetano dijo que esperaba que Brasil se mereciera algún día haber parido un artista como Joao Gilberto, al que jamás dejó de admirar. A los 67 años, y con cincuenta discos en su haber desde que comenzó su carrera, Caetano está en un lugar de consideración mundial tan o más importante que el que alcanzó el loco talento de su maestro. Caetano no sólo es un excepcional autor e intérprete de canciones, sino también un pensador de la realidad política, social y artística de su país, que ha escrito libros de alto valor ensayístico, como Alegría, alegría y Verdade tropical, y ha desarrollado una larga carrera como polemista, sobre todo por su tendencia a pensar diferente de lo que suelen pensar los dueños de las verdades ancestrales, los custodios de la moral media y los acostumbrados a los juicios sumarios. Ha tenido una valentía cívica excepcional a la hora de llevar adelante su obra, porque muchas veces ha luchado contra corrientes muy fuertes.
Caetano era poco politizado para la izquierda orgánica brasileña cuando lanzó el Tropicalis-mo -su intento de sumarle al samba y la bossa Los Beatles y los Rolling Stones-, era inclasificable cuando fue deportado a Inglaterra en 1968 junto a Gil por haber sido ¡encontrados fumando un porro! durante la dictadura militar, era indefendible para la inteligencia cuando se empeñaba en admirar a Roberto Carlos después'de haber compuesto canciones tomadas como contestatarias, era demasiado revoltoso intelec-tualmente cuando tras el regreso de la democracia intentaban disciplinar su pensamiento inquieto, su sexualidad activa, y así sucesivamente, durante años. "A veces me siento un suizo en Brasil", dijo, a contrapelo de la demagogia, en un momento de los años noventa en que intentaba relacionarse con las vanguardias artísticas de Nueva York mientras en su país triunfaba (es una manera de decir: la pasaban mucho por radio y se vendían muchos discos) la música mas cafona y elemental.
La primera vez que se presentó en Buenos Aires, durante la dictadura militar 1976-1983, Caetano recibió una importante cantidad de silbidos en el estadio de Obras cuando esbozó una versión de Mano a mano. Indignado, paró la acción y le espetó al público, ciertamente joven, una falta de respeto hacia la propia cultura. Estaba encantado de poder homenajear a la Argentina cantando un tango del repertorio de Carlos Gardel, pero la gente que por entonces conocía su obra parecía detestar el tango. El paso del tiempo demostró que Caetano tenía razón y de allí en adelante fue su propio público el que empezó a pedirle sus versiones de algunos tangos y neo tangos en las cada vez más frecuentes visitas a la Argentina. En un proceso lento, que comenzó a dispararse en los años noventa, este bahíano diminuto y frugal en persona y portentoso en escena fue convirtiéndose en un mimado de una escena acostumbrada a los grandes nombres de la música universal.
"Ver un show de Caetano puede cambiar tu vida para siempre", dijo una vez el líder de Paralamas, Herbert Vianna. Parte de una generación dorada, que integran también Gal Costa, Milton Nascimento, Chico Buarque de Hollanda, y Tom Zé, además de Bethania y Gil, Caetano es propietario de una cultura musical de una amplitud formidable, que exhibe como sin quererlo, a diferencia de tantos nuevos ricos que citan hoy aquello que aprendieron ayer. Es por eso que fascina a públicos diversos entre sí, que van desde los cultores de los hits radiales hasta defensores acérrimos de las músicas más elitistas, que encuentran siempre en él al Caetano que fueron a buscar, y le perdonan lo que no obtuvieron.
A Caetano, como a Joao Gilberto, le gusta tocar en Buenos Aires porque no están rodeados aquí de las polémicas históricas con la prensa y los críticos en que ¿eligieron? involucrarse en Brasil, donde durante décadas sus pasos, sus ires y venires, estuvieron en medio de intereses legítimos pero también intereses malsanos. Y donde sus enemigos no les perdonan haberlos enfrentado. Aquí uno y otro son artistas envidiables, fieles representantes de la antropofagia que caracteriza la cultura brasileña, músicos populares que sintetizan muchas otros músicos en productos artísticos de una refinación extrema. En el disco que lo trae a Buenos Aires, zii e zie, que grabó con producción de su hijo, Moreno Veloso, acompañado por Pedro Sá, Caetano repite el truco del anterior: un sonido poderoso, roquero, despojado, un seleccionado de canciones más o menos urgentes, como si un ídolo intentase bajar del pedestal al que lo subieron, para mostrarse tan humano como siempre. Llama poderosamente la atención A base de Guantánamo, el tema número seis. La letra dice, apenas: "El hecho de que los americanos /desrespeten los derechos humanos/ en suelo cubano es por demás fuerte/simbólicamente/como para ignorarlo/. La base de Guantánamo/la base de la Bahía de Guantánamo/Guantánamo". Pero hay que escucharlo, porque no es un manifiesto sino una canción. Lo que no dice en la letra, suena en la canción. Eso es, en parte, el efecto Caetano
CAETANO VELOSO, ANTES DE SUS SHOWS EN EL GRAN REX: ‘LA CREACIÓN MUSICAL ESTÁ PULVERIZADA’
Por Diego Fischerman
Fuente: Página 12
Más información: www.pagina12.com.ar
A los 68 años, y junto a un trío aparentemente descarnado y minimalista, Caetano vuelve a Buenos Aires. La banda Cê, el grupo que actuará con él en el Gran Rex este viernes y sábado, está conformada por Pedro Sá en guitarra, Ricardo Dias Gomes en bajo, Marcelo Callado en batería y una especie de cuarto elemento in absentia, su hijo Moreno, productor, junto a Sá, de los dos últimos discos, Cê y Zii e zie. “Pedro Sá y Moreno son mis hijos –el último, biológicamente hablando, ninguno artísticamente: son hijos en la acepción familiera de la palabra–”, explicaba en el folleto de Cê. “Andan por los treinta: tienen una vivencia directa de los caminos que tomó el gusto musical en las últimas décadas e intervenciones personales notables en la orientación de esos caminos. Ricardo Dias Gomes y Marcelo Callado andan por los veinte. Fue Pedro quien sugirió títulos cuando escuchó mis temas y mis ideas. Y nuestra comunicación fue tan clara que en pocos minutos de ensayo las piezas estaban listas para grabar. Todas. Ni una sola se trabó. Todos traían ideas que llevaban las mías a las últimas y mejores consecuencias.” Caetano cuenta, además, que el origen de este grupo tuvo que ver con una idea que venía desde hace rato, la de trabajar con Sá, y que incluso, en un comienzo, ni siquiera pensó que éste se convertiría en su proyecto principal.
El cantante conversó con Página/12 desde Brasil, antes de comenzar la gira que lo traerá a esta ciudad, y habló, entre otras cosas, de lo que significa para él trabajar con su hijo. “Hay un placer especial en tener esa posibilidad”, dice. Y sobre todo si ese hijo es Moreno. Lo que hace con sus amigos es muy refinado e inteligente. Conmigo, ahora ha producido esos dos discos y sin conocer las canciones de antemano. En el estudio nadie es como él: sabio, firme y calmo, con un oído increíble para los sonidos y sus relaciones. Hoy miraba un DVD de un especial televisivo que hice con Jorge Ben a fines de los años ’70. Moreno aparece pequeñito cerca de mí mientras yo canto dos temas. El camina alrededor mío, casi baila un poco, mira hacia mí. Son escenas que yo no veía desde hace casi treinta años. Es impresionante su naturalidad, su calma, su total despreocupación con el público, su confianza tranquila en mí (y yo no parezco darle atención). Era un ángel sencillo. Y sigue siéndolo.
–A lo largo de su carrera ha trabajado con formaciones instrumentales muy diversas, desde cello o guitarra solos hasta orquestas. ¿Qué cuestiones lo llevan a tomar decisiones en ese aspecto? Y en el caso particular del grupo con el que está tocando actualmente, ¿hay una búsqueda particular, más allá de la obvia cuestión tímbrica?
–En el fondo está, para mí, la profundización de la pregunta sobre mis relaciones conscientes con el rock, que empezaron en 1966. Sí, porque las inconscientes han empezado diez años antes. Muchos de los cambios de sonido por los que pasó mi música han sido casi casuales. Pero otros han sido un esfuerzo de crear ejemplos de posibilidad de expresión para los músicos brasileños.
–En Brasil son muchos los ejemplos de un pensamiento de vanguardia, o modernista, asociado a formas muy populares e, incluso, que han logrado gran popularidad. En su obra misma, hay varios de esos ejemplos y un comienzo fundante, podría pensarse, en su trabajo junto a músicos como Rogério Duprat. ¿A qué atribuye esa “naturalidad brasileña” para lograr lo que para gran parte de los artistas del mundo sería absolutamente imposible?
–Me cuesta pensar de esa manera el caso brasileño. Sé que Brasil es original: somos una nación gigantesca, sudamericana, de habla portuguesa, con una población racialmente muy mezclada. Pero las relaciones de la vanguardia o la experimentación con la música popular no son una exclusividad brasileña. Gilberto Gil y yo empezamos con lo del tropicalismo cuando los Beatles ya habían hecho Revolver. Es verdad que la colaboración con los poetas concretos y los músicos de vanguardia de San Pablo (Duprat es el más importante, pero no se puede olvidar a Julio Medaglia) fue particularmente intensa. Aun así, en otra parte estaban los arreglos de George Martin y las experimentaciones de Lennon. Y también había la osadía poética y tímbrica de Bob Dylan. De todos modos, nosotros veníamos de la bossa nova, que, con Joao Gilberto y Jobim, había hecho una revolución. Muchos de los temas eran verdaderas piezas de cámara. Podría decirse que fuimos naturalmente atrevidos.
–El tropicalismo fue un movimiento con fuentes y con alcances y consecuencias que estaban más allá de lo puramente musical. ¿Existiría hoy una posibilidad de un nuevo tropicalismo? ¿Cómo sería?
–Los movimientos surgen cuando son necesarios y posibles. No se puede pensar si hay ambiente para algo como un movimiento. Sólo aquellos que lo estarían tramando ahora podrían tener esa visión. Nosotros no podemos ver. De todas maneras, parece que no es el caso: la creación musical está pulverizada. Pero es así para nosotros. Si hay alguien soñando un cambio en que todo esté involucrado, lo sabremos después. Pero desde ya, el hip hop ha sido un movimiento que cambió la cara de la música y de la industria cultural. Y hay cosas a las que se considera generalmente como expresiones bajas de la cultura, como el funk carioca o la música de carnaval de Bahía, que son movimientos espontáneos.
–En su concepción estética, el cuerpo y lo corporal ocupan un lugar protagónico. ¿De qué manera esa concepción ha ido cambiando a lo largo del tiempo?
–Tengo menos elasticidad que cuando tenía 25 años. Y menos equilibrio. Pero tengo más conocimiento de lo que puedo hacer con el cuerpo mientras canto. Lo mejor es no hacer nada. O casi. Pero que el cuerpo, la presencia del cuerpo, sea algo fuerte.
–¿Cuáles son los músicos que más le han enseñado, tanto en el contacto directo como, eventualmente, a través de discos o conciertos o lecturas? Y en otros campos, ¿qué intelectuales cree que han sido más influyentes para su obra?
–Joao Gilberto es las dos cosas a la vez, alguien que me influyó con su música y que me enseñó con el contacto personal. Con Gilberto Gil aprendí todo lo que podía con solo mirarlo tocando su guitarra. Y Carlos Drummond de Andrade, Joao Cabral de Mello Neto, Clarice Lispector, Guimaraes Rosa, Proust, Stendhal, F. Scott Fiztegrald, Fellini, Godard, Glauber Rocha, Rogério Duarte, José Agrippino de Paula, Augusto de Campos, Chet Baker, Miles Davis, Thelonious Monk, Luiz Gonzaga, Amália Rodrigues, Silvio Caldas, Gardel, Orlando Silva, Henri Salvador, Thomas Mann, Robert Musil, Lorca, Fernando Pessoa, Sartre, Lévi-Strauss están entre los otros. Me formó mucha gente.
–Su actividad como músico cubre unos cuarenta años de excepcional riqueza, tanto en Brasil como en el mundo. Como testigo directo de ese panorama, ¿cuál es su visión actual del paisaje musical? ¿Cree que las nuevas tecnologías y formas de circulación de la música favorecen o perjudican a la creación? ¿Le parece que ha habido un freno en la creatividad o, por el contrario, que ésta se está desarrollando más ahora que en la época en que comenzó a cantar?
–No sé si ahora hay un desarrollo mayor. En general soy indiferente a los cambios de los medios tecnológicos y de los modos de producción. Sé que no es realista sentir así, pero vengo de un ambiente un tanto angelical. Creo que la música encuentra maneras de afirmarse cualquiera sea el panorama. A mí me gusta poder buscar a John Cage o James Brown, a Schönberg o Noel Rosa, Camarón de la Isla o Webern en YouTube y encontrarlos a ellos y con ellos a otros impensados. También me gusta que Babe Terror, el original joven de San Pablo, haya surgido en la Internet. Empiezo a saber utilizar Garage-Band (mi hijo Zeca, de 17 años, trabaja con Live y Logic). Casi no gano dinero con derechos de autor ya. Me gustó el efecto exagerado de AutoTune cuando lo oí en una canción de Cher, hace años. Y aunque ya sea cansador, puede gustarme lo que hace Kanye West o Rihanna con ese tipo de aparato. Lo único que pienso es que la vida es así: compleja. Y que la música la espeja y la transmuta.
–Los sesenta fueron años de discusiones fuertes. El tropicalismo despertó polémicas acaloradas, por ejemplo. ¿Qué queda de esas discusiones? ¿Hay algo que hoy merezca ser debatido con la pasión con la que se discutía entonces? ¿Cuáles son, o cuáles deberían ser, las discusiones del presente?
–Recuerdo haber tenido un embate fuerte con Geraldo Vandré, a quien lo que hacíamos le parecía repugnante y que hacía un tipo de “canción de protesta” que me parecía aburrida. Aunque “Disparada” sea una bella canción. Algunos amigos de la post-bossa nova de Río estaban tristes conmigo (y con Gil) porque pensaban que habíamos traicionado un pacto tácito de desarrollar una versión con armonías sofisticadas del programa “nacional-popular” de las izquierdas. Pero con Chico, por ejemplo, nunca nos dijimos nada malo. Aquellos eran tiempos de alta definición política y estética. No es así hoy. Bueno, hay sitios donde dicha definición es demasiado alta. Y, en realidad, hay ecos de ello por todas partes. La derecha religiosa americana propone decisiones radicales. Muchos movimientos islámicos también. Cuando empezamos con el tropicalismo queríamos diversidad. Pensábamos que el nuestro era un movimiento para acabar con todos los movimientos. No siento una falta de confrontaciones. En general no me parece que le falte sentido al mundo, sino que hay demasiado sentido en todo.
–Cuando se presencia un show suyo se tiene la impresión de un dominio absoluto de la situación, de paz y una seguridad en escena excepcionales. ¿Es realmente así?
–Musicalmente siempre me sentí inseguro. No capto los sentidos de la música con la espontaneidad de un Djavan, de un Joao Bosco. Pero cuando sé lo que hago, lo hago sin miedo. De antemano busco solamente decir lo que para mí es verdad. Así puedo estar tranquilo sobre el escenario casi siempre. En escena, me siento mucho más sereno que cuando tenía 23 años...
VEINTE PREGUNTAS A CAETANO VELOSO
Por: Mariano del Mazo
Fuente: Revista Ñ
Más información: www.clarin.com
Caetano Veloso es uno de los cerebros musicales más poderosos del planeta. Instalado en su doble condición de indiscutido y polémico, debatiéndose entre la tradición y la vanguardia, a los 67 reflexiona sobre su obra, Buenos Aires, la muerte, la canción popular y la belleza de la palabra "cidade". Antes de sus conciertos del 5 y 6 de marzo en el Gran Rex, entonces, veinte preguntas para Caetano. Y veinte respuestas.
1.- Hace poco se te vio en Buenos Aires, en Notorious, el bar donde tocaron Pedro Sá y Doménico . ¿Es habitual que hagas ese tipo de escapadas a esta ciudad?
Me gustaría ir más veces a Buenos Aires, ciudad que me parece muy bella con su armonía visual civilizada. Justo coincidió que podía ir cuando actuaban Pedro y Domenico, así que aproveché.
2 ¿Qué relación tenés con las ciudades? Sin contar las brasileñas, has escrito canciones sobre Nueva York, Roma...
La palabra que más me gusta de la lengua portuguesa es "cidade". La idea de "ciudad" me excita y alegra, aunque "ciudad", en español, no me guste tanto. Tampoco "city", "cité" o "cità" son tan bellas como "cidade".
3 ¿De dónde viene esa pasión por las ciudades, habiendo nacido en el interior nordestino?
Soy urbano. Nací y crecí en una ciudad pequeña pero ciudad-ciudad: tengo una conciencia totalmente urbana, una noción muy clara de la línea que separa la ciudad del campo. Muchas ciudades de los Estados Unidos no me gustan porque no producen esa sensación de que uno está "dentro": son estradas abiertas con casas que no parecen estar comunicadas. Buenos Aires, Madrid, Santo Amaro, París, Nueva York, San Pablo, Río. Esas ciudades tienen lo que me alegra al oír la palabra "cidade" (y no Los Angeles, Brasilia, Tucson o Phoenix).
4 ¿Cómo fueron recibidos tus últimos dos discos "Cê" y "Zii e Zie"?
Mejor de lo que podría esperar. Yo tenía la idea de hacer un disco de rock, más por el lado del rock experimental/independiente. Y pensaba hacerlo bajo un seudónimo. Hice planes con Pedro Sá (quien tocó conmigo en las giras de Noite do Norte y A Foreign Sound) de hacer un CD con mi voz modificada electrónicamente. Mientras tanto yo haría, bajo mi nombre, un disco de sambas nuevos. Pero muchas cosas pasaron en mi vida, no hubo tiempo para desarrollar esas dos cosas y, finalmente, decidí terminar de componer las nuevas canciones rockeras, grabarlas y poner mi nombre sobre la tapa. Imaginaba que los críticos de rock moderno rechazarían el disco y que algunos que desde hace mucho me hostilizaban podrían odiar el trabajo. Pero muchos dijeron que era bueno. Claro que no fue un fenómeno de mercado. Esa fue la historia de Cê. Cuando salió Zii e Zie, los críticos modernitos a quienes había gustado Cê reaccionaron mal. Si vivieras en Brasil entenderías: Cê podía sonar como un disco de adhesión total al gusto anglosajón (aunque no lo fuera); en cuanto a Zii e Zie, bueno, los ritmos y el fraseado nacidos del samba, las letras más llenas de palabras... todo frustraba esa expectativa. Pero la banda sonaba todavía mejor y al público de los shows ese nuevo repertorio le gustó todavía más que el de Cê: los jóvenes que se acercaron por Cê no se decepcionaron, y los viejos admiradores se identificaron más con lo que oían. Es una historia muy rica de significaciones. Es que el rock está en el origen del Tropicalismo y sigue siendo una referencia constante en mi música y mi vida.
5 ¿Intuís cuándo un disco va a gustar, cuándo va a impactar, cuándo va a pasar más o menos inadvertido?
Muchas veces tenemos claro que una canción no podrá agradar a la gran mayoría. Aún así hay sorpresas. No es que no piense en el público cuando compongo o elijo canciones: mi gusto por la canción popular viene de mi participación como oyente. La gente está presente allí, aunque no esté conciente de ello.
6 ¿Se puede ser rockero a los 67 y, además, ser Caetano?
Se puede. Pero yo no lo soy. Soy Caetano porque no tengo alternativa. Rockero no. El rock me interesó a partir de mediados de los '60. Escuché a Elvis (pero más a Chuck Berry y a Little Richards que Elvis) después (y por causa) de los Beatles. No amé el rock de preadolescente, como Raul Seixas o Charly García.
7 ¿Le chupás la sangre a los jóvenes como Pedro Sá, tu hijo Moreno, etc.? (en el buen sentido, claro).
En el buen sentido y quizá en el malo también. Pero no estoy interesado en tener lo que les pertenece a ellos. Sigo discutiendo conmigo mismo sobre el sentido de mis relaciones con la música. Si la persona más querida, como es Moreno, puede y quiere compartir algo de ese trabajo (además de hacer lo suyo, que es de otra naturaleza, más concentrado y elegante, quizá más sabio, como él mismo lo es), maravilla. Chupar la sangre es lo que hacemos todos. Yo le chupo la sangre a Dorival Caymmi y a Amália Rodrigues, aunque ellos estén muertos. Y a Cole Porter, Monk, CharlesTrenet y Carlos Gardel. Y a TV On The Radio, The Smiths, Roberta Sá, Marisa Monte, Animal Colective, Lula Pena, King Sunny Adé o Buika. Mi vida ha sido en su mayor parte chupar la sangre a Gilberto Gil. Y seguimos todos chupando la sangre a João Gilberto.
8 ¿Y ellos te la chupan? (en el buen sentido también, no en el maradoniano)?
Sí, claro. También a Mozart y a Maradona.
9 ¿Sentís el peso de tu propia obra?
La encuentro un tanto sin peso. Me gustaría, por profunda vanidad, hacer algo que tuviese un peso inmenso.
10 ¿Podrías definir con unas pocas palabras qué te ha llevado a ser artista?
El placer de jugar con las formas y las ideas.
11 ¿Se puede hacer algo nuevo en el terreno de la canción popular?
Se puede. Canciones como las de Jobim, Porter, Gardel, Caymmi, Carlos Lyra, McCartney o Chico Buarque son imbatibles. Pero otras vendrán. Los sonidos de la voz, las palabras y el deseo de crear formas con esos elementos es parte de nuestro espíritu.
12 ¿Cuál es el verdadero Brasil? La nación que será potencia petrolera, el país de las desigualdades ...
Brasil es un enigma. A mí, personalmente, siempre me pareció que el enorme cúmulo de desventajas que son la historia y la geografía brasileñas pueden (y deben) ser interpretadas como una bendición. Somos un país americano de habla portuguesa en el hemisferio sur, somos racialmente muy mezclados, hemos sido el último país de las Américas en acabar con la esclavitud. Un gigante mulato que habla portugués. Como herencia de la esclavitud, tenemos una de las sociedades más desiguales del mundo.
13 ¿Y la bendición...?
Todo ello produce una originalidad que es donde vive nuestra tarea, nuestra obligación, nuestro destino.
14 Obama: ¿creíste?, ¿creés?
Sí. Siempre me gustó y me gusta todavía su apariencia y su estilo (lo encuentro muy parecido a mi padre, un mulato de orejas abiertas). El es demasiado significativo como imagen viva de lo mejor de la Revolución Americana para que pueda ser un comandante eficaz de aquella nación poderosa. Siempre hubo algo de políticamente trágico en su clara presencia. Pero elegante es, y eso no se podrá desdecir así tan fácilmente.
15 ¿Cómo influye Internet en tu vida cotidiana?
Escribo y recibo mails. Miro videos en YouTube (de Ezra Pound a Beyoncé). Busco, eventualmente, cosas en Google. Encuentro letras y grabaciones difíciles de encontrar. Pero nunca escribo una letra de música en el ordenador: siempre con un bolígrafo.
16 ¿Qué vas a tocar en Buenos Aires?
El show Zii e Zie. En él están muchas de las canciones del nuevo disco y también canciones (mías y de otros) que me parecieron adecuadas a la banda y al momento.
17 ¿Qué discos tenés pensados para el futuro?
Quiero hacer un tercer disco con la banda Cê. Y, a mi edad, tendré que hacer finalmente el "Acústico MTV" ... Pero mi sueño más fuerte es escribir un repertorio nuevo para la voz de Gal Costa.
18 ¿Qué es lo último que te sorprendió musicalmente?
Joanna Newsom, António Zambujo, Dirty Projectors.
19 ¿ Le tenés miedo a la muerte? ¿O más bien sentís curiosidad? ¿O qué?
Siempre he tenido mucho miedo a la muerte. Pero hace unos pocos años casi dejé de sentirlo. Hace tiempo que me gusta la idea de que no morimos.
20 ¿Existe la canción perfecta?
Algunas dan esa impresión. Night and Day, Bastidores, Volver, Come Together, Come as You Are... Pero luego pasa.
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