viernes, 5 de febrero de 2010

EL SECRETO DE SUS OJOS (Por Ascanio Cavallo - El Mercurio, Chile)



Ascanio Cavallo es uno de los más interesantes críticos de cine de Chile. Politólogo y publicista, Cavallo administra un Blog de cine para el Diario El Mercurio. De él extraemos esta certera (y desapasionada) reseña sobre El secreto de sus ojos la película del argentino Juan José Campanella nominada al Óscar a la Mejor Película en Idioma Extranjero.

Por Ascanio Cavallo.-
El Mercurio - Chile
http://blogs.elmercurio.com/revistasabado/ascanio-cavallo/

Juan José Campanella es, por lejos, el cineasta más astuto de Argentina, junto con ser el de mayor éxito. Esta película, por ejemplo, comienza con un escritor que desecha dos comienzos demasiado melosos para una novela. Este acto insinúa un cierto tono autocrítico, aunque las mismas escenas vuelven a aparecer más tarde.

El relato cubre 30 años, desde el 21 de junio de 1974, cuando la joven esposa de Ricardo Morales (Pablo Rago) es salvajemente violada y asesinada, hasta alguna fecha actual, cuando el suboficial judicial Benjamín Espósito (Ricardo Darín), ya jubilado, regresa al tribunal para escribir una novela sobre el caso que con tanto ahínco persiguió.

El retorno a su antiguo trabajo propicia también el reencuentro con su antigua superior, la secretaria del juzgado Irene Menéndez (Soledad Villamil), una mujer algo más joven a la que siempre admiró pero nunca se atrevió a seducir. Como El hijo de la novia, la película se construye con estos dos movimientos: una empresa ajena, acometida por deber y admiración, y una frustración personal, llevada por sobre el tiempo.

Astutamente, Campanella sitúa a Espósito en los bordes de sus encuadres cuidadosamente descentrados; a veces hay más de media pantalla vacía, sólo para examinar la extrañeza del funcionario, su desafiliación de los opacos actos emprendidos con el móvil de la pasión. Esa posición comunica con fuerza la idea de que Espósito no es un protagonista, sino apenas un testigo, tanto de la investigación como de su propia vida.

¿Acaso no se han sentido millones de argentinos en esa situación oblicua y tangencial respecto de su historia reciente? En un nuevo toque de agudeza, el cineasta hace pasar la política por detrás del relato. Pero lo que transita es nada menos que la dictadura, que viene a cancelar toda justicia. Entonces parece que la mujer violada es una metáfora de la propia nación.

Y luego está lo que todo cineasta con ambiciones intenta alguna vez: un golpe de virtuosismo. El de aquí, cerrando la mitad exacta del metraje, parte como Scorsese y culmina como De Palma: un plano aéreo que cae sobre el estadio de Huracán, pasa sobre la cancha, entra en la barra de Racing, sigue una laberíntica persecución por los camarines y culmina en la cancha de fútbol. La interpretación de los personajes respecto del fútbol como el territorio de la pasión puede satisfacer la imaginación argentina, pero fuera de allí parece el tipo de exceso idiosincrásico que sólo se puede apoyar en una audacia lingüística.

El secreto de sus ojos está muy bien armada, actuada y filmada. Al revés de El hijo de la novia, donde el melodrama oblitera el lado más interesante, el sentimiento de derrota reivindicado con una acción vicaria, aquí ese sentimiento es el centro y el motor, incluso aunque el astuto Campanella no supere del todo el aire de prefabricación, cálculo y manipulación que ha hecho que sus películas anteriores sean tan atosigantes.

El secreto de sus ojos
Dirección: Juan José Campanella. Con: Ricardo Darín, Soledad Villamil, Pablo Rago, Javier Godino, Guillermo Francella. duración: 127 minutos.


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