domingo, 11 de julio de 2010
¿ES VIABLE LIMA? Por Pedro Pablo Kuscynski (Diario CORREO)
Lima se está transformando en una megalópolis de casi 9 millones de habitantes. En 10 años probablemente tenga 12 millones de habitantes y se extenderá desde Ancón hasta Chilca, una distancia de 100 kilómetros. Hoy Lima tiene casi un millón de vehículos, de los cuales más de 100.000 son informales (revisiones técnicas bambas, carencia de documentos, falta de SOAT) y más de la mitad vinieron usados desde el Japón. Estos últimos son los principales contribuyentes al alarmante nivel de contaminación ambiental, el más alto de cualquier capital de América Latina.
¿Qué hacer? Todos los candidatos a la alcaldía metropolitana tienen propuestas que giran alrededor de las mismas grandes prioridades: el transporte público, la prevención y represión de la criminalidad y de las pandillas y bandas, la deficiente cobertura de agua y desagüe. Es importante que se organice dos o tres debates entre los candidatos para aclarar cuáles son las propuestas específicas y cómo se financiarán. El tema de "¿Cómo?" es crucial porque las finanzas de Lima no se conocen bien: lo único que se intuye es que hay bastante deuda y pocos recursos. Los observadores informados piensan que la deuda ya está en su límite legal y que una buena parte de los recursos futuros ya está comprometida para garantizar los pagos de la deuda.
Los últimos dos alcaldes han hecho grandes esfuerzos para mejorar el tráfico y el transporte público pero, pese a ello, la impresión del público es que cada día la congestión empeora: eso no nos debe sorprender porque este año entrarán 100.000 nuevos vehículos a Lima, 70.000 nuevos y 30.000 usados. La paradoja de esta congestión es que Lima es una ciudad con baja densidad poblacional (90 a 100 habitantes por manzana) y vehicular (1 vehículo por 9 habitantes). Las más grandes vías tienen poco tráfico por kilómetro: por ejemplo, la Javier Prado en las endiabladas horas punta lleva tan sólo 8.000 vehículos en cada sentido, un número bajo comparado internacionalmente, como recientemente se lo explicaron al candidato Humberto Lay y a mí los lúcidos expertos Marco Antonio Gamarra y Manuel Antonio Chamorro. Entonces, ¿qué pasa? El sistema no enfatiza suficientemente el transporte público y Lima carece de un sistema central, computarizado e inteligente, de control de tráfico. Además, hay todo tipo de otros obstáculos: "rompemuelles" por doquier en vez de controles efectivos de velocidad, vías con anchos que varían, avenidas que desembocan en cuellos de botella, vehículos dispares (nuevos, viejos, buses, mototaxis), camiones viejos y demasiado cargados, un auge de la construcción para lo cual la ciudad no está preparada, etc.
Hablemos de un tema más: el metro. Lima necesita a gritos un metro (subterráneo sobre rieles) en la parte central de la ciudad, con un sistema de trenes livianos en la superficie en las principales zonas fuera del centro. Claro, todo esto cuesta mucho (inversión de $50 a $75 millones por kilómetro de subterráneo, y $10 a 20 millones en la superficie) pero cada año que pasa hace que cueste más. La parte central es pequeña (entre 10 y 15 kilómetros) y obviamente se necesitará un sistema de subsidios. Pero debemos desde ahora planificar un sistema para lo que será Lima en los próximos 10, 20 y 30 años).
¿Hacia dónde crecerá la ciudad? Probablemente hacia el sur, lo que requerirá una nueva política de organización territorial, que será el tema de nuestra próxima columna. Y de allí iremos a vivienda y a seguridad ciudadana. Tenemos Lima para rato, y también tenemos problemas en las grandes ciudades de "provincia", que son versiones más pequeñas de Lima, con los mismos problemas.
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