"Hoy cerramos un capítulo", dijo el presidente en un discurso ante una agrupación de veteranos de guerra en Atlanta. "A pesar de que los terroristas tratarán de arruinar nuestros avances y gracias a los sacrificios de nuestras tropas y sus aliados iraquíes, la violencia en Irak sigue en uno de sus puntos más bajos de los pasados años. El mes que viene cambiaremos de una misión militar de combate a otra de apoyo y entrenamiento de las fuerzas de seguridad iraquíes".
Como candidato, en 2008, Obama se comprometió a ordenar el final de la guerra en 16 meses. Al tomar posesión de su cargo, en enero de 2009, y ante la cercanía de las elecciones generales en Irak, el presidente decidió ampliar ese límite en tres meses. Ese ha sido el plazo final, que se cumple en septiembre. Las tropas que queden en Irak no participarán en operaciones de combate, aunque Obama admitió que pueden seguir siendo el objetivo de ataques por parte de radicales islámicos. "La dura verdad es que aún no hemos visto el final de los sacrificios de EE UU en Irak", advirtió.
La afirmación de ayer de Obama de que la violencia en las calles de Irak está en un mínimo histórico ha sido contestada, sin embargo, por el propio Gobierno iraquí. El sábado, desde Bagdad, se difundió un informe en el que se aseguraba que el número de muertos, civiles y militares había alcanzado en julio su nivel más alto en los últimos dos años: 535 fallecidos, 396 de ellos civiles. El Pentágono tachó esas cifras de falsas y emitió su propia estimación el domingo: 222 muertos.
Desde que entró en la Casa Blanca, Obama ha ordenado el regreso a casa de 90.000 de los 144.000 soldados que a día de hoy están desplegados en Irak. En su punto máximo, se llegó a 165.000 tropas norteamericanas. La orden de finalizar definitivamente la participación en operaciones militares llega, sin embargo, en un momento en el que Irak vive una gran incertidumbre política e institucional. El pasado mes de marzo se celebraron unas elecciones parlamentarias generales cuyo resultado fue tan reñido y disputado que, cinco meses después, todavía no ha dado Gobierno alguno.
El presidente recordó, sin embargo, la necesidad de mantener abierto otro frente de guerra, el que ya es el conflicto bélico más largo que ha vivido Estados Unidos. "No podemos olvidar que fue en Afganistán donde Al Qaeda planificó y se entrenó para el asesinato de 3.000 personas inocentes el 11 de septiembre. Es en Afganistán y en las zonas tribales de Pakistán donde los terroristas han lanzado otros ataques contra nosotros y contra nuestros aliados", dijo ayer.
Obama aprobó recientemente el envío de 30.000 tropas adicionales a Afganistán. Son ya 96.000 los soldados de servicio en un conflicto que ha empeorado con los años. Julio fue, de hecho, el peor mes para las fuerzas aliadas en los nueve años de guerra en aquel país. Murieron, en total, 66 soldados estadounidenses.
En los últimos meses, además, las relaciones de la Casa Blanca con el presidente afgano, Hamid Karzai, han empeorado notablemente. Y el propio presidente se vio forzado, en junio, a destituir al jefe militar de la guerra de Afganistán, el general Stanley McChrystal, después de un episodio de insubordinación, cuando este militar hizo unas declaraciones a la revista Rolling Stone en las que expresaba dudas sobre Obama y ridiculizaba al vicepresidente Joe Biden.
El presidente colocó entonces al mando de las tropas en Afganistán al general David Petraeus, quien había sido elegido por el ex presidente George W. Bush para organizar el refuerzo militar en Irak, al que Obama se opuso como senador en 2007. Ayer, Obama no mencionó a Bush en su discurso. El primero de mayo de 2003, el ex presidente había proclamado que la invasión de Irak era una "misión cumplida", a bordo del portaaviones USS Lincoln. La participación norteamericana en la guerra aun duraría siete años más.
Recientemente, y ante la proximidad de las elecciones al Congreso de noviembre, un buen número de congresistas demócratas ha puesto en duda la efectividad del rearme en Afganistán. La semana pasada, 102 de los 253 demócratas de la Cámara de Representantes votaron en contra de una ley, apoyada por el presidente, que destinará 44.000 millones de euros adicionales a financiar aquella misión. Hace un año, solo 32 votaron en contra de otra medida similar.
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