Los críticos de cine y de música de EL PAÍS Carlos Boyero y
Diego A. Manrique dialogan sobre la película documental 'George
Harrison: Living in the material world', en la que Martin Scorsese
reconstruye durante más de tres horas la vida del guitarrista, un hombre
marcado por la mística oriental y por la alargada sombra de Lennon y
McCartney.
http://www.elpais.com/articulo/cine/Scorsese/apunta/tercer/beatle/elpepuculcin/20111111elpepicin_1/Tes
Víctima de un cáncer, George Harrison moría el 29 de
noviembre de 2001 a los 58 años. Casi una década después, su viuda,
Olivia Harrison, ha puesto en manos de Martin Scorsese (cineasta
candidato a convertirse en el biógrafo audiovisual del rock) no solo el
dinero sino también el material inédito para poner en pie George Harrison: Living in the material world, un documental que repasa la vida del músico antes, durante y después del legendario cuarteto de Liverpool.
Dividida en dos partes, la película (de 208 minutos de duración)
encadena imágenes públicas y privadas -muchas de ellas muy poco o nada
conocidas- con las voces de los supervivientes de una época que cambió
el curso de la historia de la música: de Paul McCartney a Ringo Starr,
Eric Clapton o Yoko Ono.
Los críticos de cine y de música de EL
PAÍS, Carlos Boyero y Diego A. Manrique, debaten sobre una obra que se
detiene en la vida de un artista cuyo brillo, sin embargo, siempre quedó
fatalmente eclipsado por la sombra de dos genios indiscutibles, Lennon y
McCartney: una losa de la que inútilmente intentó zafarse el compositor
de Here comes the sun. La película de Martin Scorsese, según
Manrique, esquiva el enigma de este gran fracaso, mientras que para
Boyero, pese a sus fallos, el filme arrastra a los espectadores con la
misma pasión que las del llamado tercer beatle.
George Harrison: Living in the material world se emite en Canal + a partir del día 28, ya se puede ver en Filmin.es y se estrena mañana en una sala de Madrid.
Diego A. Manrique. El
principal problema es determinar de quién es esta película. Sabemos que
Scorsese, en los últimos tiempos, ha convertido su nombre en una marca
registrada que aplica a todo lo que le interesa. Esta película te hace
replantear la vieja cuestión de la autoría, desde que los franceses y
Andrew Sarris dijeron que esta pertenecía al director. Yo aquí no sé si
el autor es el director o el montador, que hace un trabajo soberbio, o
la propia Olivia Harrison, que ha puesto el dinero y ha controlado lo
que se puede y no se puede decir. Hay un montón de asuntos desagradables
que directamente no se tocan o se tocan muy levemente: como el plagio
de My sweet Lord, o la condición de mujeriego de Harrison, o su consumo de cocaína...
Carlos Boyero. Pero hay toneladas de coca, eso parece claro. Me gusta la pasión que cuentan de él, que cuando se entrega a algo, la coca
o el Maharishi, es a fondo. Querría romper una lanza a favor de
Scorsese, que muestra su amor a la música no solo a través de estos
documentales sino también a través de sus grandes películas, y
recomiendo ahora mismo, por ejemplo, El rey de la comedia. Se
trata de un fulano que hace documentales sobre los grandes maestros del
cine americano, sobre Elia Kazan, sobre los grandes del cine italiano y,
encima, también sobre música. Me parece tan bonito que un rey como él
se ponga al servicio de otro rey como Dylan y te haga No direction home que solo puedo decir "bendito sea". Y a partir de ahí, empezamos a poner peros...
D. A. M.
No cabe duda de que pocos tienen la habilidad para imbricar en sus
películas la música como él. Ahí están las escenas deslumbrantes de Casino o de Uno de los nuestros.
C. B. En ambas la historia se cuenta a través de la música.
D. A. M.
Sin duda. La música le ayuda a hablar del paso del tiempo incluso en un
mundo tan cerrado como el de los casinos, en los que no debe entrar
jamás la luz.
C. B. Me gusta la épica de El último vals. Y no tanto la película del concierto de los Rolling, Shine a Light. Ahí Scorsese fue vago y funcional.
D. A. M. Sosa.
Muy sosa... Y encima no cuenta que el legandario Ahmet Erdegun, el
fundador del sello Atlantic, fue a saludar a los Rolling y, entre
bambalinas, se cayó. Y semanas después, murió... En cualquier caso, y
volviendo a Harrison, creo que todos estamos de acuerdo en la diferencia
entre la primera y la segunda parte, ¡que encima dura 20 minutos más!
En la primera, la historia de los Beatles está contada con imágenes muy
poco vistas, que en absoluto son las de todos los documentales que
conocemos y que me sorprenden porque además se les ve gozando.
C. B. Gozando
y también asfixiados. En la soledad de los hoteles, cuando la fama les
desborda, agobiados, encerrados los cuatro en un baño, esperando que
pase el tiempo...
D. A. M. Bueno, según Lennon, era esperando a las chicas.
C. B. Y
del primer episodio con el LSD yo tenía una idea mucho más dramática.
Aquí, en cambio, nos dan una versión muy distinta. A mí también me pesa
la segunda parte, pero porque soy de esas personas convencionales a los
que les pesa Yoko Ono, el Maharishi, el viaje a la India y el
descubrimiento de la paz. Sigo creyendo que nada de eso fue bueno para
los Beatles.
D. A. M. Puedo entender que no te haga gracia
Yoko pero el hecho básico es que Lennon pasó los últimos 15 años de su
vida con ella, así que algo habría...
C. B. Ya. Son
manías... De todas formas, la historia que me parece aterradora, y que
no recordaba, es la del hombre que entró en casa de Harrison para
matarle. Eso es brutal.
D. A. M. Aterrador. En el caso de
Lennon se podía entender que un loco quisiera matarle porque era un
hombre absolutamente polarizador. Pero Harrison era un alma cándida y
que de repente entre un friki a matarle en su casa era algo impensable.
Pero al fin y al cabo Harrison fue un tipo de muy mala suerte. Eso se ve
en el documental, cuando pierde la voz en ese concierto con Billy
Preston. A Harrison le pasa de todo, le echan de las discográficas y
solo recobra un poco el ánimo al final, cuando se junta con Bob Dylan,
Tom Petty y Roy Orbison en Traveling Wilburys y cuando Eric Clapton le paga los favores y le lleva de gira, empujándole otra vez al escenario.
C. B.
Hombre, ya podía pagarle los favores después de levantarle a su mujer.
La historia de Patty Boyd y Clapton está muy bien contada. Esa mujer que
inspiró Layla y Something... me gusta esa frase de Sinatra diciendo que Something es una de las mejores canciones de amor de la historia.
D. A. M. Sí, pero en un concierto, y está grabado, Sinatra dijo que Something
era la mejor canción de todos los tiempos... y luego añadió: "Y
saludemos a Lennon y McCartney". Al final el drama de Harrison es el de
un señor que está junto a dos genios de tal intensidad que queda
eclipsado.
C. B. Creo que por eso me gusta tanto la
socarronería de Ringo Starr. Me gusta mucho cómo está en la película. Es
un secundario al nivel de los grandes del cine americano.
D. A. M. Sí. Mientras Harrison, que era un chaval despierto e imaginativo, tiene que estar luchando siempre por destacar.
C. B.
La película tampoco cuenta cómo echó, vía fax, a parte del equipo de la
productora que había creado con los Monty Python, la Hand Made Films.
D. A. M. Me lo puedo creer. Era un hombre con un lado muy sombrío. Un tipo que hace una canción, Taxman,
porque odia pagar los impuestos, pese a que quienes le salvan la vida
cuando es atacado en su casa son los médicos de la mugrienta seguridad
social y no los de su lujosa mutua médica. Un tipo que se gasta millones
con los Hare Krishna y que sin embargo se niega a pagar en su país.
Quizá fue el más antistablishment de todos los Beatles.
C. B. Incluso
antes de morir se compra una casa en Suiza para huir de los impuestos.
Es un hombre de extremos. Un obsesivo absoluto. Ya sea la coca, los Hare Krishna o los coches de carreras...
D. A. M. Y otro gran olvido de la película, además del plagio de My sweet Lord, ¡cuyo juicio perdió!, es cómo en los setenta destroza a Ringo Starr con un affaire
con su primera novia, la de toda la vida, Maureen. Su gran amigo, el
que hace pandilla con él frente a Lennon y McCartney, va y le cuenta que
aunque puede tener a la mujer que le dé la gana se ha encaprichado
precisamente de la suya. Tremendo. Al final, lo que ves es que entre
ellos había algo realmente indestructible. Basta con el detalle final de
Ringo relatando cómo se despide de él antes de morir.
C. B. No,
si al final, es lo que dice Tony Soprano a su hijo cuando se intenta
suicidar porque le ha dejado la novia, que detrás de tanta canción
sentimental lo que hay es un negocio construido gracias a infinidad de
putadas y abandonos.
D. A. M. Pero el misterio es ese, cómo
un hombre que pasó por una experiencia que no podemos ni imaginar y que
culturalmente no tiene equivalente en el siglo XX, que fue cambiar el
mundo, se convirtió en un amargado.
C. B. Es algo que ya ves en las fotografías de ellos de jóvenes. Es como lo de Mystic river,
que ya desde niños ves el papel que le ha tocado a cada uno en la vida.
Ves a Lennon, el que mola del barrio, a McCartney, el señor de las
grandes recepciones y negocios, y luego está el que no sabe muy bien qué
pinta ahí. En cualquier caso me gustaría que Scorsese siguiera
explorando la vida de genios como estos.
D. A. M. Sí, pero sin olvidar los asuntos oscuros.
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