Por Belén Carreño
Fuente: Miradas al Sur
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El Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz se perfila como el último baluarte de la economía progresista mundial. Miembro del Comité Científico de la Fundación Ideas, creada para servir de think tank del oficialista Partido Socialista Español, visitó Madrid para promocionar la adopción de una nueva tasa financiera. A pesar de las críticas de la prensa local y los partidos opositores españoles, Stiglitz defiende en esta entrevista la reciente estrategia económica que adoptó el jefe de Estado José Luis Rodríguez Zapatero e, incluso, lo anima a subir más algunos impuestos. Por otro lado, en líneas generales, Stiglitz no se muestra muy optimista a la hora de vaticinar el rumbo de la economía global en el corto plazo.
“Que muchos países adopten al unísono planes de austeridad hará que el crecimiento económico baje y, por lo tanto, terminará mitigando los magros resultados alcanzados. Mi visión es que el crecimiento en Europa y en Estados Unidos será débil, lo que significa que las mejoras en el déficit serán pequeñas y las posibilidades de que se ataque a otro país serán mayores”, advierte con un tono penumbroso el multipremiado economista.
–¿Se podía prever lo que iba a pasar con la deuda española hace seis meses?
–En septiembre ya se podía predecir que el denominado doble déficit iba a ser muy abultado. Pero el mercado decide fijarse en una cosa en cada momento. La diferencia es que hoy nos hemos dado cuenta de la irracionalidad y la impredecibilidad de los mercados. El foco se ha puesto en países como Grecia o Italia, que tienen una deuda muy alta respecto de su PIB, mientras que a España se le presume una mejor política fiscal anterior a la crisis. Sin embargo, la crisis ha hecho que los mercados no se fijen en el modelo en conjunto, sino que elijan el peor escenario en cada país.
–¿Se puede decir que los mercados exageraron las medidas de ajuste exigidas a España?
–Sí, por supuesto, han exagerado. Porque sólo se fijaron en la tasa de desocupación y creen que, por culpa de este alto desempleo, el terreno para el ajuste es menor. Italia tiene una deuda mucho más elevada, pero los mercados creen que tiene más margen de maniobra en el ámbito socioeconómico. Esta es una afirmación delicada porque hay un riesgo de que en un futuro no muy lejano, el mercado gire su mirada a Italia o a cualquier otro país.
–¿No es peligroso que los mercados fijen la agenda política?
–Por supuesto. Esto lo saben muy bien los países en desarrollo, que viven bajo el terror de la irracionalidad de los mercados. Observe lo grande que es Brasil y los mercados ya han dictado el resultado de dos elecciones generales. La cuestión está en distinguir entre la reacción de los mercados a corto plazo, que entran y salen todo el rato, y la decepción auténtica que se traslada a la inversión real. Los mismos mercados que reclaman ahora su dinero animaban hace poco a los gobiernos a endeudarse. Es como en mi país, en que se animó a los pobres a endeudarse y ahora la gente va a estar el resto de su vida dándole un 25 por ciento de sus ingresos a los bancos. Es impostergable crear un marco regulatorio de la economía global.
–La decisión en solitario de Alemania sobre las ventas a corto plazo, ¿tiene algún resultado práctico?
–Dos años después del inicio de la crisis, la coordinación global no funciona, así que es comprensible que haya impaciencia. La responsabilidad de cada país es proteger a sus ciudadanos y su economía. Pero hay algunas áreas en las que en solitario no hay beneficios. Si prohíbes las ventas a corto plazo en un país, puedes ir a otro. En realidad es un posicionamiento político, no económico. Es decir:
“No queremos ser parte de esto”. Los países decidieron que no querían dinero de la droga y que no iban a admitir que se lavara esos ingresos en sus economías. Porque se trata de decidir qué tipo de mercado quieres.
–¿Serán suficientes las medidas tomadas para proteger el euro?
–El fondo de solidaridad es una buena idea, sobre todo porque viene con los paquetes de ajuste. Sin embargo, el que muchos países adopten al unísono planes de austeridad hará que el crecimiento económico baje, lo que terminará mitigando los resultados. Mi visión es que el crecimiento en Europa y en Estados Unidos será débil, lo que significa que las mejoras en el déficit serán pequeñas y las posibilidades de que se ataque a otro país serán mayores.
–¡Uf!
–Me gustaría decir que habrá una fuerte recuperación, pero no lo creo.
–¿A dónde llevarán estas medidas a España?
–El gobierno trata de acompañar las medidas de ajuste con otras destinadas a promocionar el crecimiento. Algunas tendrán efecto a medio plazo y otras a largo. La reforma laboral, la financiera, la de las energías limpias, se tienen que tomar como un programa en su conjunto, más allá de las medidas de ajuste que ven los mercados y de las que hablan los medios. Cuando lo mirás como un todo, ves que puede tener éxito y compensar el plan de ajuste. Eso sí, la recuperación de Alemania y de Europa será al final lo que más efecto tenga en el crecimiento y en reducir el desempleo y el déficit.
–¿La decisión de recortar los sueldos de los funcionarios y las pensiones es adecuada?
–Es un juicio muy complicado. Si no tomas ciertas medidas hay un riesgo muy alto de que suban los intereses de la deuda, que el déficit se vaya profundizando, que el presupuesto se estreche y que en ocho meses o un año tengas que hacer recortes más draconianos. Alguien puede no estar de acuerdo con lo elegido, pero creo que fue una decisión razonable si se acompaña en el futuro con medidas que fomenten el crecimiento, como el acceso al crédito, la reforma laboral o las energías verdes.
–¿Y qué le parece un impuesto para los más ricos?
–Las tasas que rigen sobre los particulares suben los ingresos y no deprimen mucho la economía.
–¿Y la fuga de capitales?
–En Estados Unidos tasamos sobre los ingresos globales. En el marco de la Unión Europea, hay que poner más énfasis en impuestos sobre los beneficios de las tarjetas de crédito o en las empresas. Si una empresa está haciendo negocios en España, deberían elevarle los impuestos pero darle beneficios por invertir en el mismo país. Así estimulás la economía. Una empresa que genere ingresos en España, a no ser que los reinvierta, debería pagar más impuestos.
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