A lo largo de la Historia de los Mundiales hemos visto a grandes jugadores italianos: Giancarlo Antonioni, Fabio Cappello, Franco Causio, Roberto Bettega, Paolo Rossi, Romeo Benetti, Francesco Grazziani, Marco Tardelli, Bruno Conti, Roberto Gentille, Dino Zoff, Antonio Cabrini, Roberto Baggio, Roberto Donadoni, Franco Baressi, Gianluca Viali, etc.
La selección de Italia, eliminada hoy del Mundial de Sudáfrica, debe ser una de las peores de todos los tiempos.
Hace algunos años, un atrevido comentarista de televisión del Perú señaló que Cannavaro tenía cosas de Chumpitaz. Tal vez asoció el salto "en doble ritmo" aplicado por el Gran Capitán peruano o su físico robusto o su baja estataura.
En realidad, el señor Cannavaro no le llega ni a los talones a Héctor Chumpitaz.
Y confiamos que la scuadra azurra vuelva por sus fueros en el siguiente World Cup, con un técnico menos amarrete.
óscar Contreras Morales.-
http://www.elpais.com/articulo/deportes/Dramatico/calcio/elpdepfutmunart/20100624elpepudep_17/Tes
Miserable 'calcio'. La campeona Italia desfila detrás de la finalista Francia. Ya no queda rastro de las dos selecciones que disputaron el título en Alemania. A 'les bleus' les echó Sudáfrica y los 'azzurri' fueron derrotados por la debutante Eslovaquia. El cartel de los triunfadores agrava todavía más la estampa de los perdedores. Italia es hoy una selección despersonalizada, un muñón de equipo, un colectivo sin identidad, sometido como cualquiera a los guiños y las leyes del fútbol. Antes se le recriminaba que no jugara al fútbol, el símbolo de la nada, y ahora resulta que deja jugar a los rivales y no le alcanza ni con dos goles en los últimos 10 minutos. Ya no existen jugadas episódicas ni hay espíritu agonístico que valga. La selección italiana es una ruina. Nadie le hace puñetero caso. No tiene enemigos ajenos ni sabe fabricar los propios. Ya no engaña al fútbol.
Italia, perdedora, ya no tiene bula y Eslovaquia le cobró gol a gol, minuto a minuto, cuantas victorias había contado en tantos torneos frente a contrarios malos y buenos. Tuvo el partido muy difícil, como es norma, con un 2-0. Muy italiano. Acto seguido, Di Natale marcó el gol de costumbre para anunciar que acabaría empatando para ser fiel a la historia. Más italiano todavía. Y después, cuando tomó un tercer tanto, aún le dio tiempo para continuar con el guión de toda la vida porque Quagliarella metió un golazo en el tiempo añadido. Rematadamente italiano. El gol de Quagliarella, sin embargo, fue demasiado bonito para merecer la suerte italiana. Lloraban los 'azzurri' mientras delante de ellos desfilaban las mil y una selecciones que han sido abatidas por un gol de Italia en el último minuto.
El drama italiano protagonizado por los italianos solo resulta doloroso para los italianos y así lo asumió Lippi. ¿Quién dijo miedo? Aunque no se puede medir las intenciones de un equipo italiano por la lectura de la alineación, Lippi quiso que los aficionados le tomaran por un valiente en Ellis Park. No coló porque Lippi no es fiero, sino guapo. No es casualidad que se le conozca con el apodo de Paul Newman. Arregló un poco la formación porque quitó al insustancial Marchisio para dar entrada al enérgico Gattuso y, ante la falta de gol, cambió a un delantero sin remate como Gilardino por el pichichi Di Natale (29 tantos). Así, los papeles de las formaciones que se distribuyen antes del partido ponían bien claro que Italia jugaría un 4-3-3 y no un 4-4-2 o un 4-2-3-1 como en los dos partidos anteriores.
Mucha comedia para un duelo tan serio. La trama italiana, a fin de cuentas, fue la misma que contra Paraguay y Nueva Zelanda. Antes de la media hora, Marchetti ya había encajado un gol de Vittek, el jugador del partido, por encima incluso de Hamsik, el ídolo del Nápoles, para que la derrota italiana fuera más sangrante. A Eslovaquia le bastó con una buena organización defensiva, dos medios serios y una segunda línea dinámica para descoser a la destartalada zaga de Italia, presidida por un desbravado Cannavaro. Únicamente el árbitro tuvo piedad del defensa central en una jugada que demandaba la expulsión. Italia había cometido 25 faltas y Gattuso le había rajado la pierna a Strba en un vano intento de parar a Eslovaquia antes del descanso.
La selección 'azzurra' era una calamidad cuando los jugadores se reunieron de nuevo en el vestuario con Lippi. A pesar de los cambios del técnico, el equipo mantenía las mismas constantes desde su llegada a Sudáfrica: una zaga vencida, la media que ni quitaba ni jugaba y unos delanteros que no chutaban. A Lippi no le quedó más remedio que recurrir al lúcido Pirlo porque a Montolivo le falta la sangre de Gattuso y a Gattuso el cuerpo de Montolivo mientras que De Rossi no es ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario. Ni con el ilustre Pirlo ni con el potente Quagliarella pudo Italia cantar victoria, siempre a remolque, demasiado parada al inicio, muy desbocada al final.
Aunque nunca precisó del anti-juego, Eslovaquia fue en el último cuarto de hora más italiana que Italia. Vittek marcó el 0-2 después de un córner, Koupunek remató el 1-3 a la salida de un saque de banda replicado de manera colegial y al seleccionador le dio tiempo hasta de poner a su hijo Weiss en la cancha. A Italia, que no gana desde noviembre, nunca le habían metido tres goles desde la final de México 1970, cuando perdió por 4-1 contra Brasil. Falta de pies y de cabeza, sin juego ni fútbol, solo enchufada a su corazón, ayer capituló en un escenario del que siempre había salido ganadora para que su despedida fuera más cruel. El 'calcio' ya no es un juego con suerte, sino que también puede ser un drama.
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