miércoles, 3 de marzo de 2010
CHILE: UN MODELO ECONÓMICO CON MUCHAS LIMITACIONES (Diario EL CLARÍN, Buenos Aires)
Por: Hinde Pomeraniec
Las fotos de la desolación poco tienen que ver con las últimas imágenes de Chile ante el mundo, aquellas que mostraban un país que en 20 años de gobierno de la Concertación había logrado elevar sus índices de desarrollo muy por encima del umbral de la región y que exhibía sus políticas sociales como logros de un Estado que había sabido combinar bienestar con capitalismo. El sismo hizo emerger aquello que se mantenía sumergido para no opacar la postal: saqueos y pillaje, pero también condiciones infrahumanas de vida en un sector vasto de la población que debió quedar muy lejos de las cifras que hablaban de un descenso de la pobreza del 40% al 13%. Cobra fuerza aquella imagen del economista marxista Orlando Caputo, cuando habla del "crecimiento empobrecedor" de su país, también el más injusto de la región.
Si el subdesarrollo aflora en su dimensión tercermundista, hay otro fantasma que el terremoto repone y es la discusión por el lugar de los militares en la sociedad y los temores del por ahora oficialismo -fundados en una experiencia atroz- de un avance represivo por parte de los uniformados. Este catálogo de miserias (al que podría sumarse la carroña inmobiliaria) acerca a Chile a la Latinoamérica rezagada de la que parecía alejarse. ¿Hay algo así como una relatinoamericanización de Chile?
"Nos acostamos pensando que éramos un país desarrollado y ahora nos damos cuenta de que estamos mucho más cerca de Haití que de Japón", dijo a este diario Patricio Navia, analista y docente universitario chileno. "La reacción del gobierno y de las instituciones ha sido discreta. No había un sistema de advertencia para tsunamis. Ahí fue donde murió más gente. Después, la ayuda ha llegado en forma lenta y desordenada. Hoy la noticia son los saqueos más que la ayuda. El terremoto no era evitable, pero los saqueos sí", asegura.
"El terremoto dejó en evidencia falencias muy serias, como el castigo a los pobres, por ejemplo, en los malos servicios de salud, con los evidentes daños a hospitales. Y dejará también una sombra sobre Bachelet (y quizás sobre Lagos) porque muchas viviendas sociales y obras públicas han colapsado. La pésima reacción inicial la afectará a ella, porque el retraso en tomar el control en Concepción da cuenta de un problema de liderazgo", escribió a Clarín desde Alemania Carlos Hunneus, el más respetado encuestador chileno. Se sabe que la discusión en el gobierno por el envío de militares fue furiosa. Y volvió a revelar las dificultades que encuentran siempre la izquierda o el progresismo para pensar en políticas de seguridad, un tema que, como preocupación, hegemoniza la derecha. "Por 20 años la Concertación no hizo sino debilitar el concepto mismo de 'orden público'", escribió en el diario La Tercera el sociólogo Fernando Villegas. "¿A qué asombrarse entonces que grupos masivos de ciudadanos se crean hoy con derecho al pillaje si se da la oportunidad?".
"El fantasma de la dictadura está sobre el gobierno de Bachelet", dice Navia. "En cualquier país que funciona, las FF.AA. hubieran salido enseguida a la calle a ayudar. Pero por la memoria traumática de la dictadura, Bachelet no quiso enviar el Ejército a las calles y eso ha facilitado el descontrol".
Para Carlos Peña, director de la Universidad Diego Portales, el sismo "lo hará retroceder algunos años; pero no desmedrará las capacidades que posee el país para reconstruirse". Según Peña, "cuánto volverá Chile a vivir los fantasmas de Latinoamérica dependerá más de cómo reaccione que de los daños. Habrá que poner atención a la capacidad de Bachelet para manejar la crisis (podría despilfarrar su prestigio) y a la del futuro gobierno de rehacer su programa".
Al día siguiente de ganar los comicios, Sebastián Piñera había dicho que, sobre la aceitada pista en materia social y estructural que dejaba la Concertación, aspiraba a que Chile, en los próximos años, alcanzara el PBI de Portugal. Hoy, la ambición de Piñera, empresario exitoso y hombre de la derecha liberal, se ve recortada y ya está modificando el plan de gobierno. Lo que se viene es más pedestre: una obligada reconstrucción de infraestructura y confianza que deberá comenzar el 11 de marzo, en el momento en que Bachelet le traspase la banda presidencial.
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