La banda de rock número uno del mundo, la más vendedora, la más eufónica, talentosa e innovadora se separó hace exactamente 40 años. Y su absoluta vigencia la confirman como un clásico de la música de todos los tiempos.
El señor Manuel Amaya Casquino, periodista del Diario El Comercio, ha escrito un muy buen artículo conmemorativo que publicamos ahora junto a otro texto del Diario EL PAÍS de España.
En el estribo informamos que la web site del señor Paul McCartney acaba de anunciar su presentación oficial en México D.F. el 09 de mayo de 2010. ¡Se acerca Paul a Lima!
HOY SE CUMPLEN 40 AÑOS SIN LOS BEATLES
Por: Manuel Amaya Casquino
http://elcomercio.pe/noticia/459285/hoy-se-cumplen-40-anos-sin-beatles
Muchos pueden pensar que no hay nada nuevo que decir acerca de The Beatles y me parece que se equivocan… De hecho he observado (otra vez) todos los DVD de su antología y he terminado sorprendido (nuevamente) por la calidad del material que produjeron. ¿Cómo empezó todo?
El 6 de julio de 1957, los Quarry Men, banda fundada por un joven John Lennon, de 16 años, tocaron en la fiesta de The Rose Queen, el más grande espectáculo del distrito de Woolton en Liverpool. Lennon contó que le presentaron a Paul McCartney, quien tocó “Twenty Flight Rock”, de Eddie Cochran, y pensó: “Me lo quedo, tiene talento”.
McCartney conocía a George Harrison de la escuela, pues tomaban el mismo ómnibus para llegar: primero subía Paul y, un paradero después, George; y se sentaban juntos a charlar de música. Se lo presentó a John Lennon y le hicieron una prueba: “Tocó “Raunchy”, una canción que nos gustaba a todos, a la perfección”, recuerda McCartney.
La formación original contaba con el bajista Stuart Sutclif-fe (quien tocaba muy mal) y el baterista Pete Best, escogido a último momento para la famosa gira en Hamburgo. Allí, en medio del desenfreno que vivieron, coincidieron con Richard Starkey, quien también había viajado desde Inglaterra con su grupo. Él era conocido por usar anillos (“rings”, en inglés), por lo cual empezó a ser conocido como Ringo, y se cambió el apellido a Starr. Le gustaba quedarse escuchando a los chicos de Liverpool cuando la gente ya se había ido, pues ya no tocaban para un espectáculo, sino “para ellos mismos”, y recuerda que “ya eran buenos” en ese momento.
Al ser descubiertos por Brian Epstein en el club The Cavern, cambiaron su apariencia y reemplazaron el cuero por los trajes. McCartney cuenta que alguna vez fue acusado de obligar al resto a “venderse al sistema”, pero no recuerda que alguno se los haya puesto a regañadientes.
También cambiaron de baterista: dejaron de contar con Pete Best. Al llegar a Abbey Road para su primera grabación, Ringo ya era parte de la banda, aunque el productor George Martin no lo dejó tocar en el lanzamiento del sencillo “Love Me Do”, pues ya había contratado a un baterista para grabar el que sería el primer sencillo de The Beatles. Ringo recuerda, entre risas, que se sintió muy decepcionado en ese momento y que, aunque “el viejo George se ha disculpado en muchas ocasiones, yo todavía no lo perdono”.
Su primer álbum, “Please Please Me”, fue un éxito instantáneo y el resto es harto conocido…
AMOR QUE DAS LO RECIBES
Luego de lanzar 12 álbumes más y cinco películas, los cuatro grandes de Liverpool anunciaron oficialmente lo que era un secreto a voces: su separación. El 10 de abril de 1970 terminó oficialmente el camino de The Beatles. Los tiempos en que cuatro chiquillos alocados compartían habitaciones en las giras terminaron (ya no hacían más conciertos) y empezaron a mostrar tendencias diferentes, tanto personales como musicales. Ringo Starr dijo hace poco en el programa “Private Sessions” que tomaron caminos distintos porque “habían madurado un poco más y no estaban preparados para invertir tiempo en el resto [...], pero nos esforzamos hasta el final”.
Las diferencias económicas tras la muerte de su mánager Brian Epstein y la llegada para encargarse de las finanzas del padre y el hermano de Linda Eastman, novia de Paul, terminaron mermando la confianza. Simplemente, dejaron de soportarse y siguieron sus propios caminos. Esporádicamente, colaboraron en los discos de solistas de los otros, pero nunca llegaron a juntarse de nuevo.
LA ANTOLOGÍA
En noviembre de 1995, 25 años después de su amarga separación, el mundo pudo ver juntos a tres Beatles que tocaron y recordaron con nostalgia a John Lennon. George Harrison aún estaba entre nosotros, lo cual permitió tener su valioso testimonio desde la perspectiva que dan el paso del tiempo y su capacidad para curar heridas. Paul y Ringo mostraron el mismo espíritu: eran tres tipos charlando y rescatando su propia historia de manera sencilla y con ausencia de egos, con respuestas sinceras al recordar los momentos duros de su corta pero intensa vida juntos. John Lennon estuvo presente a través de entrevistas de archivo minuciosamente seleccionadas y en el lanzamiento de “Free as a Bird” y “Real Love”, en que se aprecia su voz acompañada por sus viejos compañeros: eran The Beatles.
Sin duda, pocos pueden negar que este grupo tuvo una gran influencia no solo en la música, sino también en la cultura popular. No solo los fanáticos piensan que hubo un antes y un después de The Beatles.
¿UN BEATLE EN LIMA?
Paul McCartney acaba de tocar en Puerto Rico por primera vez y tomó clases de español especialmente para acercarse al público en esta ocasión. Este país es el quinto en Latinoamérica en el que se presenta: México, Brasil, Argentina y Chile ya lo vieron en directo. ¿Se imaginan al viejo Paul en Lima tomándose un rico pisco sour? No queda duda de que se llenaría el estadio que albergaría su concierto. Los empresarios tienen la pelota en su cancha, ¿cuándo lo traen?
EL REINADO DE LOS BEATLES 40 AÑOS DESPUÉS
Por Diego A. MAnrique (EL PAÍS, España)
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Beatles/reinan/anos/despues/elpepucul/20100410elpepicul_1/Tes
El 10 de abril de 1970, hace exactamente 40 años, se hacía público un comunicado tajante de Paul McCartney: abandonaba los Beatles -"por diferencias personales, musicales y de negocios"- y el grupo dejaba de existir. El anuncio no provocó manifestaciones de histeria ni lamentos: existía el convencimiento de que aquello era un calentón, que podía arreglarse. Imposible imaginar un mundo sin Beatles: ellos habían pilotado la emancipación de los años sesenta y no podían abandonarnos cuando entraba una década incierta. Pero iba en serio: el último día de 1970, Paul presentaba una demanda en los tribunales, exigiendo la disolución de la empresa común.
En palabras de John Lennon, el sueño había acabado. El sueño de una generación inspirada por unos simpáticos gamberros procedentes de una ciudad -y un Imperio- en declive, el ideal de la fraternidad creativa desarrollada por cuatro músicos (y George Martin, el productor que guió su vertiginosa evolución). En términos artísticos, la ruptura supuso un desastre mayúsculo: nunca se repetiría semejante alquimia de talento en un grupo pop, tal sincronía de música y cambio social. Veinte años después, así lo expresó Kurt Cobain, justificando el enfoque de Nirvana: "No podemos tocar pop, los Beatles ya lo hicieron todo".
Si sus 10 años de existencia fueron extraordinarios, no lo han sido menos las cuatro décadas posteriores. Las impresionantes ventas de los sesenta han quedado empequeñecidas por el inmenso negocio generado a posteriori. Los Beatles sostienen una industria poderosa, reanimada periódicamente por reediciones, remasterizaciones y -próximamente- su disponibilidad en tiendas digitales. Su Liverpool natal se ha transformado en un parque temático a mayor gloria de aquellos descastados que huyeron a Londres.
El final del grupo despierta los peores instintos: acelera fobias y filias, permite arremeter contra las mujeres -Yoko Ono, Linda Eastman...- que entraron en aquel club masculino, justifica un maniqueísmo que enfrenta a los artistas con los hombres del dinero. Todavía dispara abundantes especulaciones: todo sería diferente de haber retornado al directo, en condiciones más civilizadas que las que obligaron a suspender las giras; tal vez se hubieran apaciguado los enfrentamientos de contar con un arbitro, como era Brian Epstein hasta su muerte en 1967.
Su desaparición empujó a Paul McCartney al timón. Residía en el centro de Londres, mientras los otros andaban dispersos por mansiones en la periferia, sin sentirse particularmente felices. Él era el más social de los Beatles, alguien muy implicado en la contracultura del momento: fue el primero en reconocer que tomaba LSD y marihuana.
En julio de 1967, Paul y John, con sus respectivas parejas, viajaron al Egeo, en pos de un plan eminentemente juvenil: comprar una isla en la que los cuatro pudieran vivir y trabajar. Ni siquiera eran conscientes de que Grecía padecía entonces una cruel dictadura militar que difícilmente hubiera tolerado sus peculiaridades. Hablamos del mismo grupo que, a principios de 1968, inició Apple Corps como un experimento de capitalismo hippy, con varios negocios que, aparte de Apple Records, rápidamente se demostraron ruinosos.
También fue Paul, respaldado por John, quién decidió invitar en 1969 a un equipo de filmación durante la grabación del elepé finalmente conocido como Let it be. Ahora sabemos que el experimento fue desastroso, pero el plan combinaba sustancia y audacia: aparte de conseguir una película rentable, esperaban una catarsis regeneradora al obligarse a crear música ante las cámaras. Años después, los miembros de Metallica se someterían a una terapia similar, de la que salieron fortalecidos y con un documental memorable, Some kind of monster.
Fue en esas desdichadas sesiones cuando George Harrison estalló. Menor de edad que los otros, se sentía menospreciado a la hora de repartir juego. Había embarcado al resto en una búsqueda espiritual, de la mano del Maharishi Manesh Yoghi, pero sólo él persistió tras la estancia en la India (un retiro paradójicamente productivo en términos musicales). George abandonó la grabación, gesto que luego repetiría Ringo Starr.
En su papel de catalizador del cuarteto, Paul McCartney también daba pisotones a su socio principal. Y Lennon estaba extremadamente sensible: tras separarse de su esposa Cynthia, deseaba reinventarse como creador vanguardista y políticamente activo, al lado de Yoko. El nuevo John no tenía paciencia para los compromisos necesarios en un grupo; consideraba los Beatles como una aventura superada, un tiempo de pactos y mentiras. Poco preparado para enfrentarse con la realidad, se dejó embaucar por un tipo duro, Allen Klein. Su insistencia en instalarle como mánager le llevaría a una colisión fatal con Paul McCartney.
beatless every timee i gey you in my heart
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