El interesante Blog de música PARED DE SONIDO del Diaro EL PAÍS de España, publica esta pícara y hurgona entrada sobre la vida de la cantante, actriz y bailarina francesa de los años 60 y 70, Claudine Longet (que compartió roles con Peter Sellers en la lograda La fiesta inolvidable de Blake Edwards).
Como Candice Bergen, Katherine Ross o Pamela Tiffin, Longet se extravió en el anonimato y en la noche de la Historia.
Veamos por qué.
Oscar Contreras Morales.-
“Yo disparé al esquiador”. No al sheriff, como cantaba Bob Marley. Claudine Longet disparó a un esquiador en la vida real. La cantante francesa, afincada en Estados Unidos, lo admitió en el juicio. Y el jurado creyó su versión: la muerte en 1976 de la estrella olímpica Spider Sabich, su novio, había sido un accidente. 30 días de condena por negligencia, tormenta mediática y Claudine desaparecida artística y públicamente desde entonces.
Y esto viene a cuento porque Mittens (manoplas, en inglés), una emergente banda madrileña, le ha dedicado el tercer corte (I shot de skier) de su primer álbum, Deer Park Mirage. Sonará quizá más el otro proyecto del bajista del grupo, Guillermo Farré, que como Wild Honey entregó un estreno muy bien recibido a finales de 2009 (acaba de actuar en el Primavera Sound, por ejemplo). Y Farré, cabecilla de toda esta saga de pop exquisito, tiene además el buen gusto de recrear anualmente en directo el Phil Spector’s Christmas Album, joya entre los empalagosos discos navideños.
Pero no quiero dejar de lado el mito misterioso y trágico de Claudine Longet, ni su interesante y olvidada discografía de los sesenta y primeros setenta. Su vida tuvo de todo. Bailarina en Las Vegas, un día se le avería el coche y el que se detiene para ayudarla es el crooner Andy Williams: se casaron poco después (ella 18 años, él 32) y tuvieron tres hijos. Otra escena: íntimos amigos de Bobby Kennedy, vivieron su asesinato en primer plano. Esa noche había quedado con ellos para acudir, tras su discurso televisivo, a una discoteca.
Claudine fue actriz en televisión. Y en el cine: acompañó a Peter Sellers en la impagable El Guateque, con número musical incluido. Su primer single fue una bossa de Tom Jobim. Y después, cinco discos en el sello A&M y otros tres en el de su marido, Barnaby Records (a esta etapa le dedicó un recopilatorio el sello madrileño Vampisoul). Cantaba versiones, casi siempre en inglés, de pop y folk de la época, estándares, música brasileña... Su voz frágil y mínima ejerce cierto embrujo, mecida por los arreglos. No es música esencial pero sí atractiva para degustadores de pop.
Toda esa obra quedó borrada por el incidente en el chalet de Aspen y el proceso judicial posterior, en el que Williams apoyó siempre a su ya entonces ex mujer. La policía, dicen, estuvo torpe: se llevó sin garantías legales muestras de sangre de Claudine y su diario, y manipuló inadecuadamente la pistola. Luego hubo dos vueltas de tuerca que contribuyeron al malditismo de Longet: el que el juez le concediera pasar en prisión sólo fines de semana (para no desatender a sus hijos) y el que ella, nada más cumplir los 30 días, se marchara de vacaciones a México con su abogado defensor (que estaba casado).
Los Rolling Stones, por cierto, compusieron y grabaron una versión burlona y llena de mala leche sobre el caso, Claudine, pero se acabó cayendo de su álbum Emotional Rescue por temor a las demandas. Ella lleva 25 años casada con aquel letrado. Y a mí me pica la curiosidad por ver cómo Mittens presenta su brillante disco el 24 de junio en Madrid (El Sol).
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