sábado, 28 de agosto de 2010

PESIMOS MODALES DEMOCRÁTICOS (Mirko Lauer - Diario LA REPUBLICA)


Por Mirko Lauer

El segundo lugar de Susana Villarán en la carrera municipal ha despertado una nueva ola de macartismo en la extrema derecha. Macartismo es un decir, pues no hay que se sepa comunismo en las filas de Fuerza Social, y el que aparece en el membrete de Patria Roja no pasa de ser eso, un membrete que el sentimentalismo les impide cambiar.

Pero la fobia de esa derecha a la participación electoral de las izquierdas es real, y el horror a que puedan ganar elecciones muy intenso. Probablemente preferiría que dichos sectores tomaran el camino de la lucha armada, y con ello trajeran de vuelta alguna forma de dictadura. En el fondo extrañan a SL y el MRTA.

Tal vez hay una preocupación más o menos racional: que Villarán sea atractiva en Lima, el bastión de la resistencia electoral a Ollanta Humala en el 2006. Es cierto que hoy presenciamos una suerte de avance de la izquierda. Pero una Villarán exitosa (cualquier cosa por encima de 20%) bien podría terminar siendo una rival de Humala en el 2011.

La presencia de Patria Roja en las filas de Villarán es un pobre argumento descalificador, pues ese partido viene participando en elecciones, vida sindical, finanzas cooperativas, desde hace decenios. Puede decirse que su lealtad al sistema democrático ha sido bastante mayor que la de la extrema derecha que lo sataniza.

La izquierda legal no solo refuerza un sistema democrático moderno, sino que en el caso peruano ella ha sido desde mediados de los años 70 un bastión contra la dictadura. Con mérito doble, pues su compromiso rara vez ha incluido las responsabilidades de gobierno, y se ha limitado a defender derechos democráticos de la ciudadanía.

En cambio la extrema derecha que circula por los medios –sus ideas y sus personajes– nunca han estado muy lejos de la criminalidad política (y a veces también de la otra) cuando ella ha estado disponible como alternativa. No en vano sus mentores están presos, en un sistema de gobierno que nadie podría llamar de izquierda.

Lima ya ha tenido un alcalde de izquierda moderada, con aliados más radicales que los de Villarán, y un equipo tecnocrático de calidad. La cosa funcionó al grado que Alfonso Barrantes estuvo a un paso de la reelección. Lo mismo ha sucedido en otras ciudades importantes del país, y sin duda seguirá sucediendo.

A estas alturas las apuestas van más bien a que sea Lourdes Flores quien gane la elección, lo cual no va a ser un triunfo de la extrema derecha (cuyo pseudocandidato a alcalde da vueltas en el laberinto de la tinterillada lenguaraz). Quienes simpatizan con Villarán quizás sean minoría, pero igual tienen derecho a que no se difame ni calumnie a su candidata.

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