LIONEL MESSI: UN ÍDOLO MADEITSELF Y UN AUTENTICO ERROR ESTADÍSTICO

Desde la tarde de hoy (noche de España) Lionel Messi pasó a convertirse en el mejor jugador del mundo luego de su estupenda actuación con el Barcelona FC; team que derrotó sin atenuantes al Arsenal de Inglaterra por 4 goles a 1, por Liga de Campeones de Europa

¡Cuatro golazos de Messi!

Es curioso el caso de Lionel Messi.

Dios en Catalunya y el mundo entero. Que no rinde con su Selección; "se cuida las piernas para el Barcelona" dicen los hinchas argentinos frustrados; otros comentan que no vibra lo suficiente pues se siente presionado compartiendo camerín con otros egos y personalidades del fútbol "Che"; o simplemente porque Argentina lo trató con indiferencia cuando niño; tiempo en el que precisaba de la ciencia deportiva para elevar su estatura; y que su sacrificado padre no podía pagar. Barcelona FC terminó pagando todo. Se dice que Messi estaría desconectado afectivamente con su país.

En realidad Messi es una demostración de excepcionalidad tercermundista, de estadística errada; fruto del liberalismo salvaje, del Estado subsidiario y la desregulación mercantilista; que su familia, el Barcelona FC y él mismo -por cierto- se encargaron de contradecir con gran solvencia moral y autoridad deportiva.

Hemos visto a Messi con la camiseta de Argentina en el Monumental de River el año pasado,"comiéndose" literalmente a la defensa de Venezuela. Es un jugador de otra galaxia. Diferente.

Por eso mismo rendimos homenaje a su talento con la pelota, siempre pegada al pie, con un pique y un doble ritmo extraordinarios; de gran gambeta y mejor remate; incontenible para muchos defensas que le doblan el tamaño.

Messi en este momento soporta gran presión. Es un chico de 22 años, rosarino, de estructura física, espiritual y conductual modesta. Entendemos sus desconexiones cíclicas con la Selección. Su drama humano. Pensamos en nuestros cracks: en Teófilo Cubillas que en 1973 lloró como un niño en un set de televisión en Lima, muy lejos de Montevideo, Uruguay, donde Perú perdió la clasificación al Mundial de Alemania 74'  frente a Chile: el temperamental técnico Roberto Scarone no lo quiso alinear, lo dejó en Lima y le inventó una lesión. El Nene se escaparía varias veces de la concentración de su equipo, el Porto de Portugal, en 1975, para viajar a Sudamérica para jugar por Perú durante la Copa América, en la que campeonó.

Pienso en Hugo Sotil, dueño de dos autos deportivos Ferraris (uno amarillo y uno azul); ídolo de ídolos en el Barcelona FC, las temporadas 73-75, junto a Cruyff, Neeskhens, Rexach y Ascensi; un muchacho nativo de Ica, criado en La Victoria por una familia gitana; que cuando adolescente dejó de vender "cancha" en el Cine Metro de la Plaza San Martín para jugar por el Deportivo Municipal de Lima; maestro de maestros, de inolvidables jornadas en el Estadio Nacional, en las canchas de América y Europa....Y que tan pronto conoció el éxito catalán, no supo administrarlo... El Cholo Sotil apeló -miserablemente- a la bebida, a la infidelidad marital y a la indisciplina para resistir la ola.

Pienso en Reimond Manco, en Claudio Pizarro, Jefferson Farfán, Paolo Guerrero (tan vapulaedos en la Selección); en Roberto Challe, César Cueto, Alberto Terry, Valeriano López, Miguelito Loayza, etc. Maradona, Ronaldinho, Robinho, Tevez.

Padre nuestro, que estás en los cielos... líbralos de todo mal.

Óscar Contreras Morales.-

La Argentina le dió la espalda cuando era un pibe. Su padre, cesado en los 90´lo llevó a España y se convirtió en Rey. Ahora todo un país le pide que gane el próximo Mundial. Metáfora de la hipocresía nacional.

 

Por Carlos Stroker

Fuente: Veintitrés
Más información: http://www.elargentino.com/

No había ninguna posibilidad de progreso. Una noche, en su casa del barrio Las Heras, en las afueras de Rosario, Jorge se puso a llorar. "No doy más, me quiero ir del país. Tenemos que buscar algo mejor para los chicos." No fue una frase que cayera en el vacío. Era invierno, y la ola de desempleo que azotaba a la Argentina a fines de los '90 presagiaba más problemas, Jorge Messi, entonces ex empleado metalúrgico, tuvo esta charla con Celia, su mujer y madre de sus cuatro chicos. Ya estaba por terminar 1998 y decidió emprender la retirada. Su destino fue España. Hoy, uno de sus cuatro hijos, Lionel, es mencionado en todos los medios del mundo. Figura del fútbol mundial, acaba de convertir ocho goles en una semana con la camiseta del Barcelona. Muchos se animan a decir que superó a Diego Maradona y pronostican que le dará un nuevo título mundial al seleccionado argentino. Con 22 años, el miércoles cumplió 200 partidos en el Barcelona y es el jugador que más dinero gana en todo el planeta: cobra un sueldo de 33 millones de euros por año.

En uno de los pocos -poquísimos- lugares donde se lo critica es justamente en su país natal, la Argentina. Donde se dice que no "siente" la camiseta de la selección, o que se "cuida" para no arriesgar el físico y poder rendirle al Barcelona. Incluso, algunos arriesgan que no canta con la misma emoción que sus compañeros el Himno Nacional antes de los partidos. Messi, es cierto, hasta ahora no ha rendido en la selección como en el club catalán. Pero la crítica es despiadada. Tanto como fueron despiadadas las circunstancias que lo llevaron al "exilio". En estos días su éxito se presenta como una metáfora de la hipocresía nacional. Del reclamo a un jugador por el cual su país participó muy poco en la construcción de su historia profesional. En 1998, enojados con la realidad nacional, los Messi se fueron a Lérida, donde un familiar le había prometido al jefe de familia que podía encontrar trabajo. Lo logró, pero el destino le tenía preparada otra jugada. Lionel era el menor del cuarteto y el mejor con la pelota. A ninguno de sus dos hermanos varones (la otra es mujer) le daba tanto placer el fútbol como a él. Sólo Matías, un par de años mayor, imaginaba vestir una camiseta profesional en su futuro. No llegó. Lío, "el Pulga", se había iniciado a los cinco años en el club del barrio, llamado Grandoli y del cual su padre era el entrenador. En realidad era una herramienta para poder sacar a los chicos de la calle y darles algo de contención dentro de un marco deportivo. La zona, si bien era de clase media baja, ya pintaba para ser un rincón marginal, abonado por la desocupación y donde los menores debían ver cómo sus padres se las ingeniaban para llevar algo de plata a sus casas. Jorge Messi había sido despedido de la privatizada Acindar y sólo logró que la obra social le cubriera las necesidades médicas por un par de meses. Este último dato no es menor. Lío ya había pasado los once años y todos, en Rosario, hablaban de ese chiquitín que la rompía. Ya estaba jugando en las infantiles de Newell's y le decían que se quedara a jugar en la institución.

Sin embargo su estatura seguía siendo muy baja. Sus compañeros crecían, él no. Su padre recibió una invitación: "Llévalo a River, va a quedar", le dijeron. Quedó, a medias. Un par de gambetas hicieron ilusionar a los entrenadores y dirigentes millonarios. Había que hacerle un estudio de rutina para conocer sus genes. Una luz roja se encendió. Un problema importante en las hormonas de crecimiento hizo que en Núñez se negaran a desembolsar 990 dólares por mes para costear un tratamiento y hacerlo "crecer" al pibe. En realidad ese estudio confirmó aquel que se había realizado en Santa Fe. La obra social de Acindar no le cubría los gastos. Newell's y River tampoco lo hicieron. La bronca de Jorge creció. El sistema de privatizaciones lo había spojado del mercado laboral. Su hijo, al que todos elogiaban por su talento, era promesa, pero los casi mil dólares mensuales -o pesos, entonces reinaba el uno a uno- que había que invertir para tratar de hacerlo escalar unos centímetros eran una inversión desmesurada. La visión a largo plazo quedó sepultada.

"Basta. Se terminó." Messi padre se lamentó, pero se fue. La fría y contundente frase la escupió al finalizar su charla con un dirigente millonario. Aún hoy, esas palabras taladran la cabeza del chico que está por cumplir 23 años. Así como tantas veces hombres que apostaron por un cambio en el país terminaron por mudarse de tierra, ya sea una infinidad de científicos como hasta el propio José de San Martín o Juan Manuel de Rosas, esta vez le tocó a Messi, aunque las reacciones fueron diferentes. El fútbol es una pasión indescifrable y el futbolista rosarino representa el sentimiento popular. Por eso se lo critica cuando se pone la celeste y blanca y la reacción es dura si no llega a frotar su lámpara como lo hace en su Cataluña adoptiva. Una vez en España, Jorge logró llevar a su hijo a una prueba de jugadores menores al Barcelona. Carlos Rexach, un ex entrenador de la primera división de la entidad española, lo vio. "Lo quiero en mi equipo", sentenció fulminante. El menor de la familia podía comenzar a soñar con llegar a algo que tanto amaba, a ser un profesional del campo de juego. Lío seguía viendo el mundo desde su metro y 40 centímetros, pero Rexach tranquilizó a los extranjeros. Sin querer también les dio la fórmula del éxito a millones de argentinos.

"Paguen lo que hay que pagar por el tratamiento", dijo el DT. El Barsa desembolsó 57 mil euros por darle a ese chico una atención especial para su desenvolvimiento. Lo cuidó, lo trató, lo mimó. Sus piernas guardan un secreto doloroso. Miles de inyecciones soportaron esos músculos que hoy son los más fotografiados del planeta. Messi lo recuerda así: "Yo decía que no me dolía, pero me encerraba en mi habitación a llorar. No quería que mi viejo se enterara que las inyecciones me dolían tanto". Hoy se ríe, pero le agradece al club todo lo que en su país le negaron. Mide 1,69. "Barcelona es su casa, acá lo veo feliz y me pone feliz a mí también", dijo Jorge la semana pasada, cuando el mundo habló de este fenómeno futbolístico. "Supongo que los clubes argentinos no escapan a un montón de instituciones argentinas donde somos incapaces de laburar sobre la prevención y la reparación. No creo que sea privativo de los clubes, que en la Argentina participan de la lógica de atemos las cosas con alambre y manejémonos con la torpeza de la improvisación y de la imprevisión. No hay capacidad de solucionar el fondo, para los pibes que lo necesitan, sean lo que sean o tengan las cualidades que tengan. Si no lo hicieron con Messi, con las cualidades que tenía, cómo lo van a hacer con un pibe que no sabe patear una pelota." La reflexión pertenece al sociólogo Eduardo Sachen. No hay que trasladarse hasta algún lugar oscuro del mapa nacional para desempolvar un caso donde la desidia y el oportunismo dejaron al descubierto a personas con necesidades básicas. No sólo en lo económico, también en lo social.

Matías, ese hermano algo mayor de Lío que se ilusionó con vestirse alguna vez como profesional del balón, sintió en su espalda ser parte de un esquema perverso. Lleva tres causas judiciales por un abanico de diferentes delitos. En 2000 se lo acusó de un robo, en 2001 debió declarar por una causa en su contra por lesiones, en 2002 fue denunciado por amenazas y en 2008 no le quedó otro camino que testimoniar ante un juez por portar un arma calibre 32.

"Todavía hoy, cuando ya es claro que el modélo neoliberal en sus formas más duras no está más en la Argentina, hay una enorme cantidad de chicos que no tienen garantizada la posibilidad de tener iguales oportunidades que los demás. Y las condiciones elementales para tener un desarrollo físico normal, con las condiciones básicas y necesidades satisfechas y un acceso a los recursos y herramientas para poder elegir la vida que quieren", destaca el filósofo Federico Schuster. El desarraigo de los Messi tocó dos aspectos dentro de la vida de una misma familia. Lío fue bendecido por su talento y recibido en el exterior para que pudiera darle formato a su ideal. Matías, quien regresó de España y eligió quedarse en el lugar donde había crecido, fue desplazado por una parte de esta sociedad que privilegia el resultado inmediato. Lo incorporó la marginalidad de un barrio castigado. "Messi encontró una colaboración afuera porque les gustó como jugaba, si el pibe no jugaba al fútbol seguiría siendo pequeño. Acá no existe un resguardo para cualquiera, no sólo para los futbolistas, es un problema del sistema con el que se vive. Hay tipos desvalidos y tipos que tienen posibilidades, y estas crecen en la medida que se es útil para algo." La reflexión sobre lo que le sucede a esta familia pertenece al periodista y comentarista Enrique Macaya Márquez. Hoy, en la Argentina, se le pide al futbolista que sienta la camiseta. "Todavía no es feliz en la selección", destacó hace unos días el ex defensor Oscar Ruggeri. Lío tiene motivos para no serlo. Pocos recuerdan que estuvo a un paso de vestir la camiseta de España. Casi, una vez más, vuelve a ser ignorado por su tierra. Casi recibió el mismo castigo que su padre: la indiferencia. Es factible que Messi haga un buen Mundial en Sud-áfrica 2010. De ser así será venerado por la multitud. Si su ingenio no se enciende, será condenado porque en su club hace maravi Has y bajo las órdenes de Diego Maradona su estrella no brilló. Más allá de cada una de las posibilidades, este chico demostró ser un ser humano agradecido. Barcelona, que hace su negocio y que gana millones de euros por tenerlo en sus filas, le dio la posibilidad de crecer. Al mirar hacia atrás, Jorge, su padre, recordará que, en nombre de un país con ínfulas de primer mundo, quedó en la ban-quina de la ruta que lo llevaba a ser alguien en la vida. Entiende a su hijo. Lo asusta que lo critiquen tanto, pero también que lo veneren en demasía. Tendrá que tener nervios de acero, que construirá con sus propias manos. Acindar ya no le pertenece.

FEDERICO SCHUSTER (Decano de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires)
"Hemos vivido una época de consagración de la desigualdad, de la desprotección de los niños de hogares pobres, y una absoluta quita de derechos. Si bien en muchas cosas ha ido revirtiéndose, todavía esa situación, la posibilidad real de los derechos y condiciones más elementales de la alimentación, la salud y protección social y las posibilidades de igualdad a la que puedan aspirar a ser lo que quieran, construir su derecho de vida, eso todavía hoy está lejos de garantizarse, aun con los avances que se hicieron. El ingreso universal por hijo es un avance importante, pero todavía estamos lejos y en países como el nuestro sólo el Estado puede cumplir esa tarea."

ENRIQUE MACAYA MÁRQUEZ (Periodista deportivo)"Hoy en día en cualquier división inferior del fútbol hay chicos que están becados y familias becadas para que puedan estar bien alimentados y se alimenten ellos, pero si no juegan al fútbol se van al diablo. A Messi no lo descubrieron o no dieron en la tecla, si no estoy absolutamente seguro de que habría gente que lo hubiera protegido y hubiese buscado el mejor sistema para su desarrollo. Lo que pasa es que no lo vieron. Acá hay detectores de talento que están buscando este tipo de cosas, si sos un desnutrido y tenes que ir a la unidad sanitaria te van a atender hasta donde pueden, es la realidad de la Argentina."

JOSÉ PABLO FEINMANN (Filósofo y escritor argentino) El destino de Messi era emigrar hacia los clubes hiperpoderosos del Primer Mundo. Aunque aquí le hubieran pagado el tratamiento hormonal, tarde o temprano se lo hubieran llevado el Barcelona u otro. Países como el nuestro no pueden ver jugar a sus mejores jugadores. Los compran de afuera. Se van. Y nosotros sólo los vemos jugar de nuestro lado cuando se ponen la camiseta de la selección. Sin embargo, ahí tampoco juegan para nosotros. Messi se pone la blanquiceleste y sale a la cancha. Lo que para otro era tocar el cielo con las manos, para él es un grave problema. Sus amos europeos le dicen: "Pibe, cuídate las piernas. No sea que te nos vuelvas quebrado por tratar a de hacer ganar a la selección de tu maldito país". ¡Y así lo vimos a Messi jugar con la selección! ¿Es posible que juegue tan mal? No, es otra cosa. No juega. Le da bronca estar aquí perdiendo el tiempo y no en Europa forrándose los bolsillos. No quiere y no puede jugar para la selección. Tiene que cuidar su fortuna, que son sus piernas. No las arriesga. Y juega mal, horriblemente mal. Todos los periodistas deportivos se preguntan qué le pasa a Messi. Y pocos o nadie dicen la verdad: podemos generar grandes jugadores, pero no retenerlos. La solución -como en tantas otras cosas- reside en quebrar las leyes del mercado libre por medio de la intervención del Estado. Ningún club puede vender a ningún jugador que un jurado de entendidos, de honestos, de intachables juzgue patrimonio nacional. Los jugadores nacieron en la Argentina para darles alegría a los hinchas argentinos. ¿Que se van a quejar? ¡Claro! Van a decir que tienen ofertas millonarias de afuera. Pero -yo le diría a Messi-: mala suerte, pibe. Naciste en la Argentina. Aquí te pueden pagar lo que te pagan. Jodete, hermano. Todos nosotros nacimos aquí. Mira, yo, en Estados Unidos, con sólo los guiones de cine que hice, sería millonario. Y Alfredo Alcón habría sido Laurence Olivier. O Norma Aleandro, Meryl Streep. Mala suerte. Usted se queda aquí y les da alegría a las hinchadas de su pueblo, que lo van a adorar. ¿No le importa, quiere euros, quiere irse? Prohibido. Usted -como jugador de fútbol, sólo como eso- no se pertenece a sí mismo: pertenece a la Nación Argentina. No se venden más jugadores. Son patrimonio inalienable de la Nación. Porque somos proteccionistas. Se acabó el libre mercado de la venta de jugadores talentosos o geniales. Se quedan aquí. Créanme: en menos de dos o tres años ganamos la Copa del Mundo. Y no nos para nadie. Y todos los domingos los pobres y sufridos hinchas ven partidos de lujo, tramados por la magia de los grandes jugadores. Porque, ahora, son nuestros.





MARCELO ROFFÉ, EX PSICÓLOGO DE LA SELECCIÓN JUVENIL: “LA CASA DE MESSI ES EL BARCELONA”

Lleva treinta y cuatro goles en treinta y ocho partidos jugados en la temporada -ocho de los cuales los anotó en tres partidos jugados durante una semana-. Sus tres últimas actuaciones reconfirmaron su perspectiva de crack en franco ascenso, y su talento parece no tener límites conocidos. En su haber figuran títulos, premios y reconocimientos al por mayor. Hasta el técnico del equipo catalán, Pep Guardiola, lo llegó a comparar hace unos días con Michael Jordán -el mejor basquetbolista de todos los tiempos- y cada vez son más las voces que lo elevan hacia lo más alto del podio de los indiscutidos, incluso por arriba de Diego Maradona, su técnico en la selección argentina.

Sin embargo, Lionel Messi todavía lleva consigo una herida importante que se le hace carne cada vez que se viste de gala para representar a los argentinos. Y la duda arroja una misma pregunta que se masculla en casi todos los estadios, en los bares, en los colegios. En todos aquellos lugares donde se respire un poco de aire de fútbol: ¿Por qué Messi demuestra ser el mejor jugador del planeta cuando se viste para los azulgranas, mientras que con la celeste y blanca no pasa de la media?

Para Marcelo Roffé, autor de Evaluación psicodeportológica -de reciente publicación- y Psicología del jugador de fútbol, "no hay dos Messi". El psicólogo, quien trabajó con Lío en su época como responsable del área de psicología de las selecciones juveniles de Néstor Pekerman, sostiene que esa idea "forma parte de la visión exitista de los argentinos, en la que toda la presión recae sobre él. Igual, el equipo, en los últimos partidos, ya demostró señales de cambio y eso repercutió en el juego de Messi". Sin embargo, es innegable que Messi no rinde como en el Barcelona.

¿Qué factores psicológicos son los que ponen en evidencia estas diferencias?

-El Barcelona, antes con Ronaldinho, ahora con Xavi, Iniesta, Henri e Ibrahimovic le sacan mucha presión a Messi. En el Barga, Lionel no es la única figura, sino que forma parte de un ensamble. Obviamente que hay cuestiones técnicas, tácticas y físicas. Y eso desde el punto de vista psicológico no es un dato menor. -La selección también tiene sus estrellas.

¿Por qué Messi no se consolida como el líder que se ve todos los fines de semana en el Barcelona?

-Porque Messi entiende muy bien el fútbol español. Juega desde hace mucho allí. Vive en España, entrena en España... En la Argentina entrena cada tanto. Maradona, con quien se lo suele comparar, tenía su personalidad y Messi nunca va a tener la personalidad de Maradona porque son dos personas diferentes. Por eso quizá le estamos pidiendo más de lo que él puede dar.

¿Es una cuestión de presión o de seguridad?

-Es presión. La casa de Messi es el Barcelona. Es el lugar donde se siente bien, se siente contenido. Fijate que el Barcelona fue el que lo vino a buscar y el que le dio todo el tratamiento necesario para que él se pueda desarrollar. Si no hubiera sido por eso, Messi sería un rosarino que juega bien al fútbol, pero no a la altura del alto rendimiento deportivo.

¿Cuánto, de esa presión, tiene que ver con que Diego Maradona sea el entrenador de la selección nacional?

-El tema no pasa por Maradona, sino por la gente que cree que como el equipo es dirigido por él, que fue el mejor jugador de fútbol, y hoy tiene a Messi, el mejor de la actualidad, tiene que ser campeón. Pero no es tan fácil. No es una ecuación matemática.


¿De qué manera pueden influir en Messi las comparaciones con Maradona?

-Las comparaciones son odiosas. Maradona fue el más grande y quizá Messi lo sea. Pero él tiene que escribir su propia página porque no le ayuda que se lo ponga a la altura de Maradona. No es una motivación. Para ser el número uno del mundo tenes que ser perfeccionista, y él es muy perfeccionista. Por ahí ve que las cosas no le salen como quisiera, o como en el Barcelona, y eso lo puede desmotivar. Él sabe que esperan mucho de él. Pero para empezar a hablar de eso, tendríamos que ver cómo le va en el Mundial de Sudáfrica.