Nuestras apreciaciones son todas frontales y honestas y ésta no va a ser la excepción.
Creemos que "la visita" de la Copa FIFA al Perú es la más grande "cachita" (burla) hecha a los peruanos en toda su Historia. Y lo peor de todo es que lo permitimos. Es como si el dueño de un restaurante de parrillas reuniese a gente muy pobre alrededor de una apetitosa mesa y les prohibiese comer.
No es que la pobreza sea un karma, pero no van a faltar en la convocatoria FIFA-Coca Cola (tipo restaurant con dueño sádico) miles de incautos que se sentirán realizados tomándose una foto con la Copa FIFA (a la que no aspiramos por haber sido eliminados del Mundial) cuando en realidad todo es una representación sin ningún gusto a bife de chorizo Angus.
Los viajes de la Copa FIFA por el mundo responderían -esta es una especulación nuestra- a una estudiada campaña de medios auspiciada por Coca Cola y la Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol (FIFA) incluida en el paquete de derechos de transmisión, explotación comercial de la marca Mundial de Fútbol y de las firmas auspiciantes; que las empresas de comunicaciones en los países adquirientes están en la obligación de aceptar. La cosa se pone desagradable cuando intervienen las autoridades públicas del país receptor y se prestan al juego ¡Ya viene! ¡Ya llegó! ¡Ya está aquí! ¡Ya se fué!
Coca Cola y FIFA canalizan regularmente ayudas económicas, técnicas y motivadoras a los países subdesarrollados en el mundo del fútbol mediante la organización de eventos como estos. Pero, este show no va a ayudar en nada al Perú futbolístico, al contrario lo subestima como si fuera el deporte favorito de un país africano que recién lo practica hace 30 años.
Coca Cola y FIFA canalizan regularmente ayudas económicas, técnicas y motivadoras a los países subdesarrollados en el mundo del fútbol mediante la organización de eventos como estos. Pero, este show no va a ayudar en nada al Perú futbolístico, al contrario lo subestima como si fuera el deporte favorito de un país africano que recién lo practica hace 30 años.
La manera como FIFA maneja sus finanzas y ejerce su derecho a ser benefactor excede los propósitos de este comentario. Aunque sería interesantísimo abordarlos con el sustento debido. En todo caso, el pésimo gusto empresarial de FIFA y Coca Cola pudo ser neutralizado si el Presidente Alan García, en su discurso de bienvenida en Palacio de Gobierno, articulaba algo más o menos así: "Esta es la Copa FIFA, el más preciado trofeo del fútbol mundial. Saben, ya van siete mundiales que la Selección Peruana no asiste y eso es una vergüenza. Tener a la vista este hermoso trofeo debe ser un motivo de reflexión, recomposición y unión nacional para hacer de nuestra selección una selección competitiva y ganadora". Pero Alan García no es Nelson Mandela. Y como no existe rubor en los jerarcas de la FIFA (empezando por Joseph Blatter) cuando buscan los sacos y las polleras de los mandatarios del mundo para encontrar los avales necesarios a su gestión, es que le fútbol en el mundo está como está.
Los lectores deben haberse dado cuenta que la política FIFA es cambiante como una veleta: el Estado sí debe intervenir en el fútbol, cuando es necesario respaldar eventos mamarrachientos como éstos. Y el Estado debe ser rechazado enérgicamente, prohibido, resistido en los predios del fútbol cuando soberanamente se interesa por mejorarlo en términos deportivos, administrativos o económicos. No es que apostemos por la intervención ni por los "golpes de Estado" sino por el fortalecimiento y la definición de metas y productos institucionales; pero somos categóricos en rechazar a la FIFA y su régimen de Federaciones, como si estas fueran Estados dentro de otros Estados, que no respetan las normas legales.
Los lectores deben haberse dado cuenta que la política FIFA es cambiante como una veleta: el Estado sí debe intervenir en el fútbol, cuando es necesario respaldar eventos mamarrachientos como éstos. Y el Estado debe ser rechazado enérgicamente, prohibido, resistido en los predios del fútbol cuando soberanamente se interesa por mejorarlo en términos deportivos, administrativos o económicos. No es que apostemos por la intervención ni por los "golpes de Estado" sino por el fortalecimiento y la definición de metas y productos institucionales; pero somos categóricos en rechazar a la FIFA y su régimen de Federaciones, como si estas fueran Estados dentro de otros Estados, que no respetan las normas legales.
Quienes tuvimos la dicha de ver a Perú en dos mundiales y en condición de campeón sudamericano, nos hemos sentido muy mal viendo este espectáculo paternalista e idiotizante.
A mi me asombra la actitud de García...recibiendo la copa en Palacio hasta con un beso...ptm que cólera.
ResponderEliminarQue mal gusto traer la copa a la que nunca hemos visto ni de cerca los peruanos con un equipo en tantisimos mundiales ni veremos por muchos años si el stado no se pone los pantalones y deja el convite y engaña cholos de una vez.