Sorpresas te da la vida.
Cuando la cartelera cinematográfica peruana pasaba su peor momento en diez años, aparece este estreno.
Que trae de regreso a un director constante, interesantísimo. Surgido en Alemania a fines de los años 60´ (junto a sus colegas generacionales Wim Wenders y Volker Schlondörff) al influjo de las "olas" y con gran presencia durante la década del 70´. Con el tiempo Werner Herzog se fue alejando del gran público (que pedía distracción y "circo") y entonces, optó por un maduro y libertario "perfil bajo" (ojo, ni subterráneo ni "kinky").
Vimos muchos de sus documentales (y falsos documentales) en algunas de nuestras salidas al extranjero y nos parecieron estupendos.
Herzog está de regreso en Lima. Esta vez aplica en los Estados Unidos una revisión-adaptación de El Teniente Corrupto (Bad Lieutenant, 1993) el inquietante filme de Abel Ferrara.
El título original de la cinta es The Bad Lieutenant: Port of Call - New Orleans; y la distribución ha optado por el descontextualizado y decapitante título Enemigo Interno.
Igual, es altamente recomedable.
A partir de un respeto de las convenciones argumentativas del "policial moderno", Herzog se interna en la urbanidad del Delta del Mississippi, remonta sus "rápidos" y se divierte, simboliza, sueña, "jala", "transgrede", se pone cínico y reflexiona sobre su francoscopia villana, sobre su africanismo, sus mafias, su aire prostibulario y la corrupción policial. Para ello diseña un antiheroe notable; que sintetiza toda la enfermedad contemporánea, a través de esas líneas y líneas de cocaína que jala y lo sobreexcitan; que lo vuelven malo, tolerante e intolerante en partes iguales, fracasado y triunfador. Maldito y redimido. Corran a ver Enemigo Interno.
Oscar Contreras Morales.-
Un maldito polícia en Nueva Orleans (The Bad Lieutenant: Port of Call - New Orleans, Estados Unidos/2009). Dirección: Werner Herzog. Con Nicolas Cage, Eva Mendes, Val Kilmer, Xzibit, Fairuza Balk y Jennifer Coolidge. Guión: William Finkelstein, basado en el del film previo escrito por Victor Argo, Paul Calderon, Abel Ferrara y Zoë Lund. Fotografía: Peter Zeitlinger. Música: Mark Isham. Edición: Joe Bini. Diseño de producción: Tony Corbett. Duración: 122 minutos. Apta para mayores de 16 años. Salas: 33.
Escribe Manuel Yañez Murillo para www.otroscines.com
Junto a My Son, My Son, What Have Ye Done, la otra película que Werner Herzog presentó en el pasado Festival de Venecia, Un maldito polícia en Nueva Orleans plantea una excéntrica aproximación al universo de la demencia urbana. Un ejercicio de antropología suburbial que el director de origen alemán sitúa en el corazón de una América que bascula entre lo mitológico y lo onírico. A Herzog le interesa investigar el modo en que el contexto social responde ante los trastornos psicológicos de sus habitantes y parece llegar a la conclusión de que, en el mundo actual, la supervivencia pasa por la locura. El resultado, es una película proclive al esperpento y bañada por una cruda ironía.
En Un maldito polícia en Nueva Orleans, Herzog acomete la revisión/variación de la película que Abel Ferrara rodó en 1992. Espléndidamente protagonizada por uno de los peores actores del panorama actual, Nicolas Cage (cuyo incontenible histrionismo es hábilmente explotado por Herzog), el film sitúa su ámbito de acción en la Nueva Orleans post-huracán Katrina, convirtiendo la ciudad (sus calles, hoteles, casinos, suburbios y cementerios) en un agente narrativo primordial. En este escenario, Herzog lleva a cabo una disección alucinada de los códigos del cine policíaco. El denso y trepidante guión de William M. Finkelstein permite al director alemán aferrarse sin miedo a los pilares de la narrativa clásica y a los arquetipos del género negro (cerca, por ejemplo, del James Gray de Los dueños de la noche/We Own the Night). A la postre, son estos sólidos cimientos los que permiten a Herzog construir el truculento, eufórico y lisérgico universo por el que transita Terence McDonagh (Cage), un teniente de policía que se sumerge en el pozo de la drogadicción por culpa de unos dolores de espalda crónicos.
La mano del director de Stroszek se deja ver en la exploración de la animalidad del personaje de Cage y en sus hilarantes brotes psicóticos, el más memorable de los cuales lleva al protagonista a exclamar “Shoot him again, his soul is still dancing!” (¡Dispárale otra vez, su alma todavía baila!), a lo que sigue un plano del “alma” del criminal en cuestión bailando break-dance. Finalmente, la diferencia más importante de la película de Herzog respecto a la de Ferrara es la ausencia del referente religioso que determinaba el declive y redención del teniente corrupto al que daba vida Harvey Keitel.
En esta nueva versión, la redención llega de la mano del azar (una conclusión que recuerda a otro film de Ferrara, Go Go Tales) y tiene más que ver con el absurdo y caótico (des)orden social que rodea al personaje que con una regeneración espiritual, un cierre que pone de manifiesto la combinación de fina sátira y afilado cinismo que recorre todo el largometraje.
(El presente texto es una extensión de lo escrito por el autor durante el Festival de Venecia de 2009)
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