Clint Eastwood es el último romántico del mundo. Su nuevo filme Invictus (EE.UU, 2009) es un trabajo amigable, muy noble. Describe el proceso de integración y unidad nacional gestados en Sudáfrica a partir de los Campeonatos Mundiales de Rugby de 1995, que tuvieron como sede ese país de Africa negra. El libro "The human factor" del periodista inglés John Carlin reproduce toda la resaca social tras una larga noche de apartheid; y cómo el espíritu deportivo apuntalado por la docencia de un líder político (y hasta podría decirse que la homeopatía aplicada) pudieron construir una nación sobre la base de asideros, diferencias, prejuicios, miserias y riquezas. A partir de unos cuantos trazos seguros, clásicos, Eastwood construye escenas sencillas que concentran toda la inteligencia y sensibilidad de sus personajes. Nada más y nada menos que el Presidente sudafricano Nelson Mandela (estupendo Morgan Freeman); sus colaboradoras y colaboradores; sus guardias de seguridad (negros y blancos) y François Pienaar (Matt Damon), el capitan de la selección de rugby. Es sorprendente como un hombre como Clint Eastwood, a los 80 años, puede filmar una película deportiva tan emocionante sin ningún alarde de erudicción y rehuyendo a la ampulosidad, la épica o la militancia política.
Morgan Freeman recita en off el bellísimo poema "Invictus" del escritor William Ernest Henley; con estos versos -repitiéndolos mentalmente- Mandela aplacaba su tristeza y su desolación en la cárcel. Este es un gran momento de la película. Vean Invictus.
Oscar Contreras.-
Morgan Freeman recita en off el bellísimo poema "Invictus" del escritor William Ernest Henley; con estos versos -repitiéndolos mentalmente- Mandela aplacaba su tristeza y su desolación en la cárcel. Este es un gran momento de la película. Vean Invictus.
Oscar Contreras.-
Invictus
Desde la noche que sobre mí se cierne,
negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses si existen
por mi alma invicta.
Caído en las garras de la circunstancia
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.
William Ernest Henley
Poeta inglés (23 de agosto de 1849 — 11 de julio de 1903)
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