El ingeniero de los años dorados de los Beatles desvela sus secretos de estudio
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DIEGO A. MANRIQUE - Madrid - 12/10/2011
La bibliografía sobre los Beatles crece imparable, aunque en esa
avalancha de libros haya pocos que aporten información fresca o
novedosa. Las memorias publicadas por el ingeniero de sonido Geoff
Emerick pertenecen a esa minoría. Traducidas por Urano Ediciones como El sonido de los Beatles, cuestionan a vacas sagradas como George Martin, el impecable productor del cuarteto.
"No era mi intención criticarle", aclara Emerick desde su casa
californiana. "Martin ha sido mi jefe y se portaba bien. Pero hay que
entender el reparto de papeles. Los Beatles querían nuevas sonoridades,
Martin decía 'adelante' y el responsable de ponerlo en práctica ¡era el
ingeniero! Martin mantenía la fachada de que todas las decisiones
creativas pasaban por él, aunque se fue desconectando del proceso.
Aparte, la jerarquía era rígida en EMI: apenas hay fotos de los Beatles y
sus ingenieros".
Emerick participó en los discos más audaces, de Revolver (1966) a Abbey Road
(1969). Por el contrario, algunos técnicos se negaban a trabajar con
los Beatles, aunque eso significara prestigio y dinero extra: "Había
demasiada tensión, podían ser desagradables. He grabado mucha música
clásica, sé manejarme con una prima donna, pero a veces se ponían insoportables". Poca camaradería, además: "No, desde luego que jamás fumé un porro con los Beatles".
En
la caracterización de cada miembro, Emerick ha tocado fibras sensibles.
Especialmente, los devotos de George Harrison se han sentido ofendidos:
"No puedo contar más que lo que vi, un guitarrista muy inseguro, con
rencores profundos. Pero John Lennon era incapaz de verbalizar lo que
deseaba. Y Ringo impuso barbaridades como demoler el estudio de Apple
por un capricho".
De la quema se salva Paul McCartney, con el que Emerick continúa trabajando. Para hacer Band on the run, le
acompañó incluso a Nigeria, donde chocaron con un Fela Kuti amenazador.
No crean, sin embargo, que Emerick va de dinamitero de reputaciones.
Aún hoy, aplica el "sin comentarios" si se le pregunta por la
postproducción de Phil Spector en Let it be o por su evaluación
de Magic Alex, un íntimo de Lennon que se las daba de inventor y que
consumió muchos recursos financieros del grupo.
En su momento, también Emerick se hartó. "De la India se trajeron docenas de canciones [muchas salieron en el álbum blanco],
pero volvieron muy cabreados. Entre sí, con EMI, con Abbey Road, con
sus empleados. Lennon me gritó que lamentaba que yo no hubiera pasado
por el Ejército, como si tratara con un niño mimado. Pero él había
crecido en un hogar mucho más confortable que el mío. Carecía de
empatía".
Emerick regresó para las sesiones de Abbey Road,
cuando fue espectador de lo más extraordinario que ha visto en su vida
profesional: "Llegaron unos hombres de Harrods e instalaron una cama en
el estudio. Allí se acomodó Yoko, que estaba convaleciente de un
accidente. Según John, ella había estudiado música y era más artista que
todos los Beatles juntos. Se suponía que su presencia nos inspiraría,
pero solo decía simplezas. En las pausas, recibía a sus amigos, como una
reina".
Con todo, los participantes intuían que estaban haciendo
algo excepcional. Hoy, Emerick no recuerda mucho de la elaboración de
gloriosos éxitos de The Zombies, Manfred Mann o The Hollies. "Grababan
muy rápido, en pocas horas. Los Beatles, sin embargo, no tenían límite
de tiempo. Llegaron a ocupar todos los estudios de Abbey Road. Aquello
resultaba muy dramático... y bastante deprimente, cada uno trabajando
por su cuenta. No se olvida".
Emerick recurre a conceptos visuales
para explicar su proceso de grabar y mezclar música: "Trabajar con los
Beatles era pintar un óleo con todos los colores, mientras que los demás
se contentaban con un dibujo a carboncillo". No tiene una explicación
para la explosión de creatividad del grupo de Liverpool, pero sospecha
que las limitaciones tecnológicas ayudaban. "En 2007 volví a Abbey Road,
la BBC me encargó regrabar Sgt. Pepper's con bandas tipo Killers
o Kaiser Chiefs, usando procedimientos de entonces y el equipamiento
original. Estaban acostumbrados al programa Pro Tools para juntar
fragmentos de tomas. Les costó tocar y cantar juntos, mirándose a los
ojos; es una disciplina que se ha perdido. Al final, hasta los
inicialmente escépticos aceptaron que la grabación analógica sonaba
inmejorable".
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