viernes, 26 de febrero de 2010

HILDEBRANDT OPINA SOBRE "LA TETA ASUSTADA"

El primer viaje al exterior del crítico argentino Quintín (Eduardo Antín) fue a Lima, Perú, en 1995. Esa vez Quintín charló con mucha gente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima, una mañana de invierno que muchos recordamos. Le preguntamos si consideraba importante la aproximación del crítico de cine  a la película a partir de una reproducción de su estilo, tempo o tal vez recreando la visión del director. Quintín nos dijo que no. Que no era recomendable en principio porque el crítico de cine no es un artista y porque en caso de asumirlo podría crear mala literatura.
Esta semana, durante el evento EL CINE PERUANO EN DEBATE organizado por Universidad de Lima y la revista Ventana Indiscreta, el programador Enrique Vivar, en el contexto de la mesa-conversatorio ¿Cuál es la relación del cine peruano con la crítica? señaló que existe una crítica que genera pasiones en los lectores porque tiene una vocación docente, porque está muy bien escrita y porque se sustenta en el amor al cine.
Ayer César Hildebrandt, que no es un crítico cinematográfico pero tiene muchos lectores y seguidores ha opinado sobre La teta asustada. Y nos parece estupendo. Con su artículo, que es un conjunto de razones tiradas por una gran locomotora de juicios de valor -absolutamente rebatibles- demuestra sin proponérselo que la crítica no es periodismo ni tampoco literatura. O sea, no le alcanza con estar bien escrita, ni tampoco con tener adherentes-educandos o apoyarse en la cinefilia o reportar la realidad. La materia prima del trabajo del crítico son los argumentos. No se escribe crítica para educar o buscando admiradores. La pulsión, el amor, el instinto del crítico, tiene que reforzarse con razones, hipótesis, demostraciones, tesis, lecturas, análisis, confrontación de pruebas y documentos. Además, la crítica de cine no siempre tiene que ser edificante, íntegra o progre. Si con el ejercicio liberal y solitario del oficio, el crítico despierta vocaciones o incrementa la cinefilia, magnífico. Habrá ganado su lugar en el cielo.
Pero, honestamente, el texto de César Hildebrandt -tan bien aderezado- parte de la falacia que el cine es (o debe ser) un reflejo de la realidad. Y entonces se hiperboliza con desafortundas referencias al cubismo, a los contraplanos "a media caña", al realismo mágico o a la decisión autoral de Llosa de acotar el mundo con primeros planos o utilizar actores no profesionales.
Preguntamos ¿Por qué la tragedia nacional tendría que representarse necesariamente aprehendiendo la raíz social del problema, léase la crisis milenaria, el choque de culturas, la migración del campo a la ciudad, el terrorismo y el desborde popular? ¿Por qué La teta... no  debe apelar a los elementos de la comedia negra o de sal gruesa? ¿Qué lo prohibe, aparte del sentido de decencia, buen gusto o la culpa de un espectador cultivado como Hildebrandt? Tal parece que él y un sector importante del público no advierten todavía que la película no gira en torno de la guerra subversiva o sus víctimas (puede ser un referente diegético quizá). Pero esencialmente La teta... describe un proceso de curación personal, irreal y con asideros peruanos al mismo tiempo.
César Hildebrandt dice provocadoramente: "El Perú cambió el mundo con el aporte de la papa ancestral. Esta papa intravaginal y casi hidropónica, física y simbólicamente inmunda, no cambiará la historia del cine.". Estoy de acuedro en parte. La teta asustada no es una gran película ni va a cambiar las agujas del reloj de la Historia. Primero, porque su resolución dramática es deficiente. Y segundo, porque los problemas de continuidad bien apuntados por Hildebrandt conspiran contra la fluidez del relato, ergo contra su poder hipnótico y/o de convencimiento.
En cambio, su riqueza expresiva y representativa es de un orden muy alto, llena de símbolos y alegorías, que la vuelven una cinta hermosa sobre la adolescencia histórica del país.
Que bueno que por unas semanas el cine peruano se haya convertido en una piedra de toque.
Oscar Contreras Morales.-.




http://bloghildebrandt.blogspot.com/

miércoles 24 de febrero de 2010


Domingo de teta y sustos

Hace unos días hice lo que había aplazado durante largos meses: ver “La teta asustada”, la película peruana más exitosa y reconocida de todos los tiempos, una obra que, sin ninguna duda, debe tener méritos y excelencias que este columnista, por alguna razón entre las que no se encuentra la cicatería, no pudo (o no supo) encontrar.
Como alguna vez he confesado, soy un viejo cinéfilo que ha pasado grandes momentos de su vida viendo películas de todos los estilos, todos los géneros, todos los directores y todas las calañas.
Me había resistido a ver “La teta asustada” porque temía que no me gustara (“Madeinusa” me había parecido un buen intento fallido) y porque, si así sucedía, tendría que escribirlo y no callarme como hacen tantos a la hora de mirar la dirección de los vientos.
Y al no callarme –pensé- tendría que enfrentar el callejón oscuro de los adocenados y los nacionalistas del culo que están viendo “antipatriotas” hasta en la sopa (en la sopa de Acurio por ejemplo, que es, como se sabe, sagrada).
De modo, que compré “La teta asustada” en una versión formal –soy de los que jamás compra piratería: no soy un “peruano cabal”- y la vi. Quiero decir, la vimos.
Cuando aparecieron los créditos finales no sabía a qué espectáculo había asistido: ¿era sólo una mala película o era el resumen más brioso de la huachafería vagamente progre y de exportación, esa que PromPerú podría auspiciar junto a algunas ruinas sobreestimadas?
Vamos a ver. Los actores de “La teta asustada” no son buenos y al no ser buenos no sostienen una historia hiperbólica que hubiera requerido un registro realista que compensara tanto exceso. ¡Y es que el realismo incluye también lo actoral y eso es algo que el cine sudamericano, con algunas excepciones, no logra entender!
La fotografía de “La teta asustada” combina las postales distantes, los planos abiertos de un observador frío, con algunos primeros planos voluntaristamente dramáticos y sin sentido y con encuadres gaudianos, retorcidos y amputadores. ¿Fue un aporte al cubismo que hubiese brazos cortados, contraplanos a media caña, manitas sin antebrazos, codos sueltos?
La película es un tour para catalanes y berlineses perversones en torno a un país trágico que Claudia Llosa se ha empeñado en hacer cómico (y, claro, así, en clave de humor negro y de sal gruesa, elude rozar siquiera el origen de todo: la raíz social no de la papa sino de la injusticia y la escisión social).
Como comedia varias veces involuntaria, “La teta asustada” es prodigiosa. Que un ginecólogo le diga al tío que recomendará “otro anticonceptivo” a la niña que tiene una papa en la vagina –dando por hecho que el tubérculo cumple esa función- es como para sonreír.
Que una ricachona tenga su palacete junto a un mercado del Perú profundo –realidades encarnizadamente enemigas separadas apenas por una puerta eléctrica-, ¿es una manera de ahorrar platós, agudizar las contradicciones o hacer una caricatura abreviada y en pocos metros cuadrados del Perú?
Que esa misma señora le diga a la protagonista que tome asiento cuando ésta ya está sentada, no es una distracción de vieja pituca: es la enésima tontería de un dialoguista empeñado en construir personajes oligofrénicos.
La señorita Llosa es una militante del realismo mágico, pero tiene un problema: no es García Márquez; es, más bien, la secretaria visual de Isabel Allende.
De allí, de ese almacén ingenuo de realismo mágico en versión “Coquito” salen, en desfile continuo, el barco que va a cruzar un túnel más estrecho que su diámetro y su altura, la poda con tijerita de uñas de la papa intravaginal, la venta de ataúdes con escudos futbolísticos para hinchas del más allá, el hecho de que la señorita Solier se desmaye y sea intervenida en un quirófano mientras mantiene en una mano crispada un puñado de perlas, los matrimonios masivos sin alcalde, la santa conservación inodora de un cadáver de varios días, el rostro aceradamente inmóvil y casi enyesado de la señorita Solier en su papel de víctima de la teta, la transformación repentina e inconvincente de la señora pianista luego de su concierto.
Todo folclórico y apretado, todo hecho para arrancar exclamaciones de risas, horror y condescendencia entre europeos culposos, oenegistas con mucho millaje y amantes del exotismo.
Y casi todos los personajes de la película exhiben una estupidez cacasena -¿de origen viral, hereditario, antropológico?-, como aquella novia que, teniendo un vestido con una cola de varios metros, está descontenta porque quiere más tela para más cola y que termina, como idiota mayúscula, subiendo al podio inverosímil que Claudia Llosa le ha puesto, no por los peldaños “majestuosos” de aquel armatoste de cartón sino por una escalera de albañil desde la que está a punto de caer.
“La teta asustada” no es una mala película porque retrate con saña de turista pronazi las miserias y pellejerías de la pobreza urbana de Lima ni aluda, con enorme timidez, a las fechorías que sufrieron nuestros campesinos de manos de terroristas y militares. Es mala porque cinematográficamente es un desastre.
La historia no te la crees –no porque sea irreal sino porque está mal contada-, los actores recitan muchas veces frases sin sentido, la señorita Solier canta cuando no debe –es decir, admitámoslo: casi siempre- y hay empalmes que no se explican, lentitudes que nada aportan, destellos visuales –la señorita Solier con una flor en la boca, el despegue de un artilugio impulsado por helio- que terminan por desbaratar la poca lógica interna que le quedaba a la ficción.
El Perú cambió el mundo con el aporte de la papa ancestral. Esta papa intravaginal y casi hidropónica, física y simbólicamente inmunda, no cambiará la historia del cine.
Sé a lo que me expongo con estas líneas. La verdad es que importa un ardite. Peor hubiese sido sumarme al coro extasiado y patriótico de los que creen que el honor nacional está en juego en la ceremonia del Oscar.
Ni conozco ni envidio ni siento nada por la señorita Llosa. Es más, espero que gane el Oscar y que lo disfrute. Pero eso no me impide decir lo que pienso. Tampoco le temo a sus primos fulminantes ni a sus tíos mitológicos ni a sus vínculos especiales con el agitprop ibérico.
Me alegra que haya tenido la suerte de contar con tantas anuencias internacionales y con tantos píos silencios domésticos. Pero de allí a decir que “La teta asustada” es una “gran película”, como la tetudez colectiva ha impuesto aquí y con letras de neón, hay tanta distancia como la que va de la alfombra roja del teatro Kodak a la posteridad de veras bien ganada.

3 comentarios:

  1. hola envio esta pagina
    www.alejandrasalgado.com
    me gusto muchisimo tu articulo la peli es increible, igual que tu pagina y tematica
    LatiniAmerica es Magica, "Realismo Magico en estado puro y diario" saludos Anabella

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  2. Estimado Oscar

    Gracias por el envío... varias veces quise contestarte, el sistema trabajólico que impera en Chile hace 37 años provoca que uno deje de hacer muchas cosas importantes, este sistema que ha sido copiado por nuestros vecinos posteriormente ha hecho mucho daño a la calidad de vida y a la cabeza principalmente, se puede decir que es el culpable de la falta de reflexíon y analisis en torno a cualquier obra, en términos cinemátograficos ha provocado que los espectadores solo quieran ver películas LIGHT y no haya capacidad critica ante la calidad de las películas y que solo el éxito es lo que indica su valor.

    Quiero agradecerte por incluirme en tus envíos, como señala HILDEBRANDT me parece que al menos debo decir algunas palabras en torno a su brillante artículo, que desde luego comparto. Yo tambíen quiero que Claudia Llosa se gane el Oscar, así como quiero que a Chile la vaya bien en el mundial de futbol, sin embargo debo decir que habiendo visto MADEINUSA Y LA TETA ASUSTADA y considerando mi admiración por el Perú, por su gente y según mi criterio es el país donde está la mejor crítica de cine de américa es necesario decir que ambas películas son bastante oportunistas y demasiado LIGHT y que en definitiva le faltan el respeto a mucha gente que no tiene la capacidad de verse reflejada en la pantalla.

    Aquí en Chile pasó algo similar con LA NANA, a todo el mundo le gusta y se alegran por los premios, sin embargo su joven director que ha señalado reiteradamente que es un una película basada en su familia no se da cuenta que su éxito es más importante, su familia es una verguenza y además retrata una típica familia de clase media chilena, evidentemente en crisis de valores que se festinan.

    Finalmente creo que las tres películas antes mencionada se ríen de la gente, de las distintas clases sociales, sus directores buscan solo el éxito y hay un probléma ético que ni ellos mismos logran ver.

    Un abrazo afectuoso

    Alex Doll

    (*) Alex Doll es una de las personalidades de la actividad cinematográfica chilena, que desde la distribución (LOS FILMES DE LA ARCADIA Ltda.) y la labor infatigable, contumaz, generosa y cinéfila ha sostenido por más de 30 años el CINE ARTE NORMANDIE, el histórico NORMANDIE de la Calle Tarapacá 1181, en el centro de Santiago de Chile.

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  3. SINCERAMENTE, YO NO CREO QUE "LA TETA ASUSTADA" SEA UNA GRAN PELICULA... CREO QUE TIENE ALGUNOS PROBLEMAS EN LA RESOLUCION NARRATIVA, Y ESO PUEDE PROVOCAR QUE ALGUNAS PERSONAS NO SE ATEN DEL TODO EMOCIONALMENTE... PERO NO CREO SEA UNA MALA PELICULA NI MUCHO MENOS UN DESASTRE. PUDO HABERSE POTENCIADO MAS LA HISTORIA SI TAL VEZ... CREO ES UNA BUENA PELICULA. MUCHO MENOS SIENTO DESHONESTIDAD O INTENCION "EXITISTA" EN CLAUDIA LLOSA. ME PARECE ALGO INJUSTO Y HASTA MEDIO ARBITRARIOPLANTEAR TAL AFIRMACION.

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