martes, 2 de febrero de 2010

BAYLY CANDIDATO (Por Nelson Manrique)


Jaime Bayly viene demostrando en vivo y en directo -con el humor, la desinhibición y la rapidez mental que lo caracterizan- que la política en el Perú no vale nada. O vale menos que una entrada a un circo de barrio. Y que está dispuesto a inmolarse -a hacer de "bonzo"- fungiendo como "candidato a la Presidencia" para exponer de una buena vez -porque le provoca y porque se advierte una inquietud intelectual en él- todas las vilezas, todo el oportunismo, toda la ignorancia inmunda que han hecho de la política peruana una tragicomedia. Una mezcla de representación circunspecta, más cerca de las miasmas de París que del Teatro de la Ópera; tan caótica como un mercado de abastos de la carretera central; tan vulgar como un burdel turco. Nelson Manrique, el brillante sociólogo peruano, intenta con este texto (disponible en http://www.larepublica.pe/) tomarle el pulso a la política peruana y a la "candidatura de Bayly".  

El lanzamiento de Jaime Bayly como candidato a la presidencia es un síntoma interesante en la política peruana de hoy. Sin duda, Bayly ha logrado atraer los reflectores. Su lanzamiento ha provocado muy variadas reacciones: aprensiones y broncas, miradas condescendientes o impulsos de agresión, intentos de ningunearlo, ignorarlo, o aprovecharse de su popularidad. En cualquier escenario, Bayly gana. Como escritor, o como personaje de la tele, la publicidad es capital contante para él.


Para quienes están en el partidor electoral Bayly es un personaje incómodo. Se le acusa de payaso, pero, como el profesional del espectáculo que es, tiene una larga ventaja sobre los clowns chambones que han convertido a la política en un mal circo. Bayly es entretenido, ese es su oficio; los políticos que han convertido al Congreso en una patética tragicomedia terminan siendo chistosos sin proponérselo. Por eso acusarlo de convertir la política en un chiste, o de tomar como un juego algo que es profundamente serio, tiene un efecto anticlimático, porque la política en el Perú se había convertido en un chiste bastante antes de que Bayly apareciera en el horizonte. Y que digan que la política peruana, hoy, es algo serio, suena a chiste. Bayly puede ser candidato porque a eso hemos llegado. Él simplemente contribuye a sincerar lo que es la escena política. Por eso la solemnidad con que diversos representantes le responden es involuntariamente cómica: se trata del mismo mecanismo observable en la comedia cinematográfica clásica, cuando el protagonista trata de mantenerse serio y compuesto en medio de un escenario desopilantemente ridículo. Ese tipo de situaciones en que Buster Keaton era un genio, o las del extraordinario personaje de Hrundi V. Bakshi, construido por Peter Sellers en La fiesta inolvidable.

Bayly es incómodo para sus contendientes: es agudo, tiene humor y rapidez mental y no tiene inhibiciones; pero además tiene un nivel cultural que lo sitúa cómodamente por encima del promedio de los políticos peruanos. De allí que meterse en un pico a pico con él sea arriesgarse a un revolcón. Es muy expresiva la fuga de Luis Castañeda, quien después de ningunearlo públicamente tuvo que emprender una vergonzosa retirada apenas Bayly recogió el guante. Castañeda declaró entonces que “adooora” a Jaimito y que no se refería a él cuando dijo que no se debía votar “para tener un fulano que me entretenga en la televisión”. Sí, cuñao.

Es poco probable que las respuestas que hasta ahora ha recibido Bayly lo afecten. Quienes creen descalificarlo llamándolo maricón quedan cortos cuando, frente a un supuesto apoyo electoral a su favor registrado en la selva, Bayly escribe que lo que pasa en realidad es que los nativos quieren sodomizarlo. La pesadilla electoral que Bayly conjura es que logre captar el voto de protesta de sectores juveniles descontentos con lo que es el sistema político, hoy.

La cosa se complica aún más cuando plantea temas serios, como el respeto que merecen las minorías sexuales –incluido el matrimonio entre homosexuales– o demanda igualdad para los credos y propone que se eliminen las subvenciones que brinda el Estado a la iglesia católica, un tema frente al cual muchos progresistas prefieren mirar hacia otro lado. No está mal; los caminos del Señor son insondables. Todo acompañado de disparates como pretender convertir la condena de Fujimori en un concurso de popularidad, o ideas al paso, como eliminar el gasto de defensa para destinarlo a la educación, o reducir el número de congresistas a 25. Pero la improvisación es parte del encanto de una propuesta que hasta aquí apuesta al chongo.

¿Significa esto que Bayly será el próximo presidente? Aún no cuaja siquiera su candidatura. El apoyo que oportunistamente le brindó José Barba, ofreciéndole una inscripción electoral (¡qué país!), se ha puesto en salmuera desde que Bayly anunció que quiere repetir la estrategia de Rafael Correa de lanzarse sin lista parlamentaria que lo acompañe. Para Barba, Bayli tiene interés sólo si es el medio para que él pueda volver al Congreso. Si no hay lista parlamentaria, no hay negocio. Bayly va a tener que revisar su estrategia. Para su fortuna, oportunistas que quieran subirse a su carro van a sobrar.

1 comentario:

  1. Realmente faltaba un blog como este, a la falta de un Reader's Digest nacional, las líneas de encabezados como antesala al plato fuerte resultan nutritivas y sobre todo de sibarita.
    Sobre Bayly, buen ángulo de Manrique. No es novedad. A la larga Bayly se habrá burlado de toda la politiquería nacional y de esta manera habrá retratado lo que ningun hombre en política o historia se atreve. Vaya paradoja.

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